Digimon Tamers: Millennium. Parte: I

16. Amenaza de muerte. Parte I

Angewomon no entendía lo que acababa de pasar. Aun después de que su compañera le dijo al digimon que viviría, ella simplemente le ordeno que lo asesinara. Eso era algo que nunca había visto en Rita. Algo la había cambiado.

—Se lo que piensas —dijo Rita —. Mientras estés en esa forma nuestras mentes están unidas. Pero no es el momento de pensar en lo que le paso a ese digimon.

Fría y seria, así había conocido a esa chica, durante 5 meses de vivir juntas creyó que la conocía bien, pero ahora ella ya no sabía que pensar. "Los quiero muertos a todos" había dicho Rita. Esa frase atormentaría a Angewomon de por vida. Eso era algo que solo diría una persona que ha perdido la razón.

Ahí fue cuando una visión paso por su mente.

Su cabeza le dolió lo suficiente como para hacerla arrodillarse, miro hacia Rita y vio que ella también sentía lo mismo. La chica estaba igualmente de rodillas y tenía sus manos contra el suelo. Poco a poco todo a su alrededor se paralizo y un segundo después se encontraba en el digimundo.

La escena a la que fue transportada en su mente era muy parecida a la que tuvo hace no mucho tiempo, solo que ahora la veía con más claridad. A su alrededor había fuego que consumía todo a su paso, digimons peleando entre sí, las montañas que había visualizado antes no eran montañas, eran castillos. Sus paredes de roca eran impactadas por grandes bolas de fuego que debilitaban las estructuras con cada golpe. Un digimon con forma humanoide fue partido a la mitad en pleno vuelo. Otro con forma difícil de describir exploto cuando lo golpeo una de las bolas de fuego. Y un tercero sucumbió ante dos digimons más que le arrancaron la cabeza. Varios metros delante de ella logro observo a un digimon en específico, un pequeño digimon que corría a cuatro patas entre el infierno que había a su alrededor, uno que era imposible de no conocer, era ella en su forma de Gatomon.

Siguió corriendo hasta que una pequeña bola de fuego negro golpeo el suelo cerca de ella, el impacto hizo que tropezara y quedara sobre el suelo. No muy a lo lejos se acercaba una figura envuelta en fuego negro, la misma figura que había visto en su anterior visión.

Una vez que se acercó lo suficiente pudo notar que, a pesar de estar cubierta de fuego, tenía una figura femenina y era tan alta como ella en su forma de Angewomon.

—Mírate —dijo con una voz serena—. Y pensar en lo que te convertirás.

—¿A qué te refieres?. —dijo Gatomon.

El ser en llamas se sentó a un lado de ella.

—Tal vez no lo entiendas aun, pero lo vas a hacer. Y cuando lo hagas, el será libre.

Aquel ser se puso en pie y apunto hacia el pequeño digimon con su dedo. La luz verde segó a Angewomon y luego su visión se trasladó a otro lugar.

Este era un sitio completamente desconocido para ella. Se encontraba en una gigantesca caverna de roca color gris. Frente a ella se encontraba una gran puerta doble, una era de color blanco tan pulida que podía ver su propio reflejo y la otra era de un negro atemorizante. Poseía unos tallados con forma de látigos de fuego en sus esquinas, de colores blanco en la puerta oscura y negros en la puerta clara. Los pomos tenían forma de flama y al igual que los tallados, tenían el color invertido.

—Una llave y un candado—dijo una voz—. Una llave y un candado que equilibran la balanza. Así como el bien y el mal equilibran esta puerta, una puerta que no debe abrirse.

—¿Y qué pasa si se abre? —pregunto ella, pero la voz no le contesto.

De pronto escucho un sonido parecido al que hace el hielo cuando se rompe. Las puertas comenzaron a temblar y se abrieron lentamente, barriendo con la tierra y pulverizando las rocas que se ponían en su camino. Cuando ambas estuvieron completamente abiertas, ella solo pudo ver oscuridad dentro de ellas, solo era un espacio negro hasta que dos grandes y redondas figuras rojas aparecieron en la oscuridad. Una ráfaga de viento que olía a muerte la golpeo de lleno y la mando a volar.