Galletas de Miel

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manteca 125 g 
avena arrollada 375 g 
miel 300 g 
leche 70 g 
harina 500 g 
polvo para hornear 15 g 
vainilla cantidad necesaria 

Tamizar la harina junto con el polvo para hornear y formar una corona. 
En el centro colocar el resto de los ingredientes, más la manteca pomada. Mezclar hasta lograr una masa uniforme. Estirar con palote hasta dejar la masa de 1/2 cm de espesor. Cortar las galletas usando un cortante. Colocar en placa para horno cubierta con papel manteca y llevar al horno.Cocinar a 160ºC durante 8 minutos aproximadamente.

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El viento que corría en la mañana era leve pero se hacía sentir al chocar contra los arboles y hacerlos danzar. Una mariposa se acercaba tímidamente a una flor del complejo universitario mientras los alumnos somnolientos caminaban a sus aulas o encuentros. Los coches acaparaban toda la cuadra y si podían estacionarse cerca del café que vendía los muffins mas deliciosos de la zona, mucho mejor. Todo ocurría al mismo tiempo que el sol estaba alto y luminoso, y por supuesto, sin ningún tipo de actividad fantasmal a la vista.

Quedaban solo veinte minutos para entrar a su próxima clase. Azul estaba sentada en el pasto y en sus piernas Gabriel descansaba la cabeza, sonriendo con los ojos cerrados.

-Podría acostumbrarme a esto –Dijo el sin moverse- A nosotros juntos quiero decir.

-Bueno, pronto me recibiré de almohada.

El rio –No me refiero a eso. Me refiero a que me gustaría pasar más tiempo contigo.

-¿Aun mas? ¿Cómo?

-Azul ¿Quieres ser mi novia?¿Para amarte y respetarte y cada vez que pose mi cabeza, tus rodillas acalambrarte?

-Si –dijo ella- Excepto lo de las rodillas. Eso fue tan poco romántico.

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-A ver veamos mi lista de cosas por hacer hoy. ¿Buscar ratones? Si, ¿Mirar como Mirta intenta conquistar al portero? Desgraciadamente si, ¿Esperar a Azul?...

Detrás de el, la puerta se abrió y Azul entro sonriente y se arrojo al sillón. Matt observo que era una de las pocas veces que ella le sonreía. Cosas raras si las hay.

-¿Sabes? La vida es hermosa ¿Quieres saber por qué?

-No –Y prosiguió- ¿Molestar al vecino mago desapareciendo su conejo? –un conejo salto desde la cocina y fue hacia Azul. Lejos de enojarse lo tomo y le acaricio la tripa. Ya van dos cosas raras hoy, pensó Matt- ¿Vigilar el edificio?

Un grito interrumpió su soliloquio.

-Puede que deba hacer eso.

Matt salió del apartamento dejando a Azul consintiendo al conejo y busco el lugar del sonido. Al parecer era el departamento 7G y se escuchaba un martillo constante ahí. Atravesó la puerta y pudo ver una pareja aterrorizada viendo hacia una pared.

-¡El martillo golpea solo! –dijo el hombre.

-Ve por el portero.

-¿Piensas quedarte sola con eso?

-Buen punto. Vamos juntos.

Matt se apresuro a rodear la pared y buscar el problema. , pero no lo encontró hasta que estuvo detrás. En el cuarto de la pareja, un sujeto golpeaba la pared con un martillo que tal vez le pertenecía al dueño de la casa.

Este nuevo hombre llevaba un overol, sombrero anti derrumbe, una camiseta algo sucia, lentes protectores y zapatos cómodos. Pero había algo inquietante en el. Tal vez solo fuera el hecho de que era transparente.

-¡Hey tu! ¡Deja ya de martillar mi edificio!

-Soy Bob, soy carpintero. Tengo que terminar.

-Esta pared esta perfecta.

-Yo martillo, yo serrucho.

-Yo patada a ti –dijo Matt impaciente- Vamos, ven conmigo.

Matt tomo al fantasma por la ropa. Este se dejo llevar contento.

-Deja el martillo.

-Pero…

-¡Que lo dejes!

-Bueno. Soy carpintero…

-Y yo muy paciente.

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-El amor es tan hermoso conejo.

-Por favor Azul ¡Baja de la nube! –dijo Matt entrando con el nuevo –Tenemos un problema aquí.

-No hay problemas. La vida es tan bella.

-Ni siquiera estoy vivo. Y Bob tampoco.

-¿Bob? ¡Qué lindo nombre!

-Bien Bob –dijo Matt girándose a su compañero –Hoy no se puede razonar con Azul. Somos tu y yo ¿Entiendes?

-Tú y yo –repitió Azul sonriente y perdida en algún lado.

-Soy carpintero –dijo Bob.

-Muerte ¿Por qué me abandonaste? –dijo Matt mirando al techo.

-Yo serrucho, yo martillo.

-Sí, si. Ven, vamos a buscar algo acerca de ti, o un lugar para ti, o alejarte de mí. Lo primero que ocurra.

Matt volvió a arrastrar al fantasma afuera, pero esta vez se llevo la guía telefónica con él. Ambos caminaron calle abajo un buen rato. A menudo, Matt tenía que parar porque Bob se quedaba martillando algo o quería hablar con la gente.

Luego de buscar varias direcciones, por fin encontró lo que buscaba: La carpintería de Bob.

-Bueno, esta es tu casa. O lo era cuando estabas vivo. Si aun mantienen tu taller podrías vivir aquí.

-¿Mi taller?

-Así es.

Bob no parecía recordar nada. Matt se pregunto si eso era por algún hecho en especial.

En ello, escucho una voz dentro del taller y decidió entrar. La voz provenía de una mujer que hablaba por teléfono. Su expresión era entre preocupada y triste.

-El último trabajo que Bob estaba haciendo era una banca para los señores Fernandez. Hace dos días antes de morir dijo que debía terminar. Mira ahora, estoy endeudada, sin Bob y con una banca a medio terminar. Al escuchar aquello Matt salió afuera por Bob.

-¡Hey tu! Tengo noticias. Ya se porque te quedaste en este plano y no moriste ¡tienes un asunto pendiente!

-Yo martillo, yo serrucho.

-¡Exacto! Debes terminar tu trabajo.

-¡Sí! Soy Bob y soy carpintero.

-Esa es la actitud. Ahora esperemos a la noche, trabajaremos toda la madrugada.

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Matt volvió al departamento a las nueve de la mañana. Azul le arrojo un almohadón ni bien traspaso la puerta.

-¿Dónde estabas? ¿Tienes idea de la hora que es? ¡Estaba preocupada!

-Estabas distraída, así que me fui a ayudar a Bob. No me culpes por haber hecho lo correcto.

-¿Y bien? ¿Lo lograste al menos?

-El… paso al otro plano.

-¿Murió?

-Sí. Terminamos la banca a las cinco. Desperté con cuidado a su esposa a las seis y ella llevo la banca para venderla. Obtuvo una buena cantidad, lo suficiente como para un par de semanas hasta que pueda alquilar o vender la carpintería de Bob. Luego de ello, Bob vio una luz y desapareció.

-Oh bueno –dijo Azul sonriendo- Seguro que él está bien Matt.

-Sí, creo que lo está.

-Ven. Sé que te animara. Vamos a hacer galletas de miel y avena. Te distraerá un poco y a Gabriel le gustan.

-Y aquí vamos otra vez con la loca enamorada. 

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