Torta en taza

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Torta en taza

1 cucharada de manteca o aceite

2 cucharadas de harina

1 cucharada de azúcar

Polvo de hornear (solo un poco)

Esencia de vainilla, cacao, o ralladura de limón (a preferencia)

Se mezclan en una taza primero los ingredientes sólidos y luego se le agregan los ingredientes líquidos (o al revés, el orden de los factores no altera el producto en este caso). Una vez que se consigue una masa liquida, se la mete en el microondas por 3 o 4 minutos y listo.

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Como cada mañana de su existencia, Azul despertó, se frotó los ojos y se incorporó en la cama solo para encontrar que Matt se hallaba allí parado con el ceño fruncido a su lado.

—¿Qué haces ahí?

—Estoy observándote dormir.

—¿Por qué?

—Quiero ver que diferencia hay en tu forma de dormir cuando babeas la almohada y cuando no.

—Eres asqueroso.

—Es un asunto científico.

—Oh, si. Estoy segura que en el centro de investigación fantasmal están muy intrigados.

—Si hubiera un centro regulador lo estaría, lo sé. ¿Has visto Casper?

—Si, ¿Qué tiene?

—A él y sus tios los controlaban según la cantidad de sustos que daban, como cuotas a pagar. Si a mi me pasara estaría frito.

—Bueno, tal vez no asustes como otros fantasmas, pero que eres molesto, lo eres. Ahora deja que duerma un rato mas.

—No hay problema, pero son las nueve.

—¡¿Qué?! —Azul miró su reloj. Nueve treinta, tenía que estar a las ocho en la facultad.

—Desconecté el despertador para que pueda verte dormir mas tiempo.

—¡Te mato! No, ¡Te revivo!

—¡Noo! —Matt huyó de la habitación cuando Azul salió de la cama. Mientras gritaba maldiciones al fantasma se vistió y corrió hacia la facultad.

Matt desde la puerta observó como Azul se alejaba del edificio divertido

—Me pregunto si recordara que hoy no tiene clases antes de llegar a la universidad o cuando no encuentre a nadie allí.

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Franco se encontraba tocando la guitarra cuando un golpe en la puerta lo sobresaltó. Se acercó a ella y abrió lentamente para encontrar un conejo cabeceandola. El pequeño entró a los saltos y se subió al sillón. Rápidamente Franco fue por el y tomándolo en sus brazos cruzó el pasillo y golpeó la puerta. El vecino Mago abrió riendo cansado.

—¡Rodolfo! 

—Franco en realidad.

—No, el es Rodolfo —dijo señalando al conejo— Muchas gracias por traerlo, lo estuve buscando todo el día.

— ¿Como se supone que salió?

— No lo sé. Es un conejo escapista, siempre lo hace.

— Debería tenerlo en jaula.

— ¡Oh, no! No le gustan. Me mordería en las funciones. 

— Esta bien —dijo Franco entregándole el animal— Solo no deje que golpee mi puerta.

—¿Como va a hacer eso un conejito? 

Franco se encogió de hombros y se giró hacia su departamento. Matt estaba apoyado al lado de su puerta.

—Me equivoqué de casa, ya se nos esta haciendo demasiada costumbre con Azul aparecer en el piso del músico. 

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El portero se encontraba barriendo la vereda y Mirta le alcanzaba jugo cada vez que podía para que no se canse. En ello, Azul llegó refunfuñando.

— ¡Azul! ¿Que tal tu día? 

— Olvidé que suspendieron las clases hoy.

— Oh bueno, todos tenemos un mal día a veces.

Azul asintió con la cabeza y entró en el edificio en el momento que Franco bajaba con su guitarra al hombro.

—Hey.

—Hey.

—¿Ocurre algo?

—Vengo de clases.

—Hoy no hay clases.

—Por eso.

Él comenzó a reírse por lo que Azul se irritó y lo dejó solo, aunque podía escucharlo a medida que subía hacia su departamento.

Al entrar Matt se encontraba dentro sonriendo.

—No digas nada.

—Hice algo de comer.

—Se te permite hablar luego de que coma entonces.

—Es bueno saberlo. Es torta de microondas. 

—Es lo mejor del día hasta ahora. Celebremos.

—¿Qué cosa?

—No lo sé, inventa algo.

—¿No cumpleaños?

—¿Qué?¿Ahora somos una historia de Disney?

—Bueno, no. Festejemos la vida.

—Eres un fantasma.

—¡Que difícil que te volves a veces!

Y así, un fantasma y su Azul comieron torta felices. Y Matt casi no se fijó en la baba del día siguiente. Casi.

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