Norma 13: no dejar escapar a las presas (Parte 3)

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FRED

— ¿Qué haces? — pregunto impidiendo que Will saque una cámara de su mochila.

— ¿Tú que crees? Esta puede que sea mi única oportunidad de grabar algo verdaderamente espeluznante. — ruedo los ojos ante su estupidez.

Cuando Rayan nos mostró la tabla ouija nos explicó que no existía ningún objeto capaz de comunicarse con espectros o almas muertas. Al parecer este instrumento solo facilita la tarea de encontrar el alma viva y solo los seres nacidos con el don son capaces de visualizar y contactar con almas de personas fallecidas.

— Ni se te ocurra. — le susurro mirando de reojo al brujo, que sigue en la misma posición desde hace una hora. — Dijo que necesitaba tranquilidad y silencio.

Sin siquiera prestarme atención, mi amigo me aparta y empieza a montar el trípode muy cerca de Rayan y de la tabla ouija, enfocando las manos que dibujan un sinfín de palabras a través del pequeño tablero. Afortunadamente, el brujo parece no haberlo notado, ya que sus ojos siguen cerrados y su boca sigue dejando escapar algún que otro murmullo inentendible.

Con todo el equipo ya montado, Will se sienta de nuevo en uno de los pequeños rincones de la habitación, lo más alejado posible de Rayan, con su portátil en mano.

Tras varios minutos, las luces empiezan a parpadear y los ojos del brujo se abren, mostrando una superficie totalmente blanca, sin rastro del iris o la pupila. Soltamos una pequeña exclamación al unísono al presenciar tan terrorífica escena.

De repente, las luces vuelven a su estado normal, al igual que los ojos de Rayan, quien parpadea varias veces hasta que se acostumbra a la tenue luz de las lámparas. Su ceño se frunce ligeramente y nos dedica una mirada asesina.

— Os dije que os mantuvierais alejados de mí. — nos reprocha con voz ronca.

— Y así ha sido ¿Verdad Fred? — observo incrédulo el rostro sereno de mi amigo, sin ánimos de contestar a su pregunta.

— ¿A sí? ¿Y esto qué es? — dice mientras parte por la mitad el trípode, dejando caer la cámara hacia el suelo.

— ¡Oye! ¡Me costó toda la paga de dos años! — contesta molesto Will, mientras intenta impedir que el brujo haga lo mismo con el siguiente aparato.

— ¿Gastaste todos tus ahorros de dos años por esta bazofia? — se burla. Hace un chasquido con la lengua y niega con la cabeza. — Humanos, siguen empeñados en entender lo que no pueden entender. — suelta una pequeña carcajada.

— ¡Deja de romper mis cosas! — grita enfurecido mi amigo, intentando salvar su último utensilio. Rayan levanta una de sus manos, creando una pequeña ventisca que le arroja hacia la otra punta de la sala, lejos del alcance del único componente de su equipo que todavía no se ha estropeado.

— Voy a aclararte una cosilla, joven humano. Los espíritus, las almas muertas y los espectros solo pueden ser percibidas por los ojos de los elegidos, ningún instrumento creado por el hombre, ni tecnológico ni mágico, conseguirá jamás apreciar ese tipo de sucesos, es una lección que tanto brujos como vampiros aprendimos muchos siglos atrás. — por un momento, creo que Will se va a echar a llorar, pero logra contenerse. Se apoya en una de las paredes más cercanas y se levanta, fingiendo algo de dignidad y sale de la estancia cerrando con un portazo. Estoy a punto de seguirle cuando Rayan me detiene cogiéndome del brazo.

— Bien, es hora de ir a rescatar a tu doncella.

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