Lo cierto es que es de las únicas chicas que puedo decir que me dio pena arrebatarle la vida.
Recuerdo ese día como si fuese ayer. Bueno lo cierto es que recuerdo todas mis anécdotas como si hubiesen pasado recientemente. Y así es.
Bien, el caso es que me encontraba en un pueblo el cual no nombrare. Estaba hambriento, con solo una mochila azul y un poco de dinero.
Caminé largas horas por ese maldito pueblo fantasma, hasta que logré encontrar un supermercado de estos que abren las 24 horas.
Sin pensarlo dos veces entré, cogí todo lo que podía y más para luego dirigirme a la caja.
Allí una chica rubia con un delantal con el nombre de la tienda, esperaba sentada leyendo una revista de moda a que alguien se decidiese a comprar en ese supermercado que odiaría. Con toda la razón del mundo.
Coloco las cosas que voy a comprar y saco el dinero de mi bolsillo trasero del pantalón. La dependienta no se da cuenta de mi presencia por lo que tengo que tocarle el hombro.
Ella se gira asustada y me sonríe. Pide disculpas y pasa los alimentos por el escáner.
-Son doce con noventa y cinco, señor.
-Mierda, no tengo cambio. ¿Podría ir un momento a buscarlo a mi coche? No tardo nada.
-Claro no se preocupe. No me moveré de aquí.
Pobrecilla, que vida mas mala lleva, y no tendrá apenas los 25 años.
Llego al coche y busco algo de suelto, y encuentro un poco entre los sillones de atrás. Salgo del coche para volver a entrar a terminar de pagarle a la muchacha, pero...decido darle emoción.
Cojo una de las pastillas que me dieron los cabrones de mi instituto para poder acostarme con la tía que me gustaba. Funcionó, lo aseguro. Esta pastilla lo que hace es adormecer el cuerpo entero de quién la toma por unos segundos para luego recargar esa energía muerta con testosterona.
Esto hace que la víctima busque tener relaciones sexuales sea cual sea el lugar en el que se encuentre y sea quien sea el que esté delante.
Entro en el supermercado de nuevo y me voy directamente a la caja.
Miro la pastilla y la escondo en mi mano. No puede verla o adiós al plan de rescate.
-Aquí tiene lo que faltaba. Siento mucho la espera.
-No importa. Oiga aquí hay más dinero eh...
-Sí ya, verá. Es usted una mujer muy atractiva y por eso y por disculparme por la tardanza me gustaría invitarla a un refresco.
-Emm, se lo agradezco pero no puedo dejar mi turno de trabajo.
-Oh, no se preocupe. No me importa comprar aquí los refrescos. Lo importante es la compañía.
Ella asiente y sonríe avergonzada. Le ha gustado el cumplido. Perfecto.
Me ofrezco a buscar los refrescos yo y en cuanto tengo dos en mis manos, cojo uno y meto la pastilla dentro. Espero a que se disuelva completamente y vuelvo a la caja. Me aseguro de darle el refresco con la pastilla y me tomo mi refresco aguardando el gran momento.
Añ cabo fe cinco minutos la chica empieza a encontrarse mareada y yo, muy caballerosamente me ofrezco a llevarla al hospital mas cercano. Al principio ella se niega pero está empezando a quedarse dormida. Por un rato. Así que rápidamente la llevo al coche y la pongo en la parte de atrás. Pocos minutos se despierta y mira el coche confundida. Yo que me encuentro sentado a su lado me coloco rápidamente encima de ella y comienzo a besarle el cuello. Ella al principio se resiste pero va dejándose hacer. Estas pastillas son la hostia.
Bajo la mano hacia su pecho y con una mano lo voy masajeando mientas que con la otra le sujeto las manos encima de la cabeza. Sé que no huira, pero prefiero no arriesgarme. Pasan los minutos y sigo haciéndola gemir y suspirar hasta que decido que ya vale.
Saco de mi cinturón un cuchillo de cocina normal y corriente que llevo encima por emergencias. Ella se escandaliza al verlo pero la calmo dándole besos suaves en el hombro.
Cuando veo que tiene la boca entreabierta para volver a gemir le clavo el cuchillo en el abdomen, sin pensarlo dos veces.
Ella suelta un gemido pero no de placer, si no de dolor. Veo como lágrimas caen de sus ojos y no puede hablar. Sonrió al ver como la vida se escapa de sus ojos. Pobre ingenua. Pensaba que tendría sexo.
-Te he echo un favor hermosa. Has dejado de ser la dependienta buscona de un pueblucho de mierda a ser la primera víctima en mi lista de asesinatos. Deberías de darme las gracias.
Le doy un beso corto en los labios y salgo de la parte de atrás del coche. Me siento en la parte del piloto y conduzco a toda velocidad por la autopista. Cuando llego a una especie de desierto saco el cuerpo inerte de la dependienta de detrás de mi coche y lo tiro en mitad de la tierra. Le echo agua en el cuerpo para borrar todo tipo de huellas dactilares por si alguien la encuentra. Al echarle agua veo una pequeña placa con un nombre inscrito "Celia"
Ese debe de ser el nombre de la rubia.
Subo al coche y arranco rápidamente, no pueden pillarme cerca de aquí, podrían relacionarme con el asesinato de Celia.
Ay.. mi Celia,pobre infeliz.Me dio pena asesinarla, no se esperaba nada. Con los demás asesinatos se me veían un poco las intenciones. Pero ella fue cruelmente. Por eso es mi favorito. Jamás encontraron su cuerpo. No hay día que no recuerde esos ojos azules oscuros como iban apagándose lentamente. Me encanta.
Es una sensación increíble. Me siento vivo.
Irónico,¿Verdad?