Capítulo 3

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Chris lo mira impasible, con su ceño fruncido con notoriedad mientras aprieta sus puños con potencia intentando contenerse de golpear el rostro del chico frente a él.

Connor sólo mantiene la mirada baja, intentando no hacer contacto visual con su furioso entrenador. Sabe que metió la pata hasta el fondo, que esta vez Chris quizás no se la perdone; y ello provoca que su corazón dé un vuelco furioso a cada momento, imaginándose las diferentes sentencias que podría Chris decir.

No quiere oírlo, pero cuando éste abre la boca, todo su sistema presta atención a cada una de sus palabras - Esto es... mierda.

Connor no sabe cómo interpretar aquella oración tan... indescriptible.

- Connor... -continúa y Connor alza la mirada encontrándose con aquellos ojos castaños de los cuales brota enfado a borbotones-, esto es inaceptable.

El chico baja la mirada hacia sus nudillos rotos, cubiertos por el vendaje del hospital, y un fugaz recuerdo de lo sucedido la noche del sábado llega a su mente.

La sensación de ahogo, el no poder sentir alivio en su interior de ninguna manera, y la cantidad de furia que retiene su cuerpo la cual exige descargarse de alguna forma. Y entonces, cuando cierra los ojos y permite ser llevado por sus instintos, todo se vuelve un desastre.

Luego, al abrir sus ojos y comenzar a calmar su acelerado corazón, nota el desorden del lugar en el que vive. Sus muebles, sus pertenencias e incluso su pared está rota y regada por los suelos, mientras un intenso dolor se apodera de sus nudillos, los cuales, al observar, están bañadas en sangre.

- ¿Con quién peleaste? - pregunta sorprendiendo a Connor. Este sabe que no está permitido las peleas fuera del cuadrilátero, puesto a que es motivo de expulsión del torneo. -Debes odiarlo bastante como para quebrar uno de tus dedos.

- No pelee con nadie- agacha la mirada y Chris ríe con ironía.

- ¿Sabes qué es lo que me causa gracia? - pregunta, pero continúa sin esperar una respuesta-. Es que da igual si golpeaste a una persona, a un animal, a una planta o a la feca de un perro, ¡Te quebraste un puto dedo!

Connor aprieta su puño izquierdo con una fuerza desmedida, mientras su mandíbula se tensa al igual que todo su cuerpo. Quisiera que Christopher comprendiese alguna vez, todo el infierno que Connor lleva en su interior, que entienda los demonios contra los que lucha día a día y terminan con su paciencia constantemente; pero no lo hace, y es por esto, que su opinión es superficial en cuanto a la situación de Connor.

- Estás fuera del torneo- aquellas palabras provocan que el corazón de Connor, de un vuelco furioso en su interior, y que la alarma se encienda en su sistema.

- Sabes que no es necesario- expresa Connor con determinación-. El torneo empieza dentro de dos meses, y la fractura es leve. Tengo tiempo de sobra, para estar en buen pie...

- Yo no creo en Santa Claus, Connor- lo cortó Chris con brusquedad y la frustración tiñendo su tono de voz.

Quiere llorar. Connor quiere llorar debido a lo injusto que cree es la situación, y lo enferma pensar, que todo aquello por lo que se ha esforzado y con paciencia esperado, se resbala por sus manos.

Sabe que a Chris no le gusta la idea, ya que ha puesto todas sus esperanzas en aquel chico que tiene la mente hecha un asco; pero la desobediencia es algo castigable y que, al menos él, no soporta dejar pasar.

Connor vuelve a alzar la mirada que, inconscientemente, había descendido hasta las zapatillas deportivas que trae puestas, y se encuentra nuevamente, con la severa y dolida mirada de su entrenador.

CONNORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora