Sin ti

8. ¡Trágame tierra!

Caminé por la calle con una sonrisa en los labios, pues me sentía feliz. Haber compartido con mis padres había renovado mis energías y me sentía con mayor vitalidad, aunque me hubiese gustado que se quedaran más tiempo sabía que ellos debían volver a casa y encargarse de sus cosas, al igual que yo.

Hace unos minutos había terminado mi turno en la tienda y ahora tenía la tarde libre para hacer lo que quisiera, debido a que no tenía clases en la Universidad. Por el momento mi plan era llegar a casa, ponerme pijama y ver una serie mientras me tomaba una taza de café.

De pronto mi celular me alertó de una llamada, por lo que busqué el aparato en el bolsillo y contesté inmediatamente al ver como el identificador señalaba que Joaquín me estaba llamando.

—Hola preciosa, te vi el otro día en un bar de la ciudad y me preguntaba si querías que nos juntemos, sé que te gusto y ¿para qué hacerme el tonto? —dijo Joaquín con un tono seductor que me causó mucha confusión—. Tú también me gustas —susurró muy cerca del teléfono y solté una estruendosa carcajada, la cual se detuvo abruptamente cuando escuché un reclamo proveniente de una voz femenina al otro lado de la línea.

—Idiota —me reí—. ¿Qué te ocurre? —pregunté dejando salir una carcajada. Joaquín se reía de manera estruendosa al otro lado de la línea. Escuché un poco de ruido por su parte y arrugué las cejas con confusión.

—Amor, te dije que llamaría a mi mejor amiga, no seas tontita... —pude notar que él trataba de tapar el auricular del teléfono, pero de igual manera yo podía escuchar levemente su conversación.

—¿Joaquín?, ¿Estás ahí? —pregunté tratando de llamar su atención, pues me sentía incómoda al oír conversaciones ajenas—. ¿Con quién me estás engañando? —traté de sonar algo bromista y captar su atención, cuestión que conseguí.

—Oh, nunca podría engañarte, eres la única en mi vida, sabes que...—Joaquín se quedó en silencio y de pronto se escuchó un forcejeo con el teléfono, para después darle paso a una voz femenina que desconocía.

—Mira, no sé quién eres, pero te agradecería que dejes en paz a mi novio —espetó ella recalcando bien las últimas palabras, lo que en realidad me hizo sentir culpable, pues no quería malos entendidos y que por eso deba volver a alejarme de mi mejor amigo.

—Oye, lo siento, la verdad es que... —traté de aclarar la situación de inmediato, pero ella me interrumpió a mitad de frase, dejándome en claro que tenía mucho carácter.

—No, pues aún no termino de hablar —dijo con frialdad—. Joaquín está conmigo y por favor supéralo.

La llamada finalizó y me quedé de piedra. Me detuve en la mitad de la calle y miré con asombro la pantalla de mi celular, pues eso había sido un desastre. Recordé de pronto que el día de la fiesta de Ignacio mi mejor amigo me había mencionado que le gustaba una chica y pensé que seguro ella y él ya habían logrado formalizar una relación.

—Okey... —susurré confundida.

Mi teléfono volvió a sonar unos segundos después, cogí la llamada al ver que se trataba nuevamente de Joaquín y de pronto la voz de aquella chica volvió a aparecer al otro lado de la línea.

—Francisca, siento mucho lo que acabo de decir y cómo te traté —habló con un tono dulce, la verdad su voz si era dulce cuando no estaba reclamando a su novio—. Aquí este imbécil me jugó una broma pesada y pues me dejé llevar.

—No te preocupes, no es nada. Lo entiendo —le dije de manera despreocupada, mientras soltaba una pequeña risita, porque Joaquín era todo un bromista cuando quería.

—Bueno, te paso a Joaquín —dijo al momento en que el recién nombrado soltaba una enorme carcajada.

—Fran, te llamaba para pedirte que nos veamos hoy en el pub de siempre —habló mi mejor amigo. Se le escuchaba muy alegre, lo que me hizo sonreír, pues al parecer esta chica le estaba haciendo muy bien—. Llevaré a esta loca que acaba de decirte que me dejes en paz —dijo con un tono divertido, a lo que yo me reí mientras negaba con la cabeza y escuchaba un reclamo al otro lado de la línea, proveniente de aquella chica.