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El frío de la noche me calaba por los huesos.

Las luces de la ciudad se iban apagando lentamente.

Suspiré, pensando en lo ridículo de la situación.

Caminaba sola, por que no se le ocurrió pasar a dejarme a la casa. 

Prometí que no dejaría que me completara.

Aún así, si me escribiera de nuevo, volvería corriendo con él. 

AliceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora