Capítulo 1

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Golpe tras golpee, sus nudillos parecen perder a sensibilidad, debido a que la fuerza con la que arremete cada embate es mayor. Intenta ignorar el intenso dolor de sus músculos, centrando su atención en su irregular respirar y la sincronía de sus movimientos.

Es fácil perderse entre los potentes sonidos y peculiar ambiente del gimnasio; sin embargo, le resulta imposible no corromperse con aquellos pensamientos y recuerdos tortuosos, que no le permiten continuar con la normalidad de su vida. Aquellos momentos difíciles son los que lo alientan a continuar golpeando.

Mantiene los frenéticos golpes, sin percatarse de la inmensa fuerza con la que embiste cada uno de ellos. Su mandíbula se aprieta y su mirada se oscurece cuando su mente se encarga de rememorar cada uno de sus errores. En su interior ya no hay espacio para el remordimiento, y de pronto, es solo el dolor físico que siente lo que le otorga satisfacción y tranquilidad que en silencio necesitaba.

  — Hey, campeón...— La voz de Chris se cuela por entre los ensordecedores pensamientos de su mente.—Si continúas así romperás el saco. 

Connor detiene, a regaña dientes, sus descontrolados golpes para centrar la mirada en aquel hombre de treinta y tantos años, que, a pesar de ser muy joven, posee los consejos más sabios que ha oído nunca. Deja caer sus brazos a sus costados y se recompone en su lugar para recibir a su entrenador con una sonrisa.

—Te has dejado la barba —observa Connor, haciendo que las comisuras de los labios de Chris se eleven lentamente.

—Qué observador.

Connor suelta el aire de sus pulmones, y comienza a quitar las vendas que rodeaban sus adoloridos dedos. Cuando Chris centra la mirada en sus manos, la molestia crece en su interior y no tarda en enfocar una desaprobatoria mirada a su pupilo.

—¿Cuántas veces debo decirte que debes usar los guantes? Es imprescindible para tu entrenamiento, Connor.— El chico logra deshacerse del vendaje de una de sus manos, cuando comienza a caminar en dirección a los camerinos, ignorando totalmente las palabras del castaño. Chris lo sigue de cerca esperando con impaciencia la excusa del muchacho.

—Los olvidé en casa —responde Connor, sabiendo que eso no lo librará del sermón de Christopher.

—¿Y tú crees que eso importará cuando se te quiebren los dedos? —cuestiona retórico.

Ambos se introducen en el metro cuadrado, y sus pasos se hacen presentes de inmediato, emitiendo un chirriante sonido por las baldosas húmedas. Dentro, Jason saluda con un corto y rápido movimiento de cabeza a Connor, notando de inmediato su malhumor. Por ello no abre la boca cuando el chico no le corresponde el saludo.

—Créeme que si tuvieras un manejo de la fuerza que utilizas no te molestaría, pero demonios... —dice exasperado por la situación que se ha repetido por segunda vez dentro de la semana.

— No volverá a pasar... —Connor se para frente a él, con el bolso colgando en su hombro derecho -, lo prometo.

Dicho esto, intenta salir del lugar lo más rápido posible, mas no lo logra. Chris le sigue el paso de cerca y lo detiene de golpe apretando su hombro con sus gruesos dedos.

—Si no te comprometes con tu carrera, nadie más lo hará, Xavier —le espeta con severidad.

Connor solo lo mira, expectante a que culmine con su sermón, siendo algo antipático por la situación. Cuando nota que Chris no dirá nada más, solo hace un gesto con la cabeza, gira sobre sus talones y se marcha del lugar con un saludo de soldado.

Sus pasos son despreocupados al salir del edificio. Los autos transitan por la calle de forma ruidosa, lo cual llama la atención de Connor. Es muy temprano para tanto tránsito, pensó.

CONNORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora