DOS HORAS

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Esa, mi sonrisa favorita, se ha ido.

Te fuiste, fue el adios, lo decidiste o lo decidimos no sé, pero has dejado esta pequeña dimensión de imaginarios que existía entre nosotros, has dejado un hueco en una parte de mí.

No sé si será definitivo o transitorio, si volverás mañana, en quinces días o si nunca volveremos a gastar días enteros conversando, lo que sé, es que está vez no te detendré, no habrán lagrimas, ni crisis existenciales, no habrán ruegos ni peleas innecesarias. Te conozco y me conoces, ya sabes lo que hay, lo que tengo y lo que te ofrezco.

Cada día en la mañana mirare la pantalla en busca de un mensaje, hasta que me acostumbre a tu ausencia, a no tener las conversaciones pervertidas que acompañaban mis noches, a no idealizar planes que nunca realizamos. No te preocupes, me acostumbrare a tu ausencia y a tu partida. 

Te deseo lo mejor, espero que me recuerdes, no en las noches de soledad, sino en las noches de compañía y que en una conversación contigo mismo digas ¡Maldita sea, como la extraño! 

No sé cuanto tiempo vaya a estar dispuesta a recibirte de nuevo, de lo que si tengo certeza es que está vez no seré yo quien intente tener tu compañia.

Te esperaré lo sé, pero está vez la espera puede ser tan corta como dos horas, por eso, no te tardes. Quizás cuando vuelvas, una nueva sonrisa sea mi favorita.

Cartas sin destinatario...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora