Palomitas de Maíz de colores (Pochoclos)

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Ingredientes: ¾ taza de Maíz pisingallo, 4 cdas de aceite, 1 taza de azúcar, ¾ taza de agua, colorante vegetal de uso gastronómico de color preferido.

En una olla o sartén amplia con tapa colocar 1 cda. De aceite y un puñado de maíz pisingallo. Llevar la olla sobre fuego fuerte e ir moviéndola para que se calienten bien y no se quemen. Una vez que comienzan a reventar, bajar el fuego y mover sin parar la olla sosteniéndola de una de las manijas o mango. Una vez que no escuchamos más reventar el maíz, destapamos con cuidado y colocamos los palomitas de maíz dentro de un recipiente amplio (hacer varias tandas). Una vez terminados los palomitas de maíz comenzamos con el caramelo, colocamos juntos el agua y el azúcar en una olla pequeña o jarro y agregar aquí el colorante. Llevamos sobre fuego medio y sin revolver dejamos que oscurezca y tome buen color. De inmediato volcar (con mucho cuidado) sobre los palomitas de maíz mezclando bien para que todos queden acaramelados.

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—¿Palomitas de maíz?

—Listas

—¿Película?

—En el dvd cargando y con muchos anuncios, lista

—¿Teléfono?

—Silenciado.

—Genial. Esta será la mejor tarde de películas. Al fin podremos ver toda la saga de Harry Potter seguida, nada puede salir mal.

Azul y el fantasma esclavizado favorito de todos se encontraban listos para su función. Con respecto a cómo consiguieron el tiempo justo, vale aclarar que los constantes paros en la universidad por falta de presupuesto hicieron que fuese posible. Porque de mas esta saber que los estudiantes casi no los usan para estudiar, a pesar de que los perjudican ampliamente.

En fin, sillón, casa, pelis, timbre...

—¿Timbre? —dijo Matt.

Efectivamente en ese instante sonó el timbre.

—El relator se adelanto a los hechos.

No me lo eches en cara fantasma. Volviendo... Azul se dirigió a la puerta y abrió.

—Hola —dijo Franco entrando campante por el departamento y sentándose en el sillón con las palomitas de maíz en manos— ¿Qué hacías?

—Si, adelante cuando quieras —y al ver que no respondió a su sarcasmo, Azul frunció el ceño—. Estaba por mirar una película.

—¿Sola? Que aburrida...

Matt rodó los ojos —Deshazte de él, va a arruinar todo.

—Si, es que quería ver Harry Potter y es mi día libre, no hay tiempo de llamar a nadie.

—Si quieres puedo quedarme.

—No gracias, estoy bien.

—No tengo nada más que hacer, así que me quedo.

—No estás invitado.

—¿Consideras que podrías sacarme a la fuerza?

—Francamente, siento que esto es una invasión.

—Siendo franco, no me importa.

Azul se resignó y se sentó al lado de el sacándole las palomitas de maíz.

—Hay que hacer algo —dijo Matt. Azul miraba fijo al frente donde se encontraba la tv— Si quieres decir SI cierra el ojo derecho, NO es rascarte la nariz —Azul cerro su ojo— Vale, yo sabía que te gustaba pero no tenias que guiñarle el ojo tan poco disimulada.

Azul pegó un manotazo traspasándolo.

—Eh... ¿Sucede algo contigo? —dijo Franco sorprendido.

—Una mosca. Insoportable mosca.

Matt salió por la puerta. Dos minutos después un ruido insoportable se escuchó desde otro piso.

—Esos son ¿Mis instrumentos?

—Tal vez, deberías ir a ver.

—Nah, déjalos. Tal vez sea otra persona.

El ruido comenzó a profundizarse.

—¿Tan fuerte y parecidos? —dijo Azul levantando una ceja.

—Vale, puede que si sean. Iré a ver.

Franco salió del departamento y Azul cerró la puerta con llave.

—No vuelvas.

—No me extrañes.

Azul puso cara de asco pero luego volvió tranquila al sillón. Unos minutos después Matt se le sumó.

—Eso estuvo fácil.

—No tientes a la suerte.

Alguien golpeó a la puerta.

—Te lo dije.

—No se si deberías abrir. Tal vez volvió.

—Debería preguntar quién es.

—Buen punto.

—¿Quién es?

—Mirta.

—Oh no.

—¿Azul estas ocupada? Te escucho hablar con alguien.

—Oh, es... la tv —dijo mientras abría la puerta— ¿Qué se le ofrece?

—Vine para saber si podías enhebrarme la aguja en este hilo. Es que no veo bien y mi marido tampoco puede y el portero me pidió si podía coser las cortinas del hall del edificio.

—Por supuesto.

—Bien, ten —Mirta le entrego un paquete de agujas y de hilos diferentes.

—¿Cuál de todos usara?

—Pues todos. Lo haré a mano.

—Pero, ¡le llevara horas!

—Y a ti enhebrar todo eso —añadió Matt.

—Oh, es un pequeño sacrificio por el edificio.

—¡Bruja!

—Que amable de su parte señora Mirta —dijo Azul sonriendo falsamente.

Un par de horas después, Azul terminó y le entregó las agujas a Mirta.

—¿Están todas?

—Si yo... —dijo ella pero no terminó la frase porque Matt pegó un portazo en la cara de Mirta.

—Ya esta, ya cumpliste. Ahora película. AHORA.

El celular de Azul comenzó a sonar.

—¿No estaba en silencio?

—Excepto un numero —dijo Azul tomando el teléfono— Hola mama.

Una voz se escuchó parlotear y el rostro de Azul cambio de expresión. Matt se pregunto porque no tenía poderes para meterse en el teléfono y escuchar. Finalmente colgó y Azul con cara de enojo comenzó a tomar sus cosas.

—¿Qué paso?

—Levantaron el paro. Me temo que no habrá maratón hoy.

—¿De verdad? Empiezo a pensar que tenemos muy mala suerte. O el narrador nos odia.

—Ambas seguramente. Me voy a la facultad otra vez, nos vemos luego.

—Adiós.

Azul se fue y Matt se quedo mirando las palomitas de maíz hasta que decidió tirarlas por la ventana, las cuales justo fueron a darle a un sujeto encima.

—¡Hey! ¿Palomitas de maíz? ¿De dónde salieron?

—Es que las palomas del vecino se tomaron el día libre y había que buscarles un reemplazo –dijo Matt mientras cerraba la ventana riendo. 

Recetas del fantasmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora