Norma 8: Siempre mantener una amistad con brujos.

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Observo fijamente a Fred mientras él y mis esclavos cenan. Todavía no logro entender como no puede recordar nada del tormento de la noche anterior. Ni siquiera pudimos aligerar su dolor con calmantes. ¿Cómo es posible que haya olvidado todo el sufrimiento, toda la pesadilla? Por un instante, en cuanto cesó su agonía y despertó, tuve la esperanza de encontrar a Drake, pero ese sueño nunca sucedió.

Miles de preguntas sin respuesta se arremolinan en mi cabeza y ya no lo soporto más. Debo encontrar a alguien que pueda ayudarme, alguien que pueda devolverme a Drake, o como mínimo, que pueda informarme sobre la maldición. Y sé perfectamente a quien acudir.

Me levanto del taburete y dejo mi copa con sangre en el lavavajillas.

- ¿Dónde vas? - me pregunta Fred, dando un bocado a su hamburguesa.

- A cambiarme.

- ¿Vas a salir? - detengo el paso y me giro, dirigiendo toda mi irritación hacia él.

- Puede. No me esperéis despiertos. - vuelvo a girarme y entro en mi habitación cerrando la puerta tras de mí.

Me visto con uno de mis modelitos para cazar. Hoy no voy a hacer tal cosa, pero en el caso de que el local ya esté abierto y lleno de gente, con otro tipo de atuendo puedo llamar demasiado la atención, cosa que no necesito en estos momentos.

Salgo del apartamento sin escuchar ninguna queja de los chicos, algo que me parece un tanto inusual, y camino por las familiares callejuelas nocturnas, mal iluminadas por pequeñas farolas.

Al girar en una esquina, siento la extraña sensación de estar vigilada, así que miro hacia atrás, esperando encontrarme con algún estúpido humano. Pero parece no haber nadie.

Retomo mi camino, llegando por fin a la pesada puerta metálica que utilizan los camareros para salir a fumar, y rezo por que no esté cerrada.

Es raro encontrarme con el local totalmente vacío e iluminado, ya que nunca acudo antes de las doce.

- ¡Rayan! - mi amigo, que estaba sujetando varias cajas con latas de refresco, cae al suelo ante la impresión.

- Leia, ¿Qué haces aquí? - dice reincorporándose y recogiendo las cajas.

- Necesito tu ayuda, es importante. - el rueda los ojos, deja las cajas encima de la barra y me conduce hacia una de las pocas mesas que decoran el club.

- Te ayudaré, pero prométeme que nunca volverás a utilizar esa puerta sin mi permiso.

- Lo prometo.

- Bien, ¿Qué deseas?

- Sé que quieres escapar de ese mundo, que reniegas de tu don y finges tener una vida normal, pero es cuestión de vida y muerte.

- No necesitas mi ayuda como amigo, sino como brujo, ¿Cierto? - pregunta pronunciando la palabra 'brujo' con repulsión.

- Solo necesito información sobre un asunto. Por favor Rayan, es muy importante - le ruego haciendo pucheros.

- Esta bien, ¿Qué quieres saber?

- ¿Cómo se elimina una maldición? - su rostro se vuelve completamente pálido y su mirada muestra preocupación.

- Leia, ¿En qué lio te has metido?

- Tengo un amigo que está maldito, por favor, contéstame.

- Cada maldición es diferente, tienes que especificar de qué clase.

- ¿Clase? - le pregunto confundida. Rayan vuelve a soltar un suspiro, esta vez de frustración.

- Si clase. Existen tres tipos de maldiciones: simples, moderadas y las prohibidas. Las simples son como tener mala suerte o jaqueca por un año, o desaparecer por varios días. Luego están las moderadas, que son básicamente las que duran toda tu vida. Y por último, las prohibidas, que son extremadamente peligrosas no sólo para el maldecido, sinó también para el brujo, ya que requiere una considerable cantidad de energía. Esas maldiciones pueden desde eliminar tus recuerdos o sumirte en un profundo sueño de manera permanente e incluso, en algunos casos la muerte.

- La prohibida. - logro expresar, temblando. - Digamos que murió hace mucho tiempo y ahora ha regresado.

- Leia, si quieres que te ayude debes contarme toda la verdad. - le miro directamente a los ojos. Desde que llegué aquí ha sido como mi mejor amigo, mi único amigo a decir verdad, pero siempre he mantenido cierta distancia. No es que no confíe en él, simplemente no quiero encariñarme. Y es que ser inmortal, no es tan divertido como parece. Los humanos llegan y desaparecen cual estrella fugaz, y yo solo puedo ser una mera espectadora impotente y solitaria, condenada a vagar por la tierra hasta el fin de los tiempos.

Muchos matarían por vivir eternamente, yo mataría por poder renunciar a mi soledad eterna.

- Está bien, pero prométeme que esto quedará entre nosotros. - asiente con la cabeza haciendo un gesto con las manos en los labios, representando una cremallera imaginaria.

Respiro hondo y finalmente le cuento toda mi historia. Cómo lo conocí, nuestra separación, mi muerte, mi vuelta, nuestra vida en el castillo, su muerte, mi depresión, mi radical cambio tanto de ambiente como de aspecto y personalidad y por último, le cuento quién era su padre, le informo sobre la maldición y le explico la singular aparición del humano.

- Voy a serte sincero, el Rey Edrick es considerado sino el más poderoso, uno de los más poderosos. Supongo que ya lo sabes, pero es el único ser nacido de una bruja y un vampiro.

- Al grano. - protesto nerviosa.

- Por lo que sé, este tipo de maleficios se rompen devolviendo a la persona a su estado original, en tu caso, debes convertir a Fred en un vampiro, así podrás recuperar a Drake.

- ¿Tan sencillo?

- La complicación es que esta maldición proviene de Edrick, que como ya he dicho, es muy poderoso. Cabe alguna posibilidad de que haya introducido algunas modificaciones para manteneros alejados el mayor tiempo posible.

- No tengo ninguna duda de ello. ¿Y cuáles son los riesgos?

- Puede darse el caso de que no recupere sus recuerdos y hay una pequeñísima probabilidad de que quede inconsciente o muerto durante el proceso.

- ¿Qué? - logro pronunciar temblando entre susurros.

- Leia, es solo una pequeña posibilidad, - se levanta y me abraza intentando calmarme pero no lo consigue. - Es muy improbable que ocurra tal cosa.

­- No estoy segura de que valga la pena correr ese mínimo riesgo. Ni siquiera estoy segura de querer sacrificar a Fred para que Drake vuelva.

- Mírame. - con sus manos en mi mejilla, mueve mi cabeza suavemente para observarme fijamente a los ojos con seriedad. - Nunca vas a perder a Fred porque él es una parte de Drake, Fred es su personalidad humana, la personalidad inocente que todavía no ha descubierto su verdadero ser. No le matarás, sino que le ayudarás a recuperar su vida.

Un pequeño estruendo me obliga a enfocar mi vista hacia una melena rubia que acaba de aparecer de la nada. Le observo atónita mientras mis dos esclavos aparecen detrás de él.

- Conviérteme Leia, necesito saber qué he olvidado.

Las normas de LeiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora