Amigos.

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Uno... Dos... Tres...

— Cállate.

Cuatro... Cinco... Seis...

— ¿Por qué estás contando?

Siete... Ocho... Cero.

No lo escuché más; no sé cómo, pero lo hice, porque a pesar de no escuchar nada, sentía que lo seguía haciendo.

Dos semanas habían pasado de estar encerrada en mi habitación, no exactamente, ya que mi rutina diaria era despertar, esperar a que la enfermera me trajera las tres comidas correspondientes y mis medicamentos, salir solamente a las terapias y volver para quedarme sola y sin nada que hacer en esta aburrida habitación para locos.

Comenzaba a desesperarme.

Ni siquiera sabía cuánto era mi sentencia de castigo. El día siguiente de nuestra huida, volvimos por decisión propia y al parecer, ya habían llamado a nuestros padres y tutores, además ya habían salido a buscarnos; no nos dijeron nada, unas enfermeras de muy mal carácter nos trasladaron a nuestras habitaciones y no volví a saber de los chicos. No hasta ahora, al parecer...

Mis ojos batallaban en no cerrarse mientras miraba el blanco techo, pero se abrieron de golpe al escuchar unos fuertes golpes llamando a mi puerta.

— ¡Yuhwa! ¡Yunnie, abre la puerta! ¡Somos libres ahora!

Taehyung.

Y comenzamos de nuevo.

Salté de mi cama, literalmente, casi me tropezaba al intentar llegar a la puerta y abrirla. Una instantánea emoción en mi pecho sentí en el momento de reconocer la voz de Tae. Cuando abrí la puerta, lo primero que aprecié fue aquella sonrisa rectangular que no veía en semanas. Automáticamente sonreí también.

— ¿Qué haces aquí?— Pregunté anonada.

— ¡Nos han levantado el castigo!— Se emocionó y tomó mi mano, tirando de mi cuerpo.— ¡Vamos! Todos nos esperan afuera.

Feliz era la palabra que me describía en ese momento.

Corría de la mano de Taehyung por los pasillos de los dormitorios hasta llegar a los corredores más transitados, donde los enfermeros siempre estaban supervisando, le hice reverencia a unos cuantos hasta que por fin salimos al patio central. Me sorprendí al ver que ya era de noche, se notaban un poco de estrellas en el cielo, pero a eso no le tomé importancia. Mis ojos buscaron a los seis chicos que me faltaban por ver y ahí estaban. Yoongi y Hoseok se encontraban acostados en el césped, Jin hincado con su cámara en mano y Jimin, Namjoon y Jungkook se encontraban sentados.

Una hermosa sensación fue lo que sentí al sentir sus miradas en mí acompañadas de una sonrisa.

Les sonreí también, y los saludé a cada uno de ellos hasta terminar sentada al lado de Namjoon. Como era de costumbre, Hoseok estaba riendo por las tontadas que soltaban los maknaes, mientras Yoongi soltaba pequeñas risitas por sus bromas, Namjoon los regañaba y Jin tomaba fotografías, guardando recuerdos de todo. Estar con ellos era algo tan satisfactorio. Haber encontrado amigos como ellos fue lo mejor que me pasó en la vida, sin importar las consecuencias... Eran mis verdaderos amigos y eso era lo que realmente importaba.

— Deberíamos tomar una foto del día que volvimos a ser libres.— Sugirió Yoongi con burla, pero Seokjin no lo tomó como tal y ya estaba ordenándonos a todos que nos juntáramos para una foto.

Me paré de un salto, posicionándome al lado de Taehyung, quien me abrazó amistosamente por los hombros, los demás chicos estaban sentados, a excepción de Hoseok que tan sólo alargó su cuerpo en una divertida pose acostada; Jin picó el botón para capturar y corrió conmigo y Taehyung, abrazándome también, dejándome así en medio de esos dos. El flash golpeó nuestros rostros desde lo lejos, capturando también una de nuestras muchas fotografías.

— Sabes, creí que iban a quitarte la cámara por lo que hicimos.— Le comenté a Jin. Todos estábamos como antes.

— Pues ya ves que no.— Sonrió.— Igual no lo iba a permitir.

Jungkook y Taehyung habían conseguido galletas y ahora todos estábamos sentados formando un círculo, charlábamos alegre y cómodamente, sin importar que los enfermeros estuvieran en sus rondas de seguridad. Comenzaba a hacerse muy tarde, a Yoongi y Jungkook les había ganado el sueño y habían decidido irse a sus habitaciones, después Namjoon y Jimin y así se fueron yendo hasta quedar Seokjin y yo solamente. Uno sentado al lado del otro.

No quería irme, aunque sabía que pronto tendría que hacerlo. Suspiré una y otra vez, Jin me miró y sonrió, le sonreí también.

— Sabes Seokjin... Después de todo, venir a este lugar no fue tan malo.

Madhouse ➳ BTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora