Le quita las semillas a uno de los jalapeños y se las coloca en la lengua. Se las traga y, mientras le bajan por la garganta, permanece impávido, aunque debe de estarardiéndole la boca. Al final dice:
—Es que tienes pinta de querer morir. Tienes pinta de estar muy jodida, de verdad.
Se queda mirándome mientras yo lo miro, anonadada. El pobre chico se encoge sentado en el banco de la mesa de picnic y se mira las zapatillas blancas. Tiene lacabeza gacha y la barbilla hundida contra el pecho. Veo que empieza a resbalarle el sudor por el cogote y que se ha puesto rojo como un tomate.
Me cuesta un segundo procesar lo que ha dicho, pero cuando lo hago rompo a reír. Reír hace que se me irrite la garganta y le doy otro sorbo al batido.
Él me mira enarcando una ceja.
—Soy horrible, ¿verdad?
Sacudo la cabeza.
—Eres sincero. Y eso me gusta. Además, ahora ya sabes que no soy de las que se rajan en el último momento.
Se encoge de hombros y juega con la cremallera de la sudadera.
—Eso no lo sé. Lo único que digo es que se ve que tienes ganas de morir, pero no estoy seguro al cien por cien de que seas capaz de apretar el gatillo.
Frunzo el entrecejo.
—Bueno, por algo me he metido en esto. Necesito un poco de... ánimo. —Me quedo mirándole la sudadera con capucha. Lleva escrito EQUIPO DE BALONCESTO DE LAUNIVERSIDAD DE KENTUCKY con grandes letras en negrita—. Trabajo en equipo. Apoyo moral. Es vocabulario deportivo, ¿verdad?
Se mira la sudadera.
—Ya no juego.
—No te he preguntado eso.
—Sí, ya lo sé —dice—. Pero ya te entiendo. Crees que será más fácil así que si lo haces sola.
Apoyo todo el peso del cuerpo en los codos y me inclino hacia él para que la camarera no nos oiga.
—¿Eres el hombre al que necesito para este trabajito? ¿Vamos a hacer esto juntos o qué pasa? —No es mi estilo ser tan agresiva, pero, por algún motivo, siento quedebo obligar a Robot Congelado a que me escoja. Necesito ser asertiva. No recuerdo la última vez que lo fui.
Se remueve en su asiento y coge su hamburguesa con queso. Aparta el tomate. No lo he visto darle ni un solo mordisco.
—Todavía no estoy seguro.
—¿Qué necesitas saber?
—Para empezar, algo más sobre ti.
—¿Como qué? —pregunto.
—¿Qué nombre es ese de Aysel? —Lo pronuncia bien e intento no parecer impresionada.
—Es un nombre turco.
—¿Tus padres son turcos? —me pregunta.
Asiento en silencio. No le cuento nada más sobre mis padres. También evito decirle mi apellido. Mi madre ha iniciado los trámites en el registro para cambiármelo yasí lleve el mismo que ella tiene ahora: Underwood. Sin embargo, ese cambio no se ha producido todavía, y lo último que deseo es que Robot Congelado me busque enGoogle y descubra lo de mi padre. Da igual lo jodido que pueda estar Robot Congelado, dudo que quiera vincular su fantasía suicida a la mía si se entera de mi verdaderahistoria familiar.
—¿Sabes hablar turco?
Niego con la cabeza. Mi padre no me enseñó su idioma. Algunas veces, yo reunía el valor necesario para hacer preguntas sobre Turquía y, si él estaba de buen humor,me hablaba sobre las calles angostas de su viejo barrio, donde jugaba al fútbol con sus amigos por las noches. Pero, cuando tenía un mal día (y en los últimos tiempos losmalos días eran cada vez más y más frecuentes), me respondía con brusquedad y me decía que dejara de preguntar. Me recordaba que yo tenía suerte de haber nacido enEstados Unidos, porque jamás me vería obligada a recorrer medio mundo para encontrar un trabajo.
En cuanto a mi madre... La verdad es que lo ha intentado todo para olvidar sus raíces. Mis padres se separaron cuando yo tenía menos de un año, y desde que mimadre está con Steve, ha intentado parecer una auténtica estadounidense blanca. Tiene la piel más clara que yo, así que, de no ser por el ligero acento turco que todavíase le nota, pasaría por nativa sin problemas. Sin duda alguna, yo tengo más pinta de extranjera que mi madre, porque he heredado el tono más oscuro de piel de mipadre.
—¿Esto te incomoda? —me pregunta Robot Congelado mientras mastica su hamburguesa con queso. No parece que esté disfrutando tanto comiéndola como con losjalapeños. Como si estuviera obligándose a masticar, y lo hace poco a poco, mordisqueándola cachito a cachito.
—No —respondo—. Pero no entiendo por qué te interesan tanto mis orígenes. Yo no estoy interrogándote.
Me dedica una sonrisa. No entiendo a este chico.
—Me pica la curiosidad, porque Aysel es un nombre que mola.
—Si quieres, puedes quedártelo.
—Qué gracia —dice, pero no se ríe.
—¿Por qué el 7 de abril? —Me ha llegado el turno de hacer una pregunta.
—Fue el día que ocurrió.
—¿Que ocurrió el qué?
—La razón por la que quiero morir. Ocurrió hace un año, el 7 de abril. —Aprieta la mandíbula y desvía la mirada.
—Y supongo que no vas a contarme qué ocurrió.
Antes de que pueda responder, los dos chicos de antes se acercan y se sientan junto a él.
—¿Cómo va? —le pregunta uno de ellos mientras el otro le da una palmada en la espalda.
—No sabía que salías con alguien, Luke —dice con tono burlón el que le ha dado la palmada—. ¿Qué piensa Kelly?
«¿Kelly? No me digas que Robot Congelado tiene novia.» Lo miro con cara de pasmo, como diciendo: «¿Qué narices pasa aquí?».
—Chicos, esta es Aysel. —Corresponde a mi mirada con gesto de súplica.No soy la persona más agradable de la historia de la humanidad, pero no pienso delatar a Robot Congelado. Aunque resulta divertido ver cómo suda la gota gorda.
Mantengo la expresión de frialdad. Estoy descongelando a Robot Congelado haciéndolo sudar.
—Y Aysel, estos son Travis y Lance. —Percibo un ligero temblor en la voz de Luke, y me doy cuenta de que tiene un montón de pecas en la nariz que han idoenrojeciéndose a medida que se acercaban sus amigos.
—¿Vas a Willis? —pregunta Lance. Me dedica un gesto interrogante enarcando sus cejas de color rubio pajizo.
—Si fuera a Willis, ya nos habríamos fijado en ella —dice Travis con falsedad.
El tono de su voz es suficiente para que yo pierda el interés en mi batido. Huelga decir que, si fuera a Willis, está claro que Travis no se habría fijado en mí. Loschicos de mi instituto que son como Travis y Lance no me miran. Al menos, no con buenos ojos.
—No asustes a la chica —dice Lance. Por lo visto, Lance tiene un estilo más delicado con las mujeres. Tiene más pinta de ligón que Travis, con ese corte de pelodesfilado, como de cantante pop, esos ojazos azules y las espaldas anchas.
Se produce un silencio incómodo de un par de segundos.
—Va a Langston —informa Roman a regañadientes.
—Un momento, entonces, si vas a Langston, tienes que conocer a Brian Jackson, ¿a que sí? —pregunta Lance abriendo más sus ojos azules.
Contengo la respiración mientras lo miro e intento averiguar si ya ha atado cabos.
—¡Ah! ¿Así es como os habéis conocido? ¿A través de Brian? —dice Travis mientras se inclina en dirección a Luke para robarle un par de patatas fritas.Roman y yo intercambiamos una mirada.
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Mi Corazon En Los Días Grises - Luke Hemmings- ADAPTADA
AlteleAysel tiene 16 años y le faltan motivos para seguir adelante. En un pequeño pueblo donde ser diferente está mal visto, ella carga con el peso de tener nombre y aspecto de extranjera y con el estigma del terrible crimen que su padre cometió. Sin amig...