De tacos y llamadas

467 24 7
                                    


Comprar tacos en un puesto callejero no fue tan difícil como Rogelio esperaba. Incluso creyó que la chica de la caja se reiría cuando pidió la orden, pero por el contrario, le recomendó que comprara para él una campechana y pidiera los tacos sin piña, pues perdían el sabor. Y llegar a comprar algo de helado y papas fritas no le pareció mala idea. Para cuando aparcó en el estacionamiento, el Camaro que supuso era de Karla ya estaba estacionado en el lugar que estaba destinado a su apartamento.

-Una orden de tacos de 'trompo'—hizo las comillas con los dedos en el aire—para quien me va a llevar a Londres el próximo mes—dejó la bolsa sobre la mesa, que ya estaba puesta y la rubia lo miró con el ceño fruncido, y luego sonrió.

-Dios santo, una no puede estar enojada como se debe cuando huele tan rico—hurgó dentro de la bolsa para sacar las ordenes y los complementos como cebolla, cilantro, salsa y frijoles charros.

-Te los pedí sin piña.

-Gracias al cielo, esa cosa sólo le quita el sabor a la carne...iugh—Karla hizo una mueca como si hubiese mordido algo agrio que hizo reír al moreno.

-Lo mismo me dijo la chica que atendía, incluso me recomendó qué comprar—abrió la que parecía ser su orden para enseñársela a Karla.

-Uff una campechana, estoy segura de que se volverá una de tus comidas favoritas. Por cierto, necesito que me des tu nombre completo para mañana hablar a la agencia y que me manden los boletos.

-¿Querés que te lo anote en algún papel?

-Me lo puedes enviar por mensaje mañana, igual y para que no se me olvide, o se pierda, con eso que las cosas se pierden seguido por aquí...—ambos empezaron a reír sin rastro de culpa y atacaron la comida como si no hubiese un mañana.

Y sí, resultó que la campechana estaba buenísima y que quizá tal como Karla decía se convertiría en una de las comidas favoritas de Rogelio. Después de que ambos lavaron la loza que utilizaron empezaron a discutir sobre ver alguna película. Como ninguno se decidía, Karla tomó "Hotel Transylvania" y la colocó en el bluray.

-Traje helado y patatas fritas... ¿de qué tenés antojo?—preguntó Rogelio sacando el helado del congelador.

-¿Ambos?—pidió Karla, encogiéndose de hombros. Rogelio puso las papas en un plato grande y sirvió helado en un tazón—chocolate...vaya que parece que lees la mente—la chica le arrebató el tazón y una papa y la sumergió hasta el fondo, para luego llevársela a la boca.

-Eso es...—Rogelio no sabía cómo decirlo.

-¿Asqueroso?—cuestionó la chica, alzando una ceja y mirándolo—me lo han dicho, aunque te he de decir que sabe delicioso, aunque claro sería mejor con unas papas a la francesa.

-No, iba a decir...raro. Pero está bien, las probaré alguna vez—se encogió de hombros y se tiró a su lado en el sofá, para empezar a ver la película.

(...)

Karla se estiró para espabilarse y alcanzar el móvil en su buró, el cual sonaba con la alarma que la levantaba cada mañana. Y sintió algo sobre sus piernas. Abrió los ojos y se encontró con que era la cabeza de Rogelio lo que estaba sobre sus extremidades. Se habían quedado dormidos en el sillón. Alcanzó su móvil y apagó la alarma, y luego movió un poco a Rogelio tratando de no despertarlo, para salir de donde estaba aprisionada y darse una ducha.

Rogelio se despertó muy seguramente por el ruido de la licuadora, cuando ella hacía un batido de frutos rojos para el desayuno.

-Nos quedamos dormidos...—dijo el moreno, tallándose los ojos y después estirándose, haciendo crujir un par de huesos. Karla rio ante lo obvio y asintió.

-Creo que deberías darte una ducha—recomendó. Rogelio le sonrió y se dirigió al baño. Karla terminó de preparar los vasos con los batidos, el pan tostado y la fruta recién picada y sirvió la mesa. Justo cuando el móvil de Rogelio, que estaba sobre la mesita central de la sala comenzó a sonar.

-¡Rogelio! ¡Tu móvil está sonando!—le gritó al chico por el pasillo.

-¿Podés atender, por favor?—fue lo que recibió como respuesta.

Sin pensarlo mucho se llevó el teléfono a la oreja.

-¿Hola?

-¿Aló? ¿Este...este es el móvil del Gabo?—la voz femenina al otro lado sonaba algo extrañada, pero tenía un claro acento argentino.

-¿Perdón?

-Rogelio... ¿es el móvil de Rogelio?

-Sí...pero él está en el baño ahora, no sé si quieras...

-Mirá, hablá Jorgelina, su esposa. ¿Me lo podés pasar? Dile que es urgente, por favor.

Justo en ese momento Rogelio salió del baño con una toalla atada a la cintura. Karla lo miró y le tendió el móvil.

-Tu esposa—le dijo. Rogelio pareció no entender al principio, pero luego su boca se transformó en una línea dura y lo tomó.

-¿Aló?—respondió y Karla ya no supo qué mas, pues él se fue a su habitación y se encerró allí. Ella se movió hábilmente para vaciar su batido en un termo y su pan tostado en un tupper. Rogelio salió después de 10 minutos de la alcoba, ya vestido—¿Te vas?—le preguntó a Karla, al verla ya con su bolsa colgada al hombro y el batido en la mano.

-Sí, debo salir ya. El desayuno está en la mesa, si quieres yo lavo los platos cuando regrese. Adiós—salió del apartamento dejando a Rogelio completamente confundido y sin saber qué decir.

Ni siquiera ella misma sabía qué decir.


¿Y tú quién eres? (Rogelio Funes Mori)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora