Capitulo 7: ¿Gané?

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Después de seguir caminando un rato, Ralf se percató que perdió algo de tiempo. Lo que lo llevó a elegir la única opción que tenía, correr.

Corrió por todo un rato, hasta recordar...o mejor dicho, hasta que el estómago le recordó que tampoco había desayunado nada y casi era medio día. Cazar era una opción, también buscar fruta. Aunque él no se había percatado del hermoso paisaje que lo rodeaba, y que empezó a contemplar, el cielo claro con un púrpura levemente marcado en las orillas, los árboles más verdes que podía encontrar, los arboles púrpuras que despedían un aroma delicioso. Todo aquel lugar parecía un paraíso, el aire, el cielo, la naturaleza en si era perfecto.

—Vaya...agradezco ser de aquí- dijo para si mismo, pero entonces por su mente pasó lo que Anira le había dicho antes de que la coronaran.

-¿Acaso tendrá razón?- dijo en su mente- Mi padre es un guerrero, ahora es parte de la guardia del rey. Aunque hay varios puntos a favor de lo que dijo Anira. Vivo en el bosque, y por lo que dijo Shanger...solo los atrixianos viven en el bosque, no conozco a mis abuelos por parte de ambos, aprendí el estilo de pelea de los atrixianos gracias a mi padre. Y todos se quedaron boquiabiertos por mi velocidad en el torneo. En todo caso...soy atrixiano- decirse eso para si mismo lo sorprendió, y lo asustó- Entonces, ¿Qué pasará? ¿le preguntaré a mis padres? Sin duda debo hacerlo, merezco la verdad...¡No! Mi hermano y yo merecemos la verdad, no es posible que todo este tiempo nos hayan ocultado esto. Quizás...puede que no sea atrixiano y por eso no nos lo han dicho, tal vez estoy pensando mal- y así empezó a dudar de lo que pensaba- pero hay muchos datos a favor de ser atrixiano. ¡Mierda! Sin duda debo preguntarle a mis padres.

Y entonces siguió con ese pensamiento dudoso que empezaba a enloquecerle la mente y a desconcertarlo. Mas eso no impidió que el siguiera con lo que estaba haciendo.

Como aun tenia hambre, observo lo que estaba a su disposición. Sólo lograba ver árboles, no había alguna criatura o animalito que fuese visible para cazarlo, que lastima que los árboles púrpuras no fueran frutales, así no sufriría de hambre en todo el camino.

Se desvío de nuevo del camino para adentrarse por donde había varios arboles que daban flores amarillas.

—Los árboles que florean producen una fruta— pensó.

Estaba en lo cierto, avanzó unos cuantos metros más y encontró unos arboles con grandes frutos que parecían manzanas rojas, pero al morderlo se percató de que no lo era, era de color purpura por dentro, pero el sabor era muy dulce y delicioso. Comió todas las que pudo hasta llenarse, quizás hasta cuando ni siquiera pudiera moverse.

—¡Rayos! Creo que exageré — No podía pararse de su lugar, estaba muy lleno; suspiraba para que se acelerara su digestión.

— Vaya, eso me pasa por ser desconsiderado — se decía así mismo. Se recostó en el pasto y empezó a ver el cielo, las nubes, las aves, y....poco a poco fue cerrando los ojos mientras que al mismo tiempo...el efecto del puerco lo puso a dormir.

Durmió un breve rato, con la placidez con la que duerme un niño que acaba de jugar mucho. Ningún insecto lo molestó en ese momento, pudo descansar y recargar sus energías con tranquilidad.

Despertó de un instante, abriendo los ojos y levantándose del suelo al mismo tiempo, con el corazón acelerado; lo que sucedió fue que mientras descansaba recordó que debía ir donde la montaña y regresar. No pensó ni un segundo más, se hecho a correr, y no paró hasta notar que se acercaba todavía más a la base donde encontraría el banderín, parecía de locos, pero llegó en menos de una hora; ya que había llegado se sintió más calmado, era cierto, había una torre ahí. Escaló poco a poco, no era muy alta, y pudo ver que en la cima estaba el banderín, lo tomó y ¿eso era todo? Bueno, a parte del hecho que tenia que regresar, eso no era nada difícil.

Ralf hizo sus cálculos, si regresaba corriendo sin parar avanzaría una buena distancia, y el siguiente día regresaría a medio día, ganándole a Rich.

Empezó trotando hasta donde había comido las frutas, como ya había corrido un buen rato comió unas pocas para recuperar energía y seguir. Una vez que el sol rebasaba el medio día empezó a correr con la desesperación igualada con la de una persona que quiere ir al baño y le queda a un kilometro. Al parecer no le importaba si su cuerpo hiciera un sobreesfuerzo, él seguía y seguía, su mente estaba centrada a correr y nada más. No se percató que ya había pasado la flecha donde indicaba donde se hacia el torneo del bosque. Una hora pasó, otra y otra, y sin darse cuenta ya estaba lo suficientemente lejos de la montaña y mucho más cerca del cuadro de veneración.

Tras un buen tiempo de correr se empezó a detener, ya el sol se ocultaba por el horizonte y las estrellas empezaban a aparecer en el cielo que se oscurecía poco a poco.

—Muy bien — se dijo Ralf — ahora sólo debo buscar donde pasar la noche y mañana llegaré más rápido al centro.

Buscó un buen sitio, libre de algún animal o persona, un árbol alto con ramas muy gruesas, se mentalizó a escalarlo, pero algo le llamó la atención... Era una fogata, quizá una antorcha encendida que no estaba muy lejos de donde se encontraba, quizás a un kilómetro por mucho, de repente ya eran tres fogatas o antorchas que estaban encendidas.

La curiosidad era más grande que su sueño y poco a poco caminaba para descubrir que era lo que significaban esas antorchas o fogatas, se encontraba ya tan cerca que su sorpresa fue demasiado grande cuando logró ver de qué se trataba. Era Lox que acababa de encender una cuarta antorcha.

Era demasiada sorpresa... Llegó de un lugar a otro en sólo un día ¿era posible?

Se acercó más y Lox se volteó para ver quién era, vio a Ralf, pero no se exaltó, ni se sorprendió. No dijo nada, Ralf estaba inseguro y paso a paso se acercó ¿Rich ya abría llegado?
La duda se disipó cuando Lox volteó para el otro lado y bajó su mirada mientras meneaba la cabeza de un lado a otro, como diciendo que Rich ya había perdido.

Ralf seguía sin creerlo, el silencio entre Lox y él era muy grande, ya tan sólo se encontraba a 6 metros de distancia para ganar en definitiva, pero él quería ver al menos a lo lejos a su hermano, caminaba lento; le parecía más largo ese tramo que todos los kilómetros que había corrido.
En su mente se preguntaba muchas veces ¿Gané?
Él sabía que su hermano era mucho mejor que él, y ganarle tan fácilmente le parecía extraño, incluso temía que algo le hubiese pasado. Ya sólo a 4 metros se detuvo y miró por donde se había dirigido su hermano y se seguía preguntando.... ¿De verdad gané?

Sangre Kirogha #1: The Warriors Of The ProphecyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora