CAPITULO 11:

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A la mañana siguiente bajé a la concina donde Jack estaba cocinando, "genial" el sí sabía cocinar y yo no, me acerqué a él y le palmeé el trasero.

-Calma Bieber, no en la primera cita, no al menos que me compres algo.

-Calla Jack, oye...¿Qué haces?

-Bueno verás hago unas tortillas de huevo con champiñones y queso...pero tu ¿por qué hablas así?.

-Anoche baide en la lluvia y padece que me resdifrié y bueno yo...no sé cómo hacerdas, de hedcho no de hacer ni un huevo.

-Bueno...yo te puedo ayudar, pero por ahora pon la mesa patito feo.


Volteé los ojos y puse la mesa, se oyeron pasos de arriba y luego un golpe en el suelo.

-ode Jack, ¿Qué hadce aya adiba la gederala?.

-Ya llegó de su entrenamiento de en la mañana ¿puedes ir a decirle que el desayuno ya está?

-Clado

Subí las escaleras y llegué al cuarto de la generala, y la puerta estaba entreabierta, nunca había entrado a su habitación, no lo gustaba que entraran sin su permiso, miré por el rabillo y no vi a nadie así que entré, era grande, de verdad enorme, la regadera estaba encendida por lo que deduje que Hamilton se estaba bañando, las paredes eran de color crema con flores pequeñas color lilas, había una gran ventana con un balcón rodeada de flores, la cama estaba en el centro de la habitación, las sabanas eran de satín color durazno, las toqué un poco y eran realmente suaves, las había visto en un comercial para condones, y se me hacían sexys, mi mirada se fue a un gran armario, lo abrí y me sorprendí, había shorts de todos colores, vestidos, faldas, blusas, playeras, camisas, pantalones, suéteres, abrí varios cajones y vi pañoletas, calcetines.

La generala no usaba nada de esto, de un mueble colgaban collares, cinturones, había unas mesitas con floreros, libretas, un escritorio con una silla de rueditas, una lámpara, una computadora y varios papeles, así como un aparato reproductor de música y varios muebles como sillones con almohadas y varias cómodas, después vi un tocador con maquillajes, de todo tipo, labiales, pinturas y cosas que las mujeres usan, el perfume que inundaba el cuarto era exquisito, digno de una diosa, para una mujer para ser adorada y deseada y consentida con tan solo que lo pidiera, la puerta del baño se empezó a abrir y yo no tuve más que esconderme debajo de la cama, la puerta se abrió por completo y salió ella, y no lo pude creer.

Traía una bata de baño, y sandalias para baño también, se venía secando el cabello, se paró enfrente de una cómoda y sacó de ahí unos pantalones rasgados y una playerita sin mangas, mi mirada se fue a sus piernas, eran bronceadas y largas, y bien trabajadas, ella se fue al gran armario y sacó unas braguitas cafés con un sostén que hacía juego, tragué gordo, era consciente de que si pasaba lo que estaba pensando que iba a pasar, tendría que cerrar los ojos, pero no pude, su bata calló dejándome completamente embobado, estaba de espaldas, tenía un trasero bien formado y totalmente bronceado, no había ningún desperfecto en él, se amoldaba perfectamente a las caderas de Hamilton, se puso las bragas que le quedaban perfectas, su espalda tenía una línea que marcaba su cuerpo, ella tomó el sostén y se lo puso, en ese momento lo que vi no tenía igual, era como estar soñando, como quería ser yo quien le pusiera esas cosas o mejor...quitarlas, mi cabeza pervertida comenzó a idear cosas extremadamente eróticas, cerré los ojos con fuerza tratando de calmar el animal que amenazaba por salir, mi miraba se situó en ese cuerpo que daba vuelta y créanme, era mejor morir, a sufrir el dolor en mi entrepierna en este momento al ver esa imagen... 


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