Capítulo VI
Un deseo hecho realidad
Narra Iván
El acuerdo era esperar la señal de Annabella y dirigirnos hacia ella, pero Mónica y su hermano se movían tanto que prácticamente los perseguimos por todo el aeropuerto, esperando a que se cansaran. La espera dio frutos, aunque tuve que soportar las quejas de Diego.
-Veo a Annabella, tío, pero no reconozco a esa chica junta a ella -. Dijo, confundiéndome.
-Tiene que ser Mónica, ellas están juntas desde... -. Callé al alzar la vista por encima del gran oso azul.
-Mírala, tiene el trasero firme, el cabello liso y vinotinto, por supuesto que no es ella -. Enfoqué mejor la vista. Todas las observaciones de Diego eran ciertas excepto una.
Ella sí era Mónica.
Por un instante pensé que estaba equivocado. Ciertamente la chica a unos metros de mi era diferente a la que recordaba. A pesar de que nunca dejamos de comunicarnos y a pesar de que nunca deje de revisar su instagram como un acosador, verla en ese momento fue como verla por primera vez...
La reconocí por su mirada. Se parecía mucho a su mirada de sorpresa cuando me recibió en Madrid. Ese recuerdo pasó fugazmente por mi cabeza. Había tocado el timbre unas dos veces, la tercera era la vencida, pero Mónica abrió la puerta, sorprendiéndose, no sé porque, al verme. En ese entonces no era conciente que había caído preso bajo esa mirada.
Tenía el mismo rostro, el mismo cuerpo, la misma estatura, todo estaba en orden, pero se veía el doble de hermosa. Cuando pensé que Mónica no podría sorprenderme más, llegaba con su belleza y me daba una cachetada, destronándome de mi zona de confort. Había planeado aquel momento desde que Diego y yo compramos los boletos hacia un mes, poco después de que ella los compró. Practiqué frente al espejo como caminaría hacia ella, lo que le diría y hasta quizás como la besaría, sólo para que fuera perfecto. Como a ella le gustaba.
Pero estaba paralizado. Ella me había paralizado. Era tan hermosa que me había dejado sin palabras, que mis acciones se quedarían cortas para todo lo que ella se merecía, que me sentía un tonto por llevarle un ramo de rosas en lugar de llenar el aeropuerto con rosas.
¡Ash! ¡¿Por qué Mónica?! ¡¿Por qué?!
-Allí viene tío -. Diego me desconcentró.
Sólo allí pude ver que Mónica se estaba acercando a nosotros, primero caminando, luego más rápido, luego comenzó a trotar y luego a correr. Yo me sentía pegado al suelo, totalmente perdido en su imagen. Su velocidad aumentaba con cada espacio que rompía entre nosotros, así que el final era inevitable.
-Diego, sostén al oso -. Se lo pasé y dejé mi bolso en suelo, tomando posición.
-Claro tío, atrápala -. Por supuesto que lo haría.
Me alejé unos pasos de Diego, el cual al mismo tiempo retrocedió unos pasos más. Sabía que no le daría tiempo a Mónica de parar o reducir la velocidad. Y aunque pudiera, tal vez ni lo intentaría. Así que me preparé para el impacto.
Fin de narra Iván
. . .
-Aló -. Dijo Antonio, contestando el teléfono de la casa.
-Hola tío, es Iván -.
-¡Iván! ¿Cómo está todo? -. Entablaron una larga conversación entre tío y sobrino, hablando de diversas cosas en general y en específico. Fútbol, fútbol y fútbol.
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Construyendo Lazos
Ficção AdolescenteLuego de un emocionante verano en el que tuvieron la oportunidad de enamorarse, Eva y Mónica deben regresar a Venezuela, con la misión de mantener una relación a distancia, y encima, pensar en su futuro. Mónica deberá enfrentarse a sus padres y come...