Capítulo 1

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  Recuerdo aquella tarde de verano, estábamos agarrados de la mano, sentados frente al mar mirando el atardecer, entonces, de un momento a otro él me mira fijamente y me dice - te amo, valeria - yo con lágrimas en los ojos mirando profundamente todo su ser pude sentir que todo lo que me decía era verdad. Volví a la realidad, de veras estaba llorando, pero no de tristeza, si no de alegría, me sentí como una idiota, ¿por qué recordar esto?, ¿por qué llorar por algo tan simple he insignificante como un recuerdo?, soy una estúpida pero supe reconocer que esa fue la primera vez que logré sentir algo como eso, nunca antes el corazón me había latido tan fuerte por alguien. Pero bueno, fue solo un recuerdo de aquel pasado en donde ha de tener unos 15 años, era una simple niña ingenua en ese entonces, no creo que haya sido amor, estoy más que segura.

De repente sentí que alguien llamaba a la puerta, me quite rápidamente las lagrimas de que corrían por mis mejillas y fui a ver quien era. Mi hermana, aquella estaba del otro lado de la puerta.
–¿te pasa algo? – me pregunto, poniendo esa cara dudosa que tenía y que tanto me molesta
–no, no me ocurre nada.
–valeria, no me mientas, te conozco, a demás de solo mirarte a la cara cualquiera pensaría que algo te sucede, tienes los ojos hinchados y rojos, ¿estuviste llorando?
–Andrea, no me pasa nada, tranquila y aunque así fuese no te incumbe, no es asunto tuyo.

La salude antes que nada, no esperaba su visita, aunque igual le hice pasar a la sala del living, algo de cortesía me quedaba aun.
–¿Quieres tomar algo?
–No Valeria, gracias.

Entonces nos sentamos en el sillón y se hizo un gran silencio. Un momento después se torno un poco incomodo, entonces comencé la conversación, le pregunté cómo estaba y cómo le estaba llendo en el instituto, hablamos un buen rato, ya era tarde entonces Andrea estaba a punto de irse, me dijo que la llamara si necesitaba algo, nos despedimos y entonces se fue. Podría decir que amo a mi hermana, pero aveces puede tornarse todo tan extraño, hay veces en que quisiera ser hija única, es como algo entre odio y cariño. Siempre intenta corregirme en todo, eso es lo que no me ha de gustar.

Al día siguiente me levante temprano para ir al instituto, me preparé el desayuno y me fui. Cuando iba por la calle me tope con un chico, aquel por un momento me dio la sensación de que ya le conocía, su rostro se me hacía familiar, pero bueno, seguí caminando hasta llegar al instituto. El rostro de ese chico se me pasaba por la cabeza a cada momento, sentía que de verdad le conocía y me daba curiosidad averiguar quien era. Las horas de clase terminaron, recogí mis cosas y me iba a dirigir a casa cuando de la nada vi al mismo chico que me tope en la calle fuera del instituto, estaba algo perdido, algo desorientado, entonces me acerque y le pregunté  si necesitaba algo, al parecer era un nuevo alumno  del instituto y estaba buscando su salón, lo guié y de un momento  para otro se me salió preguntarle si por alguna casualidad su nombre era Dimitri, (asi de directa fui)a lo que el me respondió que  justamente lo era.
–¿Palmer, Dimitri Palmer, cierto? le pregunté con ansias he intriga.
–si y ahora que me preguntas tu te pareces a una amiga que tenía en mi adolescencia, ¿Por casualidad tu nombre es Valeria kotch?
–si, ¿es una coincidencia a caso? ah pasado tanto tiempo, no me recordaba mucho de ti, creo que el tiempo nos cambio un poco.
–si, ah pasado mucho tiempo pero, sabes qué, mucho no has cambiado, sigues con tu carita de niña buena, ¿cómo has estado?- me dijo mientras una sonrisa se tornaba en sus labios
–bien, ¿sabes?, cuando te vi por primera vez en la calle, sabía, tenía el presentimiento de que ya te conocía.
–también yo, pero no me atrevía a acercarme y hablarte o preguntarte algo, como te dije, cambiaste un poco fisicamente que no podía estar segura

Charlamos un rato de que había sido de nuestras vidas. Era impresionante como es que pudo haber un reencuentro entre nosotros y solo por casualidad, aunque quiza no fue simplemente una casualidad, que hay de eso, las casualidades no existen. Estoy hablando puras estupideces, no se que me pasa.

Llegó el momento de irme a casa, estaba muerta de hambre asi que nos despedimos, pero antes este se abalanzó  a pedirme una salida, bueno, acepte, nada de malo ha de tener salir con un viejo "amigo".

"Perfecto"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora