Escucho un ruido que proviene de la puerta. Creo que han picado al timbre. Intento salir de la cama, pero vuelvo a caer en el sueño en el que estaba sumergido.
Noto como el aire me acaricia las mejillas con sus dedos. Eso me recuerda a Wesley, y no sé por qué. Abro los ojos y me levanto del suelo. Estoy en un campo lleno de hierba. No consigo ver nada porque el sol ha entrado en mis ojos, dejándome prácticamente ciego. Cuando mi retina y mi vista vuelven a la normalidad, consigo ver que tengo a mi alrededor. Doy una vuelta en el sentido de las agujas del reloj y giro sobre mis pies. Sigo sin saber dónde estoy. Este lugar no me es familiar.
De repente, todo cambia y se vuelve oscuro. Es como si alguien hubiera apagado el sol. Aparecen unas paredes de la nada y se juntan para encerrarme. Ahora estoy en una habitación. Solo queda un pequeño agujero parecido a una grieta por donde pasa un rayo de luz algo pobre por su poca intensidad. Paso la mano a través de él. Eso ha dolido, ha sido como si me hubiera quemado. Decido no volver a hacerlo y alejarme del fino y abrasador rayo de luz.
Cuanto más me alejo, más se apaga. La luz se vuelve moribunda y yo siento algo de angustia porque al mismo tiempo que el rayo de luz se desvanece, la poca iluminación que proporciona también se va desvaneciendo.
Me encuentro con una pared en mi espalda y la poca luz que quedaba, desaparece. Estoy totalmente a oscuras y no veo ni oigo nada, únicamente mi respiración, que está empezando a agitarse y a incrementar poco a poco. Noto como una mano pasa por mi pecho y mi camiseta se hace una con el aire. Me separo de la pared, algo asustado, y me toco el torso. No llevo nada, ¿cómo es posible? Vuelvo a sentir otra mano, algo más grande que la anterior, que pasa por mi pierna derecha. Al pantalón le ocurre lo mismo que a mi camiseta. Es imposible.
Agito mi pierna y la mano desaparece. Soy incapaz de comprender nada de esto. Doy un paso hacia atrás y piso una de las manos. Un sonido agudo penetra mi oído. Duele, y mucho. Es un pitido de lo más molesto. Levanto el pie del sitio donde está y el pitido se va. La zapatilla y el calcetín que llevo en esa pierna también desaparecen. Dejo el pie en otro sitio, pero otra mano me agarra el pie izquierdo, provocando que le ocurra lo mismo.
Me quedo en calzoncillos y no veo un carajo. No sé qué está pasando, pero tengo miedo. Tengo mucho miedo. Wesley desaparece de mi mente para dejar sitio a mi madre, que se muestra en mi mente igual de bonita y hermosa que siempre. Empiezo a hiperventilar. Quiero irme a mi casa, pero no con mi padre. Quiero que mi madre esté ahí cuando vuelva, que me abrace y me diga que no va a pasar nada malo.
"Tu madre está muerta."
¿Que? ¿Quién ha dicho eso? Busco de donde proviene esa voz, pero no consigo resolver esa pregunta.
"Eres mala persona, toda esta oscuridad forma parte de ti."
Mierda, se me ha escapado. No consigo saber dónde está ese cabrón que no para de decir tantas tonterías. En un instante, las manos vuelven a aparecer. Me cogen por todas partes, de las muñecas, de los tobillos, de los muslos, del torso...
Me inmovilizan y me incapacitan totalmente. No puedo hacer nada. Están apretando y duele bastante. Las manos me elevan y me dejan en una cama de la cual desconocía de su existencia. Toda la habitación vuelve a iluminarse. La luz procede de una lámpara de noche. La miro y un recuerdo de mi infancia viene a mi cabeza. Esa lámpara era la que tenía en mi cuarto cuando era pequeño. ¿Porque está aquí? No entiendo nada.
Quiero sentarme en el borde de la cama, pero unas cuerdas negras aparecen de los barrotes de la cama y me atan de brazos y pies. Yo intento soltarme, pero me duele mucho. Con cada intento, las cuerdas aprietan todavía más.
Estoy desesperado, no sé qué hacer. No se cómo salir de aquí y estoy empezando a perder la cordura. No sé qué hacer ni cómo reaccionar, así que dejo de pensar en escapar de allí y me rindo. Suelto todas mis fuerzas y relajo el cuerpo.
Miro hacia arriba y solo veo como el color negro está por todas partes. Ni una mota de polvo, ni un resplandor que me de esperanza. Nada de nada.
"Por fin te has rendido."
Escucho como delante de mí suena esa voz masculina, algo grave pero joven, que vuelve a aparecer para incordiar. Levanto la cabeza y de una vez por todas consigo ver quien ha estado molestándome tanto. Para mi sorpresa, es Wesley.
Se tira encima mía, sentándose en mi entrepierna.
"Esto te va a doler, pero te lo mereces."
De su dedo sale una leve luz que no desaparece. Es como si fuera una linterna, pero algo más pequeña. Pasa su dedo por mi abdomen, haciendo que me queme de la misma manera que lo hizo el rayo de luz. Eso es... es luz. Por eso me quema al tocarme la piel. Pero, ¿porque Wes me está haciendo daño?
Grito desesperado por salir de ahí y poder estar tranquilo, pero Wesley sigue pasando su dedo por las partes más sensibles de mi cuerpo, haciendo que me retuerza del dolor y grite desesperado.
"Eres malo, y mereces que te den lo mismo que tu das. ¡¿Porque me obligaste a follar contigo, si yo no quería?!"
Esa pregunta resuena en mi cabeza, la cual ya me empieza a doler debido al nivel de dolor que estoy soportando. Vuelve a gritar la misma pregunta y acerca su dedo a mi ojo.
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correr en vano [#1]
Teen FictionJames tiene una vida complicada y está perdido. Los problemas van apareciendo y él es incapaz de afrontarlos, solo puede huir de ellos. No es la valentía en persona, así que tiene miedo de las consecuencias de sus actos. Cuando menos se lo esperaba...