¿Qué somos?

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Rogelio intentaba olvidarlo. Entrenaba duro, se empleaba a fondo en las jugadas e incluso apoyaba a sus compañeros con algunos tips para mejorar las tácticas, pero no podía lograr olvidar que en casa Karla lo estaría esperando. De pronto se vio envuelto en una neblina de ensoñación donde veía a Karla recibiéndolo cada noche con una sonrisa y un abrazo, preparando juntos la cena y tomando un café al final del día. Viéndola en las gradas los días de juego, gritando su nombre y esperándolo al final del mismo para darle un fuerte abrazo sin importarle que estuviera empapado en sudor y siguieran el festejo en algún restaurante para finalizar el día. Y verla exasperarse por terminar su trabajo y compartir con ella la felicidad que sentiría al lograr superar sus obstáculos.

¿Por qué se estaba imaginando tener algo más con ella?

La conocía desde hacía 3 días, 3 jodidos días donde muy apenas te puedes aprender el nombre completo de una persona y las facciones de su cara, pero había algo en Karla Torres que la hacía inolvidable. Tal vez su forma de ser juguetona o esa sonrisa que tenía pintada en el rostro todas las mañanas, aunque su día se augurara especialmente pesado. O esa arruga que se formaba entre sus espesas cejas cuando se enfadaba, o la buena mano que tenía para la cocina (aunque podía sonar machista era algo que no podía dejar de lado), o la forma en la que había sentido le había hablado por whatsapp, o mejor dicho, la forma en que sabía le había hablado por whatsapp después de recordar su abrupta salida del apartamento por la mañana, dejándolo con el desayuno en la mesa.

¿Ella también gustaba de él?

Si fuera una mujer en su sano juicio él esperaba que no. Porque definitivamente el estar casada o siquiera en una relación con un futbolista no era lo que esperaba para su hermana, sus amigas o su hija. Esa había sido una de las principales razones por las que el matrimonio de dos años con Jorgelina había llegado a su fin: porque no soportó los horarios de entrenamientos, los partidos, las concentraciones, la presión de los medios por ser la esposa de un futbolista. A pesar de que él la amaba con toda su alma la había dejado ir, porque sabía que ella se merecía algo mejor y no quería hacerle daño, no quería ser egoísta y retenerla a su lado cuando ella no quería permanecer con él.

Pero, irónicamente, en ese momento estaba siendo demasiado egoísta, pues de verdad deseaba que Karla sintiera algo por él.

El pitido de su móvil lo sacó de esa ensoñación tan absurda.

"¿Nombre completo?"

"Rogelio Gabriel Funes Mori"

"Thnx bb :*"

La respuesta de la chica lo hizo reír. Era todo un caso.

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Se tomó un tiempo para acomodarse el cabello en el elevador y se sintió de verdad ridículo, como un niño de secundaria. Apenas llegó a la puerta del apartamento, el olor a pollo y a algo que parecía ser espagueti le paseó por enfrente de la nariz; verificó su reloj y se percató que casi daban las 8:20 pm y de seguro Karla había llegado desde hace un buen rato a casa para preparar la cena.

-Podría decir que huele delicioso...-la chica se giró a verlo con una pequeña sonrisa en el rostro-pero en realidad estoy congestionado-sorbió como si tuviera mucosidad en la nariz y rompió a reír después de recibir la mirada furibunda de la castaña.

-Entonces no vas a cenar, ¿verdad? Digo, igual y te va a saber a nada-destapó una de las ollas para remover algo que Rogelio asumió era el espagueti.

-Pará, era broma...¿me vas a dar, verdad?-dejó el maletín de juego sobre el sillón y se acercó a la cocina, cuando divisó la sartén con dos pechugas de pollo empanizadas siseando tenuemente sobre el aceite-hasta hiciste pollo...piba, ¿me saqué la lotería al venir a vivir con vos o explicame qué pasá?

¿Y tú quién eres? (Rogelio Funes Mori)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora