»Libre en la Oscuridad«

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=Louisa

No podía pensar con claridad todo se había vuelto oscuro de repente y ya no pude ser consciente de lo que ocurría a mi alrededor. Pero la verdad era que por primera vez desde hace tiempo me sentia libre. Y era una sensación enriquecedora, me puse a pensar también en que quizá si no despertaba ya no me vería en el deber de llevar a cabo la boda que había quitado de mi las ganas de seguir existiendo.

Recordé entonces que alguna vez había escuchado mencionar al vicario que desear la muerte del prójimo era pecado, pero no recordaba haber oído, si desear la muerte propia también lo era.

Comencé a sentir entonces que alguien tocaba mi mano. Después de que todo se tornara negro había escuchado algunas voces lejanas que no pude reconocer. Pero esto era algo nuevo.

—En definitiva a mejorado mucho —escuche que decía un hombre cerca de mi—. Su pulso es fuerte y su semblante aunque aún luce un poco demacrado ya no tiene la palidez que mostraba hace dos días.

—Y entonces, ¿por qué todavía no despierta Doctor?—preguntó Sophia, a la que al fin logré reconocer.

—Es muy difícil precisar el motivo exacto. Sin haber hecho un examen exhaustivo aún. Pero por lo que me ha contado, puedo suponer que el origen de su mal es más mental que físico. Aunque ambos se entrelazan. Es a lo que llamamos depresión.

—Pero seguro se recuperará pronto ¿no es así?—ahora también reconocí el frío tono de voz de mi madre—. Necesitamos que lo haga, puesto que se casa en algunas semanas.

—Eso solo depende de ella, como médico he hecho todo lo que estuvo a mi alcance. Y no puedo medicarla hasta que recobre la conciencia. Pero si la señorita no desea despertar, nada más se puede hacer— le respondió el Doctor con voz seria.

Puede que también a él le molestara la frialdad con la que Julia Peniafort hablaba de mi. Como si fuera un trozo de pan mohoso del que se tenía que deshacer antes de que se pudriera por completo.

—Si me disculpan tengo que pasar al hogar de otro paciente. Cualquier cambio que noten no duden en avisar de inmediato.

—Muchas gracias Doctor O'Hara—lo despidió Sophia.

—Que tengan una buena mañana. Con permiso.

Escuche el sonido de la puerta al abrirse y luego cerrarse.

—¿Qué haremos si a esta niña tonta se le ocurre no despertar? No podemos volver con ella en ese estado—comenzó a quejarse en cuanto el médico se fue—. Si no fuera porque el señor Gregson se fijo en ella, habrías sido tú la que ahora se convertiría en su esposa...¡Eso es!—exclamó y presentí que lo que diría no era nada bueno—, si está egoísta se muere tu tomarás su lugar ¡Es una idea brillante!

—Mamá, yo jamás podría hacer algo semejante. Además el señor Gregson está enamorado de Louisa, seguro que esperara hasta que sane por completo.

Mi madre dejó salir una carcajada amarga.

—Eres igual de ilusa que ella. Pero la decisión ya está tomada y es mejor que te vayas haciendo a la idea.

De nuevo el sonido de la puerta y después tan solo el silencio. Yo no podía permitir que mi madre le hiciera también la vida miserable a mi hermana. Fue entonces que decidí hacer acopio de toda la fuerza que todavía poseía e intentar sobreponerme.

Podía ser todo lo infeliz que alguien pudiera ser, pero no sería una cobarde y si ese matrimonio era mi destino lo enfrentaría.

Lo intente y volví a intentar no sé por cuánto tiempo, hasta que poco a poco mis parpados fueron cediendo. Una tenue luz se filtró por ellos y percibí una silueta a los pies de la cama.

—¿Sophia?—la llame con la voz ronca ya que mi garganta estaba reseca.

—¡Louisa!—exclamó muy asombrada y de inmediato se sentó a mi lado—. Que bueno que has despertado.

—Quiero agua.

—¡Claro que si!

Se puso de pie y me facilitó un vaso lleno del líquido. El cual tome gustosa, con ayuda de ella. Ya era tiempo de saber qué era lo que había ocurrido en estos días.

Camino al AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora