Capítulo: 42

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Capítulo: 42

Los rayos de la luz del sol ya tienen intención de despertar a Paula. Entreabre un poco los ojos  pero, rápidamente, vuelve a cerrarlos acurrucándose bajo el edredón. Paula respira hondo. El aroma a café embarga toda la habitación. De pronto, siente la presencia de alguien dentro de la habitación, muy cerca de ella. Obligada, se da la vuelta e intenta abrir los ojos. Le cuesta, pero consigue ver a una niña pequeña con la cara tan cerca de la suya que casi consigue escuchar su respiración. Tamara.

-¡Buenos días!- grita la pequeña.

-Hola, ¿qué haces aquí?- pregunta Paula desorientada.

-¿Has dormido con mi hermano?

-¿Tu hermano?

Paula abre los ojos de golpe y observa que no está en su dormitorio. Las paredes rojas, los folios esparcidos por la mesa y los posters llenos de frases de grandes personas que han marcado en la historia, le descifran que está en la habitación de Dani.

Paula se lleva la mano a la frente y se muerde el labio inferior. Ahora lo recuerda. Debió quedarse dormida después de la sesión de besos con Daniel. Él no querría despertarla y la dejo en su cama toda la noche.

-¡Tamara!- grita alguien desde la puerta del dormitorio. La niña sale corriendo al ver a Dani que cierra la puerta tras su marcha. Lleva unos vaqueros negros y una sudadera gris con las coderas en color azul. Sonríe al verla.

-Buenos días preciosa- le susurra mientras le regala su beso de buenos días.

-Hola- dice ella aun molesta por la luz que entra por la ventana del cuarto. En un instante abre los ojos y grita- ¡Mi madre!

-¿Qué?

-¡Mi madre!- dice levantándose de la cama- ¡Ella no tiene ni idea de que estoy aquí! Dios mío, ¡me la voy a cargar!

Dani se sienta sobre su cama y no puede evitar reírse.

-¿Se puede saber de qué te estás riendo ahora?- dice ella cruzando los brazos.

-Ayer por la noche me encargué de llamar de propio a tu madre. Le dije que estabas conmigo y que estabas bien. Que no se preocupara de nada.

Paula respira aliviada. Si Dani no llega a avisar a su madre, estaría castigada de perpetuidad.

-Gracias por avisarla- dice ella más calmada.

-Te quedaste dormida muy pronto y no quería despertarte- dice apartándole un mechó de la cara.

Paula agarra su cuello de la sudadera y la atrae hacia ella para besarle. Se ha tomado muchas molestias en hacerlo pero, le ha demostrado que le importa.

-Y, ¿qué hiciste mientras yo dormía?

-No tenía sueño, así que decidí escribir un poco mientras te veía dormir. Se ha convertido en mi pasatiempo favorito- le dice mientras acaricia sus labios con la yema de los dedos. Le encanta mirarla. Podría pasarse todo el día observándola, besándola, acariciando cada trocito de su piel. Es perfecta para él, ahora lo sabe.

-¿Puedo leer lo que has escrito?

-¿De verdad quieres?- pregunta él entusiasmado.

Gracias por hacerme feliz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora