Capitulo II
Se acabaron las oportunidades para crear más oportunidades
-¿Estas bien Eva? -. Su voz hizo que todo estuviera bien otra vez. El aire fluyó aceleradamente hacia mis pulmones; las mariposas despertaron de su temporal sueño en mi panza; mis mejillas ardieron, como lo hacían hacia un par de meses, y mi mano comenzó a buscar la suya.- Aquí estoy, aquí estoy -. Dijo, tomando mi mano luego de ver como buscaba la suya.
Era él. Enfoqué mejor la vista y pude ver sus verdes ojos llenos de confusión. Reí de su expresión en ese momento, se parecía a la mía.
-¡¿Qué haces aquí?! ¡Me asustaste! -. No podía simplemente abrazarlo y que todo fuera cursi, romántico e incómodo, así que le reproché con un intento de golpe en el hombro, totalmente fallido, seguro no le había ni hecho cosquillas. Nos miramos.
-Te traje flores -. Fue lo único que pudo decir ese idiota. Reímos los cuatro, de lo tontos que nos veíamos.
-Ya bésense, están ahí, hablando tonterías y nada de acción -. Dijo Lovino, indudablemente molesto por lo sarcásticos que éramos. ¿Qué hacer? ¿Cuál era el siguiente movimiento en un encuentro tan accidentado como ese?
-Ustedes tres son unos tontos -. Era mejor seguir el consejo de Lovino.
Rodeé el cuello de Diego, sorprendiéndolo con un beso. Pocas veces tomaba la iniciativa con este tipo de cosas, pero jamás había sentido tanta ansiedad de no tener sus labios cerca. Y al fin, luego de casi un mes, los había encontrado. Para nuestro reencuentro me había imaginado un beso quizás desesperado. Correríamos hasta encontrarnos, yo saltaría a su cuello y nos besaríamos abruptamente, muy de película. En cambio, fue un beso delicado, no tímido, ya había superado esa etapa, ahora en cambio era un beso lento y cuidadoso, como si aún no estuviéramos completamente seguros de que estaba sucediendo, como si aún estuviéramos procesando la realidad.
El beso me llevó inmediatamente a ese paraíso desconocido, al que sólo él podía conducirme. Sentí como nacieron alas a mis espaldas, como el aire acariciaba mis mejillas, como poco a poco el frio típico del otoño se confundía con el calor de sus manos. Sentí el corazón latir con más vigor, luego de ser tocado por su amor. Nos tuvimos que separar por dos motivos, el más urgente por aire, el secundario porque ya se estaba aglomerando un grupo de personas a nuestro alrededor.
-Eso fue genial -. Susurró, separándose de mí.
Abrí los ojos, chocando esperadamente con los suyos, pero al mismo tiempo, e inesperadamente, me encontré con un cumulo de gente a nuestro alrededor, aplaudiendo alegremente.
-¿Y esta gente? -. Pregunté, siendo ayudada por Diego, para levantarme. Definitivamente estaba muy confundida. Había quizás unas ocho o diez personas, sonriendo, tomando fotografías y aplaudiendo. La estrella en potencia era Mónica, no nosotros.
-¿Diego Fernández? ¿Del Real Madrid, cierto? -. La pregunta hecha por ese señor con un español muy gracioso, aclaró toda la situación.
Diego sonrió, algo inseguro de tomar su mano para saludarlo, pero igual lo hizo. El resto de las personas lo rodearon velozmente, desplazándonos a Lovino, Feliciano y a mí, lejos de la improvisada sesión fotográfica con los fans que poco a poco se iban acercando. Su expresión no se notaba muy feliz, si bien accedía a tomarse las fotografías, se notaba algo inseguro de lo que hacía. Algo estaba mal, lo supe en ese momento.
-Esto es muy extraño -. Susurré, asimilando aun lo que estaba ocurriendo.
-Quiero una dona -. Dijo Lovino, a mi derecha.
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Construyendo Lazos
Fiksi RemajaLuego de un emocionante verano en el que tuvieron la oportunidad de enamorarse, Eva y Mónica deben regresar a Venezuela, con la misión de mantener una relación a distancia, y encima, pensar en su futuro. Mónica deberá enfrentarse a sus padres y come...