9.

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Harry cerraba sus ojos con fuerza deseando no estar viviendo eso, deseando no sentir lo que estaba comenzando a sentir cuando Louis lo puso de espaldas contra él y comenzó a frotar su erección contra su trasero mientras proporcionaba pequeños besos en su cuello.

-No otra vez—murmuró Harry.

-Ahora será diferente, será mejor—susurró el ojiazul en su oído.

Louis adentró sus manos en los bóxers del rizado sin permiso, y éste soltó un gemido por la sorpresa.

-¿Te gusta, verdad?—preguntó al sentir cómo el miembro de Harry comenzaba a endurecerse.

Los gemidos ahora eran cada vez más seguidos, y aquel excitante sonido que salía de esos perfectos y rozados labios hacía que el miembro de Louis comenzara a despertarse aún más.

-Vamos a pasar a la acción—agregó, y en un abrir y cerrar de ojos bajó los pantalones de Harry junto con su ropa interior—. Oh—se mordió el labio inferior al ver por primera vez aquel trasero.

-Louis, Louis no—ahora eran sollozos. Tenía miedo, estaba muerto de miedo realmente. Sus sentimientos eran tan confusos, las pequeñas manos del ojiazul por todo su cuerpo le hacían erizar la piel y sentir cosas que jamás había sentido, ni siquiera por una mujer, pero a la vez tenía mucha impotencia por la dignidad que sentía que estaba perdiendo al ser manoseado por alguien totalmente desconocido sin su consentimiento, y odio hacia él mismo porque en cierta forma amaba la manera en que ese hombre lo estaba tocando, y eso lo excitaba.

-¿No? pero si veo que te agrada.

Louis comenzó a masajear el trasero del rizado y darle leves apretones. Harry no podía contener sus gemidos. El ojiazul se agachó unos metros y entonces besó las piernas del rizado, al llegar a su trasero hizo lo mismo, proporcionó suaves besos que eran como roses, y luego lo mordisqueó. Jugueteó con su lengua en su entrada, se puso de pie nuevamente y posó sus manos en las caderas de su víctima.

-Louis...oh...

-Relájate.

-Yo...debes saber que...

-No te haré daño, cállate—ordenó, entonces Harry hizo silencio.

Harry creyó que todo había pasado, que quedaría ahí, pero cuando menos lo esperó sintió un leve dolor en su parte trasera. Louis había ingresado dos de sus dedos en su entrada.

-¡Aah!—gimió de dolor.

-Cállate—repitió, entonces lo embistió sin previo aviso.

Harry sintió una fuerte punzada en su interior.

-Si no te relajas será peor—advirtió el ojiazul, y se movió lentamente, luego cada vez más rápido. Harry no podía soportarlo, no estaba preparado para eso. Ya no se sentía nada bien y quería acabar con eso cuánto antes.

Los minutos pasaron, que para el rizado eran como horas, y luego de unas cuantas embestidas más todo pareció terminar. Louis salió lentamente de Harry y se abrochó sus pantalones mientras recobraba su respiración normal. Harry quedó aún de espaldas, con su frente recargada en la pared, sin querer darse la vuelta, totalmente avergonzado. Sintió como el ojiazul le levantaba los bóxers y sus pantalones.

Un silencio absoluto se hizo en la habitación, Louis quedó mirando la silueta de espaldas del rizado, con su ceño fruncido al ver que no había reacción alguna de parte de él. Entonces escuchó un sollozo.

-¿Harry?—preguntó en tono bajo, pero éste no respondía—. Ya, no ha sido tanto. Puedes darte la vuelta y te ataré nuevamente a la silla-intentó sonar rudo, pero estaba algo preocupado.

Harry se dio la vuelta lentamente, con su rostro mirando al suelo, Louis intentó verle pero el pelo cubría gran parte de su cara. Lo tomó por los hombros y lo llevó hasta la silla de madera en la que había estado desde hace días. Al sentarse un pequeño dolor recorrió toda su parte trasera.

Harry gimió del dolor, y entonces las lágrimas se hicieron más presentes.

-No quiero sentarme—susurró, su tono era el de un niño pequeño. Louis sintió una punzada de dolor al escuchar esas palabras.

-¿Qué sucede?

Harry levantó su rostro, y lo miró fijamente. Todo a su alrededor se derrumbó al observar aquellos orbes verdes totalmente inundados, su ceño fruncido y sus perfectos labios temblaban, al igual que su barbilla a causa del llanto.

-Ya... no llores, por favor—dijo algo nervioso ante aquella situación. Sentía culpa, y era un sentimiento ajeno a él, por primera vez en su vida se sentía culpable de haberle hecho daño a alguien.

Harry no hablaba, solamente lloraba. Louis se acercó dubitativo, no sabía si era lo correcto pero sintió la necesidad de limpiar aquellas lágrimas que cubrían sus mejillas, y así lo hizo. Harry quitó su rostro, no quería que lo tocara de aquella forma luego de lo que le había hecho.

-Lo... lo siento—susurró Louis.

-Mátame.

-¿Qué?—preguntó el castaño sorprendido.

-No sé si esta en los planes o no, pero hazlo de una maldita vez. Mátame, ya no quiero seguir aquí.

-No te mataré— ¿Acababa de decir que no iba a matarlo? Eso era exactamente lo que tenía que hacer, aunque no ahora, pero sí debía hacerlo.

-Me lastimaste—susurró entre sollozos el rizado.

Mierda. Enserio se había pasado con lo que había hecho, pero no estaba pensando. Solamente se había cegado por el deseo y el no querer admitir que realmente sentía algo por aquel muchacho. En todos sus años haciendo aquel trabajo había visto decenas de víctimas llorar frente a sus ojos, pero jamás había sentido lo que sintió al ver aquellos. Jamás había sentido nada, y esta vez deseaba volver el tiempo atrás y remediar el haberle hecho eso a aquel rizado. Quizás era porque a pesar de no conocerlo lo suficiente, sabía que realmente era una buena persona y no merecía estar viviendo aquello. Bastaba con mirarlo a los ojos para saber la clase de persona que era, y que estaba seguro que no encontraría nadie más así en su vida.


Secuestrador - Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora