Hijo de la nada

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Compulsivo, enajenado

Con mirada obnubilada...

Miro al techo y se me figura un espejo

Reconozco las hendiduras, los relieves

Las grietas y protuberancias disformes;

Restos de moscas y arañas aplastadas sobre la superficie

El tono deslavado, los martilleos intermitentes

El desgaste momentáneo, el eco de los temblores permanentes;

El ajetreo reiterado que ha dejado el tiempo.


Repentinamente, se me cae tu falta encima

Me la restriego de los párpados

Pero persiste pegada al contorno de mis ojos,

Siento su peso clavándose en mí;

No soporto la sensación y me levanto,

Me dirijo al baño...

Y tu recuerdo me brota líquido por todas partes:

Lo sudo, lo lloro

Lo escupo, lo meo.


Vuelvo a la cama...

Me hundo entre las sábanas

Atosigado por la insistente cara del ayer;

Me giro hacia mi lado izquierdo

¡Siempre al lado izquierdo!

Como para ignorar que tu ausencia regurgitada

Me hace compañía a la derecha;

Me llevo las rodillas hacía el pecho,

Sumerjo la cabeza en ese espacio.


Con párpados cuasi-sedados

Me abofetea una certeza...

Me doy cuenta, en esa posición,

De que soy el hijo ilegítimo de la nada,

Un bastardo, un residuo dentro de un vientre abotagado,

El producto que a la mañana

Saldrá del útero descompuesto

De esa ramera insoportable,

...¡la gran puta que es la vida!

q=SQ

Desvaríos de una mente en fugaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora