Capítulo 8

6K 197 13
                                    


Hoy es martes, eso quiere decir que se cumple una semana desde mi accidente en el ascensor, no quise darle la gran importancia, pero debo confesar que al día siguiente no me subí para nada a un ascensor, así que ya se imaginaran como llegué al piso treinta y siete. Fue toda una odisea, empezando porque tenía que hacer paradas obligatorias cada que subía diez pisos, puesto que sentía que mis pulmones iban a explotar si no me detenía. Lo otro fue que había gente que se me quedaba mirando con cierto toque de lástima, seguro ya se habían informado de lo sucedido en el elevador. Agradecía en mi interior que no se tomarán la molestia de hacerme algún comentario.

Es por eso que después de esa desastrosa experiencia, y de lo agotada y transpirada que acababa por todos los escalones subidos, me propuse a mí misma que tenía que superar ese miedo que regresó después de mi última experiencia encerrada. Cuando quería tomar el ascensor esperaba que una cantidad considerable de gente lo hiciera junto conmigo, no sé, pero eso me hacía sentir de algún modo más segura. Lo extraño fue que una vez dentro del ascensor mi cuerpo no reaccionó de la manera que esperaba, sino que, todo lo contrario, mis respiraciones eran casi normales y mi corazón latía calmadamente, no como si se fuera a salir de mi pecho como cuando estoy ansiosa o temerosa. Sin embargo, lo más importante y sorprendente a la vez era que mi mente reproducía las palabras de tranquilidad que me había brindaba ese sujeto, cerraba los ojos y podía sentir su suave tacto recorrer mi espalda en forma de caricias, tal como lo había hecho cuando nos quedamos atrapados. Mentiría si dijera que no traté de averiguar quién era él con mis compañeros de trabajo, pero lamentablemente nadie me dijo algo relevante, a no ser su pesar por lo ocurrido, aunque lo más curioso es que el tema quedó olvidado al tercer día. Debería haberme alegrado no ser más la chica de la que medio mundo hablaba, pero, por otro lado, sentía que mi oportunidad de averiguar sobre él desaparecía, lo que provocó que me quedara con la intriga, que no hacía más que crecer día con día.

Muevo la cabeza en señal de negación con la intención de alejar ese pensamiento que vuelve a mí —no quiero tener a ningún hombre en mi cabeza por el momento— mientras despierto de mi letargo. Estoy esperando a que llegue más gente para subir al ascensor y en una manera de relajarme voy escuchando Work de Rihanna. Su potente voz invade mis tímpanos a través de los audífonos que están conectados a mi móvil. Apoyo la cabeza sobre la pared en la que estoy recostada mientras que la música provoca que mi cuerpo se mueva involuntariamente, cierro los ojos y me dejo llevar por el pegajoso sonido que hace eco en mi mente.

El tumulto de gente que se forma a unos pasos frente a mí me indica que ya es hora de decirle adiós a mi cómoda pared y en su lugar subirme a mi pesadilla. Estoy a nada de adentrarme a este cuando siento como desde atrás tiran de mí, me hierve la sangre cuando veo como las puertas se cierran en mi cara. Estuve alrededor de diez minutos esperando a que se acumulará un grupo regular de personas, así que no voy a soportar ni a quedarme callada ante el estúpido o estúpida que acaba de hacerme perder mi valioso tiempo. Me giro dispuesta a encarar a la persona que me jaló, pero me quedo helada al ver a quién tengo frente a mí.

— ¿Usted? —pregunto demasiado incrédula a lo que veo. Por todos los santos, esto era lo menos que esperaba, pero lo que más ansiaba.

—Disculpa que haga esto.

No entiendo a qué va su disculpa, hasta que me toma del brazo y hala de mí. Se detiene cuando llegamos a la parte posterior de las escaleras de emergencia, estas se encuentran un poco alejadas de la multitud y completamente desoladas —ya que nadie suele usarlas— donde me suelta, inmediatamente miro a los costados esperando que no hayamos captado la mirada de alguien, no sé porque, pero tengo la sensación de que andar con él resulta ser prohibido. Clavo mis ojos en él y me remuevo ansiosa esperando a que diga algo.

¿A escondidas? © #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora