capítulo 2

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Me vuelvo a despertar y vuelvo a mirar la hora. Esta vez son las doce del mediodía. No he descansado nada y me siento como una mierda. Estoy agotado y tengo ganas de morirme, o de saltar por el balcón. Salgo de la cama y me encamino hacia el baño. Me pego una ducha importante, de esas que te dejan como nuevo y te despejan la mente. Me visto y ordeno un poco la habitación. Está hecha un desastre. Parece que por aquí haya pasado un huracán.

Cuando termino, decido sentarme en el sofá. Mi padre sigue dormido. Joder, sí que duerme. Me pongo a ver la televisión, a lo que me llega una notificación al móvil. Alguien me ha enviado un mensaje. Tengo la intención de mirar quien es, pero alguien llama a la puerta, lo que me obliga dejar el móvil e ir a abrir. Joder, es el cartero.

- Una carta para el señor Ainsworth. - no sé si es para mi padre o para mí.

- ¿James o Mark? - pregunto yo.

- Eh... - mira una hoja. - James.

- Pues aquí me tienes. - sonrío.

El chico es mono. Lleva la típica gorra de cartero amarilla y tiene muchas pecas en la cara; por la zona de los mofletes. Joder, que ricura. Ríe levemente ante mi comentario; está nervioso.

- Firme aquí, por favor. - me señala un rectángulo vacío con el bolígrafo.

Firmo y le devuelvo la hoja. Le miro a los ojos y le sonrío. Me devuelve la sonrisa. Me entrega una caja, que, si me quiero acordar, deberían ser los zapatos de tacón de ASOS. Son el regalo de cumpleaños de une amigue, pero si me enamoro de ellos, me los quedo yo. Volviendo al pelirrojo. Tengo ganas de hacerle una pregunta, pero no sé si es éticamente correcto hacérsela. ¿Qué coño? ¡Me voy a pasar lo éticamente correcto por el coño!

- Perdona, ¿eres gay? - se lo pregunto así de directo porque no sé aguantarme las ganas de follar que tengo. En estos temas suelo ser muy poco delicado, aunque si me lo propongo, lo consigo.

- Creo que... creo que te has equivocado James. - su sonrisa se desvanece y su rostro pasa a ser inexpresivo. Vaya, me he equivocado de chico.

- Ya veo... una pena. - me levanto la camiseta, dejando a la vista mis abdominales.

Te seré sincero, eso ha quedado muy feo. He parecido un chulo, pero el que ha venido de buena mañana a molestar ha sido él, no yo. Le sonrío y le cierro la puerta en la cara mientras pone los ojos en blanco y se va. Que lástima. El polvo que tiene, no se lo dará nadie. Solo yo soy capaz de follarle como es debido, coño.

Estas cosas siempre me revientan. Es como que el universo viene a casa a joderme, en plan "toma un trozo y ya está". Y yo no soy de coger un trozo; yo soy de los que o lo cogen todo o no quieren nada. Pero bueno, voy a olvidarme del señorito Pecas y voy a volver a por el móvil. Lo desbloqueo y miro quien es la persona responsable de que antes, haya tenido que levantarme de mi cómodo sofá.

Oh vaya, es Jimin.

Marco su número y le llamo. Imagino que tendrá ese derroche de energía que siempre tiene. Además, él si habrá dormido las horas que le corresponden, no como otros. Muy bien James, dejando en mal lugar tu propia existencia.

- James al habla.

- ¡James! ¿Qué tal?

- Bien, bien. ¿Qué querías? - me rasco un huevo porque me pica.

Sí, sé que sueno muy directo y antipático, pero es todo lo contrario.

Jimin es amor puro. Es muy agradable y algo picante. Siempre está bromeando sobre cosas algo subidas de tono y sobre todo riéndose, de él mismo y de los demás. Es el alma de la fiesta. A veces es algo directo y no se da cuenta de ello, pero se le perdona porque está bueno.

correr en vano [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora