x Capítulo extra x

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Después de largas noches de insomnio. Conversaciones sin fin con su mejor amigo. Golpear un saco desconocido, en algún gimnasio en el centro, sin encontrar sentido a ninguno de sus golpes. Después de haber encontrado aquel haz de luz en aquella inminente oscuridad, todo sentido ha desaparecido, aquella furia y destreza que lo llevó a competir en un campeonato nacional se ha vuelto humo. 

Todo vuelve al comienzo. Su alma destrozada camina por las calles de una ciudad desconocida, mientras en su mente baila la imagen de una sola mujer, aquella que logró talar una sonrisa en una roca con un simple mondadientes. Desde hace tiempo que los recuerdos dejaron de doler, desde hace tiempo que ya ha cesado en sus intentos por olvidarle, porque es imposible.

Redd logró en él, algo que ni su madre había alcanzado. Iluminó su oscuridad, se convirtió en su brújula cuando estaba perdido, y en su linterna cuando cuando no lograba ver nada. Sin pretenderlo, aquella chica se convirtió en su salvavidas, en su puerta de escape cuando estaba resignado a morir. 

Dos años habían transcurrido, y su vida no parecía haber sufrido mayores cambios. No volvió a hablar sobre ella. Mencionar su nombre en voz alta resultaría extraño. No obstante, cuando un lunes por la mañana, mientras se arreglaba y disponía para recorrer las calles de aquella nueva ciudad en busca de trabajo, se encontró con su fotografía en el fondo de uno de sus cajones, no pudo evitar romper en llanto. 

Su corazón dolía. Su alma dolía. Le desesperaba haber dejado ir a alguien que amaba sin haber expresado lo mucho que sentía, sin haber disfrutado su compañía debido a su terquedad y forma de ser. Todos cambiamos cuando algo nos golpea: Connor cambió para mal cuando su padre lo traicionó, y ahora se daba cuenta que la perdida de Redd lo cambiaría para bien. 

Los rencores desaparecieron, la terquedad y hostilidad también. Aquella tarde volvió al lugar que tantos recuerdos acarreaba, e hizo su camino hacia el cementerio. Su vientre estaba contraído, y sus pulmones dolían. Su corazón latía velozmente a medida que sus pies se acercaban al lugar que pocas veces ha visitado. 

Una vez allí, lee su nombre, con aquella caligrafía perfecta. Permite que la lagrima solitaria recorra su mejilla antes de inclinarse sobre la lápida y centrar su mirada en ella, imaginando su rostro sonriente esperando a que diga algo... cualquier cosa. 

—Te extrañé —dice él, y luego sonríe. —Te sigo extrañando, y creo que jamás dejaré de hacerlo.

"Eres un tonto melancólico", imaginó que ella decía, y sonríe entristecido.

—Nunca pude decirte lo que sentía, en realidad, amor. Nunca pude decirte lo que significabas para mí, sin embargo, siento que siempre lo supiste —expresa con orgullo. Una nueva lagrima recorre su mejilla, y no tarda en limpiarla. —Siempre supiste que eras mi ángel, aquel ángel que me ayudaría a salir de la penumbra. Un ángel que tuvo que marchar en cuanto cumplió su misión en la tierra.

Inhala profundamente cuando siente que las fuerzas eran infames, y mira al cielo con una leve sonrisa esbozada en sus labios.

—Me da rabia no poder tenerte a mi lado, abrazarte y contenerte; devolverte el gesto precioso que tuviste conmigo —expresa en un murmuro, volviendo la cabeza hacia la tierra. —Lamento no haber podido hacer algo contra el destino, lamento mucho nuestro futuro de mierda. Pero la vida es así, y algún día la muerte tocará mi puerta también.

Se silencia. Guarda para sí mismo aquellas palabras que le prosiguieron a su discurso. Sus ojos se cerraron, y su ceño se frunció con dolor. Una nueva lágrima cae por su mejilla, pero no se molesta en limpiarla.

"Eres el amor de mi vida, y haberte perdido solo me hace infeliz. Pero sé que tú no querrías algo como eso, ¿No? Puedo imaginarte diciendo: "Me esforcé por quitarte esa amargura, y cuando lo logro, vuelves a amargarte, pero esta vez por mi culpa. ¡Eres un desconsiderado y esta es una maldita ironía de mierda!".

Me marcharé. No volveré a esta ciudad de mierda, no hay nada que me haga volver. Jason esta feliz, dice que me estaba convirtiendo en zombie... ya sabes, muerto en vida... parecía muerto..."

Sacude su cabeza cuando se siente estúpido hablándole a una lápida. Se levanta del césped mirando fijamente la caligrafía en aquella piedra, y espera unos minutos antes de volver sobre sus pasos.

—Nunca morirás mientras yo esté con vida, amor. Te siento cada maldito día siguiéndome los pasos, aferrándote a mi vientre en las noches. Te siento, y no sabes lo desgraciado que me hace sentir no poder tenerte.

Las lágrimas vuelven a sus ojos, brillantes y melancólicos, mientras sus manos se refugian en los bolsillos de sus pantalones.

—Pero no volveré a caer en aquel terrible pozo oscuro... no, no cuando sé que no me encontraré a una Redd esperando en alguna cafetería. Te extraño más que la mierda. Y por ti, soy capaz de cualquier cosa. Soportar la vida real es más complicado que volverme el desgraciado que solía ser, y lo haré solo porque sé que, al final de camino, estarás tú esperándome. Y solo en ese momento, cuando tus brazos vuelvan a aferrarse a mi cuello, podré decir que soy feliz nuevamente.


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