Scott
Regresamos a Thornwell House con la tarde avanzada y era extraño pero por un tiempo, mientras estuvimos fuera, volvió a mi esa sensación de paz y la creencia de que tal vez, después de todo, mi vida no era tan mala. Aunque aquél encuentro con lady Chatterley me había dejado con varios recuerdos desagradables rondando por la mente, éstos se esfumaron en cuanto escuché a Louisa Peniafort reír a causa de las ridículas historias que Anthony contaba. No con esa risa fingida que las damas de sociedad interpretaban sino con aquella que es sincera y espontánea y que se contagia con tan sólo escucharla.
Dejamos a los caballos y nos encaminamos a la casa cruzando el jardín. En cuanto subimos la escalinata y pisamos el interior, el ruido de voces llegó a mis oídos. Y la idea de que el haberme dejado ver de nuevo hiciera que los visitantes volvieran a aparecer por mi casa no me causaba gracia. Entonces me encamine hacia el salón con las señoritas Peniafort detrás de mi, dispuesto a deshacerme lo más pronto posible de cualquier persona que estubiera allí dentro.
Mi sorpresa fué bastante grande al entrar y darme cuenta de que nunca antes había visto a aquél hombre que acompañaba a la señora Peniafort.
—Oh, milord —, comenzó a hablar la dama.— Esperó que no le moleste el que haya avisado a mi futuro hijo de nuestra precaria situación.
—Por supuesto que no— respondí con una desagradable sensación recorriendome. Ése era el hombre con el que Louisa se casaría y no sabía porque la idea me enfurecia tanto.
—De igual manera me disculpó por presentarme en su casa sin haber sido invitado. Pero la carta que me envío la señora Peniafort me dejo muy preocupado, así que me apresuré a venir en cuanto dejé todo arreglado.
—Le comprendo perfectamente.
—Mi mayor preocupación era la salud de mi amada prometida—. Se acerco a ella y posó su mano en su mejilla, con lo que consiguió que tuviera el deseo de romperle ambas manos para que no pudiera tocarla de nuevo.— Pero por lo que veo ya se siente mejor.
Dicho esto se alejó de ella y pude notar que de nuevo estaba sumida en sus pensamientos, sin mirar a nadie y sin articular ni una sola palabra.
Mientras yo la miraba intentando contener las ganás de tomarla entre mis brazos y alejarla de aquél hombre para siempre.—Mamá, tenemos que cambiarnos para la cena— le recordó la menor de las señoritas.
—Tienes razón Sophia. El señor Gregson se está hospedando en un hotel pero tengo la seguridad de que a lord Hastings no le molestara que se quedé a cenar con nosotros.
Me busco con la mirada y para mi desgracia me encontré respondiendo:
—Por supuesto que no me molesta—, entonces me quedo claro que tenía que dejar esa maldita costumbre de portarme como un caballero.
—¡Magnífico! Avisaré a Arthur, para que se disponga otro lugar en la mesa. Vamos niñas.
Dicho ésto abandonaron el salón dejándome sólo con aquél hombre.
—Le agradezco todo lo que ha hecho por mi amada Louisa, su madre y hermana—. Iba a responder que mi ayuda había provenido de una simple casualidad. Por haberme encontrado en el momento apropiado, pero no me dejo pronunciar palabra algúna y continuó hablando como si no necesitara ninguna explicación —. Sin embargo considero mi deber comunicarle que desde mañana podrán prescindir de su amable ayuda. Dado que ya estoy aquí, entenderá que ya no es necesaria.
—Desde luego— pronuncié esperando sentir el alivio que supuse la noticia me daría, pero esté no llegó y lo único que pude sentir fué tristeza al darme cuenta de que Louisa Peniafot no me necesitaba más.
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Camino al Amor
Historical FictionEl matrimonio de Louisa Peniafort con uno de los hombres más ricos del condado se realizaría en tan sólo seis meses y aunque ella lo hubiese aceptado,su corazón aún se revelaba a la idea de casarse sin amor. Así sin mas opciones se embarcó en un via...