Otra historia que no conoces

Asuntos Pendientes

Perspectiva de Wat:

Nos encontrábamos mi compañía y yo recorriendo a caballo el inhóspito paisaje norteño. Ya habíamos dejado atrás Castillo Negro y nos habíamos desviado del camino principal cuando pasamos por el lago largo, dirigiéndonos primero hacia las colinas solitarias para orientarnos y cuando habíamos llegado a localizar el Fuerte del Terror en el límite del Río de las Lágrimas, comenzamos a movernos con rumbo a Cuernomadero (Hornwood).

Cuando vislumbramos la Colina Cabeza de Oveja, sabíamos que ya estábamos cerca, y nos detuvimos en una taberna para comer y beber algo. Mi padre, Dentos, ya no nos acompañaba en esta aventura. Un cuervo llegó desde Desembarco del Rey, de parte de la corona, solicitando su presencia inmediatamente en la capital. Ante esta desagradable noticia, mi padre se despidió de nosotros y tuvo que acudir al llamado de su rey. Él ya emprendió su viaje de vuelta a las Tierras de la Corona, pero nosotros aún tenemos negocios pendientes aquí.
Nos encontramos conque el bar, estaba en medio de una gran trifulca de ebrios empedernidos y otros no tanto, que parecía no tener final. Todos se estaban golpeando entre sí, pero entre aquel caos logré percibir que había un hombre, joven de veintipocos, que estaba repartiendo golpes a diestra y siniestra, y ninguno de los que venían dirigidos a él lograba darle. Al final, cuando la pelea terminó, él salió caminando con unos pocos moretones, pero los otros, estaban en el suelo sangrando. Se sentó en su mesa y siguió disfrutando alegremente de su comida.
Un hombre que sabía luchar de esa forma nos sería muy útil para confrontar a los bandidos si era tan bueno con la espada como lo era con los puños.
Así que me acerqué a él, me senté en su mesa, y le dije -"Buenas. ¿Puedo sentarme? Me huele a que estás buscando una aventura, y yo tengo una para tí, con una recompensa de 25 monedas de oro, más lo que tomes de sus cadáveres... ¿Te sumas?"-
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Perspectiva de Einar:

Aún no se como, pero por alguna razón mis extraños viajes me llevaron hacia Hornwood. No tengo idea de como terminé allí, de hecho, ni siquiera me agradaban los Bolton, y ahora estaba en sus tierras.

Al parecer el alcohol me llevó a hacer cosas que nunca haría sobrio, pero... ¿alguna vez estoy sobrio?

La verdad es que la respuesta era no, el vino me atraía demasiado, y no podía dejarlo. Pero bueno, lo hecho hecho está. Ahora debía ver como arreglármelas en estas tierras, y debía ver si conseguía algún encargo para poder comprar más vino o para escapar de este lugar.

La ciudad era bastante precaria, la mayoría de los habitantes eran campesinos, pero aún así esperaba encontrar un lugar donde descansar un poco y buscar trabajo.

Luego de buscar por un buen rato, encontré una posada. En su interior, se sentían gritos de todos los tipos, al escuchar eso, me adentré en el lugar intentando saber que sucedía.

Al entrar en el lugar, pude ver como una gran cantidad de hombres, luchaban por algo que al parecer ya habían olvidado. La pelea era en parte graciosa, la mayoría de esos hombres estaban sumamente erbios y se tambaleaban, y eso me causaba risa.

A un lado de la pelea, pude ver a un hombre que hablaba con otro, el primer hombre, tenía una guardia detrás, por lo que supuse que era algún tipo de noble. Quizás él podría darme el trabajo que necesitaba, al fin y al cabo, era un excelente mercenario.

Me acerqué a dónde estaban y le dije directamente al noble:"¿Tienes algún trabajo para un buen mercenario?". El otro hombre, quedó bastante sorprendido, ya que interrumpí su charla, pero... ¿aceptaría mi propuesta?

Me quedé esperando la respuesta del noble,mientras acercaba lentamente mi mano derecha a mi espada, y observaba como los hombres del noble hacían lo mismo.

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Aquel borracho no sabía ni donde estaba sentado. Podía pelear sí, pero no entendía nada de lo que le estaba diciendo.
Me había comenzado a desesperar, pero en eso otro individuo se acerca a nosotros. Un joven esbelto y fornido. Venía armado, a diferencia de mi interlocutor, y me pidió un trabajo. Vaya, qué suerte la mía. Todo aquello había sido muy abrupto. Fue algo extraño que nos interrumpiera así como si nada. Yo seguía atónito por su repentina petición, pero vi que mis hombres se habían puesto tensos por la intromisión y el hombre también tenía la mano en su espada.
A lo que le contesté -"Pues verás mi amigo, resulta que acabo de ofrecerle 25 monedas de oro a este otro hombre por ayudarme a recuperar un cargamento de un grupo de bandidos. Derramamientos de sangre pueden estar involucrados. Resulta que ha aceptado la tarea. ¿Puedes probar que eres mejor que él en combate? si así lo hicieses ¿Cuánto cobrarías? entonces tal vez tenga trabajo para tí."- Aquello era mentira, el borracho no había accedido a nada, pero tampoco podía replicar ni desmentirme, pues no entendía ni media palabra de lo que estábamos hablando.
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