Camino por el viejo callejón de mi querida ciudad, recordando momentos de mi dura y corta infancia. Cada piedra,cada casa, cada rincón...todo esta practicamente igual que cuando me fui. Solo veo dos lugares que no conozco, un bar y un hostal que se encuentran en frente uno del otro en la Calle Rosal.
Decido ir al Bar del Abuelo, cuando entro no hay mucha gente dentro. Un par de hombres en una mesa hablando animadamente sobre temas de ninguna importancia, un grupo de colegialas chillonas cotilleando sobre estupideces y niñerias. Y al fondo veo a un chico solo. Contempla embobado la copa que tiene sobre la mesa. Se lleva a la boca lo que parece un trozo de un dulce de chocolate enorme con forma de corazón mal echo.
Alcohol con dulces, que asco. Está loco...me cae bien, ya sabéis por qué.
Parece notar que le observan pues sube la mirada justo en mi dirección. En ese momento puedo ver que tiene los ojos llenos de lágrimas. Él se enjuaga las lágrimas en la manga de la sudadera roja que lleva puesta pero demasiado tarde, le he visto.
-Eh amigo, ¿está bien?
El muchacho me mira confundido, resopla y dice casi en un susurro...
-Me ha dejado
-¿Cómo?¿Quién te ha dejado? ¿Tu chica?
-Me advirtió...lo hizo y no la escuché.
-Tío, lo siento. Pero no es para tanto.
-Eso es porque no la conoces. Si lo hicieses sabrías que he perdido lo único que...no, todo lo bueno que tenía en mi vida.
-La olvidarás. Te costará si estas tan enamorado como dices, pero no es imposible. Si te ha dejado no te quería como decía.
-Es que esa es la cuestión. Me quiere, la quiero, nos queremos.
-¿Y por qué lo dejais? No te entiendo lo siento.
- Me ha dejado por mi culpa, por mis estúpideces, mis paranoias. Mis gilipolleces, siempre mi culpa.
No sé que hacer, la he perdido para siempre. Por segunda vez.-¿Por segunda vez?
-Si, ya lo hice una vez.
-Perdona que te diga pero, ¿tú no aprendes a cuidar lo que quieres cojones?
-Parece ser que aunque lo intente, no lo hago bien.
En ese momento los ojos del chico se vuelven vidriosos de nuevo mientras mira hacia la puerta del bar. Cuando miro puedo ver cual es el motivo, una chica de unos 18 años con pinta aniñada ha entado. Tiene los ojos como mi nuevo amigo, rojos, parece buscar algo o alguien. En ese momento mira hacia donde estamos, su cara pierde todo rastro de color y comienza a andar hacia el lado opuesto mientras derrama unas lágrimas en la alfombra indú del suelo de madera de roble.
-¿Es ella?¿Ella es la que te ha dejado?
Él me mira entristecido y asiente. Me levanto y me dirigo a donde se fue la chica, hasta que caigo en la cuenta de algo.
-Oye, ¿cómo te llamas?
-Ri-ck...pero mis amigos me llaman solo R.
-¿R? Bueno, ¿y ella?
-Ella Nataly, ¿por qué?
-Solo quería saberlo, voy a pedirme algo a la barra. ¿quieres algo?
R niega con la cabeza y vuelve a estar como lo encontré, mirando fijamente la copa absorto en sus pensamientos acerca de Nataly.
Cuando llego a la barra la veo bebiendo una copa de golpe mientras llora, cuento hasta tres copas en su lado. Bebe mucho y muy rápido, curiosa pareja.
Llamo al camarero que resulta ser el dueño del bar, es un hombre con una gran barriga, barba y pelo blanco, unas gafas rectangulares, de expresion seria. Puedo alcanzar a ver que en su uniforme tiene cosido su nombre, Bartolomé. Le pago dos copas una para mi y la otra le digo que se la lleve a Nataly, Bartolomé sonríe y hace lo que le dig.
Cuando se lo lleva la chica mira confundida al dueño y cuando este me señala levanto mi copa en modo de brindis y me la tomo entera, cuando dejo la copa en la mesa veo que ella coge la copa y se la bebe en medio segundo. Le sonrío y ella repite mi gesto pero es una sonrisa triste.
Me acerco a ella mientras se deja caer de la barra, cuando llego la cojo en peso y la llevo a la calle.
A sí le dará el aire,¿no?...