2. Reencuentro

939 86 9
                                    

Joaquín era estudiante de la carrera de Derecho, y por cierto, era muy inteligente y uno de los mejores promedios de su clase. Mi mejor amigo era un chico extrovertido, muy simpático y se le daba muy fácil hacer amigos, por lo que cuando ambos entramos a la Universidad no fue sorpresa para nadie que él comenzara de inmediato a formar lazos con sus compañeros de clase, quienes también me adoptaron en su grupo y con quienes en poco tiempo, yo también pude formar amistades, las cuales tiempo después, cuando conocí a Ricardo, tuve que dejar a un lado para darle en el gusto.

Volví a la realidad cuando Joaquín y yo bajamos del taxi y noté que nos encontrábamos frente a uno de los locales nocturnos más famosos de Madrid. Estar en este sitio me traía muchos recuerdos, pues hace muchísimo tiempo que no venía por estos lugares, tanto así que me parecía irreal y hasta desconocido estar nuevamente aquí.

Entré con una sonrisa nostálgica al pub donde Joaquín me llevó y lo primero que apareció en mi campo de visión fue Katherin junto a Demian, dos de los compañeros de carrera y amigos de Joaquín sentados en la barra de bebidas, y de inmediato el nerviosismo se apoderó de mi cuerpo. Sus risas se escucharon por sobre la música del lugar y algunos recuerdos se alojaron en mi interior al rememorar lo mucho que antes yo me divertía con todos los amigos de Joaquín.

¿Cómo diablos me enfrentaría a ellos luego de haberles dejado de hablar de la nada? Bueno, no tan de la nada, pues aquella causa tenía nombre y apellido: Ricardo Huston, mi maldito ex novio.

Miles de soluciones para enfrentar a Kat y Demian venían a mi mente, pero en ninguno de los casos estaba la de quedarme ahí en aquel local nocturno junto a ellos, pues me moría de la vergüenza al tener que decirles que me había dejado controlar por Ricardo y que por esa razón había desaparecido de sus vidas.

Quería escapar como la cobarde que era.

—Joaquín, dime que no me trajiste a este sitio para ver a tus amigos de la Universidad y que solo es una casualidad que estén Katherine y Demian justo aquí... —observé a mi mejor amigo con súplica en la mirada mientras señalaba con mi mentón hacia el sitio donde sus amigos se encontraban, pero en realidad la situación era bastante obvia y no había mucho que entender.

—Si te decía que todos iban a estar aquí hoy, ¿hubieras venido? —Joaquín me miró con diversión y soltó una pequeña carcajada al ver como mi rostro se sonrojaba de inmediato.

La respuesta era muy clara.

—¡Sabes que no hubiera venido! —negué con la cabeza y me crucé de brazos, intentando cubrir mi rostro con mi cabello—. Dios, tengo que irme, no sé con qué cara mirarlos —me giré en mi lugar, ya que lo último que necesitaba en este momento era que ellos me reprocharan cosas y tener que reconocer que había sido una tonta por permitir que Ricardo me aislara.

—Ey, no... —Joaquín me jaló del brazo y me impidió avanzar más hacia la salida. Volteé a verlo y cuando noté aquella melena rubia a pasos de nosotros, mi estómago se retorció a causa de los nervios y pude sentir cómo mis mejillas se calentaban ante la vergüenza.

—¿¡Francisca!? —preguntó Isidora a la vez que se acercó más a nosotros para quedar frente a mí—. ¿Qué haces aquí? ¿¡Hace cuánto no nos veíamos, Francisca?! —ella me miró con evidente sorpresa, pero con una sonrisa amable en el rostro.

—Isidora, qué bueno verte, ¿Qué haces en este lugar?—le pregunté con una sonrisa nerviosa en los labios y ella simplemente miró desde Joaquín hacia mí y luego se encogió de hombros.

—Pues nada, aprovechando de beber algo antes de que sea lunes y tengamos que volver a la Universidad —me guiñó un ojo y al notar que su actitud era relajada, me sentí un poco más cómoda.

Sin tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora