De vuelta a CokeWorth

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No podrían ir a travez de polvo Flu, no ahora que Max estaba en peligro.

Los dos caminaron por la parte exterior del castillo. Snape miró a Max pensando en que tenía que hacer. La única opción que tenía, era usar un hechizo de tele transportación. Podía ser algo arriesgado, pero valía la pena intentarlo.

Snape le aguantó la mano a su hijo y en un abrir y cerrar de ojos habían aparecido en aquel lugar que Max reconocía, CokeWorth.

Puso los ojos en blanco. No quería volver ahí, tal vez no pasaría hambre o sed esta vez. Pero allí estaban aquellos molestos chicos.

Dio un suspiro de frustración y siguió a su padre, que caminaba muy rápido. Pasaron todas aquellas casas sucias y aterradoras para entrar a la más horrorosa, la de Snape.

Snape abrió la puerta y los dos entraron, Max puso su maleta en una esquina y recordó todo lo que había pasado en esa casa.

Aunque le debía mucho a ella y a sus "queridos" vecinos que tanto lo molestaban.

—Sígueme—comentó Snape haciendo que Max lo persiguiera.

La casa era aún más grande de lo que se veía por fuera, por lo menos adentro era menos horrorosa. Snape caminaba por unas pequeñas escaleras y se dirigió a una diminuta puerta.

Movió su varita de un lado a otro y la puerta iba creciendo y creciendo, se abrió botando una luz verde.

Al entrar, Max vio un cuarto tan genial que no evitó sonreír, ese cuarto se le hacía muy familiar. No sabía por qué. Solo se recordaba haber estado ahí.

—Es genial—una sonrisa se le dibujó en el rostro. No sabía por qué tenía que irse de Hogwarts, pero sabía que podía sobrevivir.

Max siguió explorando el cuarto y se encontró con un manto en la pared, cubría algo. La curiosidad le ganó,lo aguanto con ganas y lo jaló.

Snape iba a gritar, pero ya era tarde.

Una lágrima bajo por la cara del chico, veía un gran cuadro con Snape, él y una linda mujer... Su madre.

El corazón de Snape se partió en miles de pedazos más. No podía aguantar más, no podía seguir con más dolor en su vida. Cayó al piso, quedo desmayado... Pensando en que iba a hacer, la profecía se estaba por cumplir y de verdad no quería perder a lo poco que le quedaba.

...

Max salió para buscar ayuda, todavía no había aprendido el hechizo para sanar.

Iba por las calles de CokeWorth y gritaba como loco pidiendo ayuda.

—Necesito ayuda. Necesito ayuda— era lo único que decía. Nadie respondía.

Minutos pasaron y se encontró con los menos que deseaba ver. A sus vecinos...

—Wow, te creímos muerto. Y así estaba mejor, pero bueno la vida es injusta para algunos—le dijo el líder que lo observaba por completo— Y veo que te han tratado bien, lindo atuendo. Debería robártelo.

El líder observaba a Max y los demás aprobaron.

Max no se iba a a dejar esta vez, saco su varita y todos se burlaban. No estaba pensando en las consecuencias que podían ocurrir, no tenía miedo ni nada esta vez, estaba muy furioso.

"Acaba con ellos, es tu primera prueba". Aquella voz le ordenaba.

Max trataba de controlarla, pero no podía. Hasta que llegó un señor bastante extraño.

—Corran—dijo y los niños obedecieron. Max observó una luz roja y luego desapareció. Hasta que aquel hombre sacó su varita—. Yo te ayudaré. Soy el señor Burke.

El hijo perdido de Severus SnapeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora