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Traté de no darle importancia.

Tú no me pertenecías.

Ni yo a ti.

Pero creí todo lo que salía de tu boca.

Ella se irá.

Dijiste, esa última noche en el cuarto 93.

Bailamos al compás de las tristes versos de

Raised by swans.

En la mañana,

la lluvia caía torrencialmente.

Sabía que no estabas allí conmigo.

El dolor salió

Desde lo más profundo de la oscuridad,

como siempre que despertaba.

Traté de disipar el dolor.

Reí cuando se me ocurrió llamarte fantasma.

Eso eras.

Un fantasma.

Sólo estabas en las noches.

Por las mañanas,

desaparecías.

Pero esa mañana,

al darme la vuelta

allí estabas.

Tu boca estaba medio abierta, y tus ojos cerrados.

Dormías como sólo un bebé sin consciencia podría hacerlo.

¡Ay, querido Mr. Solitario!

tu error fue quedarte.

Tu celular sonó varias veces.

Luego cayeron unos tres mensajes.

Era ella.

¡Ay, querido fantasma!

Como hubiera querido salir corriendo

desde el momento en que te conocí.

AliceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora