¿La encontraremos?

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Capítulo 7: ¿La vamos a encontrar?.

Corrieron hacía el río a toda prisa. Diana debía estar por allí si no... no sabían donde más buscar. El río era, o como algunos les decía “El Pequeño Valle misterioso” por como a veces era cubierto por una sombra blanca oscura y a veces aparecían cosas muy raras en su interior, una de las cosas más bonitas que esa medio ciudad poseía. Reflejaba paz y tranquilidad, parecía que el permanecer en ese lugar hacía desaparecer todos los problemas. Todo el mundo adoraba ese lugar y aunque últimamente no era tan visitado como otros años, seguía siendo muy popular para cuando querías relajarte u olvidarte de los problemas.

-Diana- se escuchaba a lo lejos. La chica ni se giró. No tenía ganas de nada, no ahora.- ¡Diana!- volvió a escuchar su nombre. ¿La llamaban a ella?. Se preguntaba. Le daba igual, no le importaba quién fuera. Se sentía algo mareada, aquel lugar siempre le producía las mismas sensaciones, pero se sentía tan agusto allí que no se quería marchar. Sintió como alguien la agarraba en un abrazo demasiado fuerte para su gusto.

-Cariño mío- dijo Amanda mientras salía de su pánico.- ¿Donde te metes? No sabes lo preocupados que nos tenías.- respondió mientras se soltaba del abrazo.

-¿Preocupados? ¿Tú y quiénes más?- preguntó con cierta indiferencia.

-¿Quién va a ser?- dijo como si fuera obvio- ¡Susana!- dijo mintiendo. Odiaba mentir a su mejor amiga... pero a veces era lo mejor para ella.- Y ahora dime, ¿Qué te ha pasado para qué estés aquí sola... mirando a la nada y- le miró a los ojos- llorando?.- preguntó.

-Es que...- titubeó entre si debía contárselo o mejor guardarlo para ella. Era Amanda, ella siempre se iba a enterar de todo, asi que.. ¿Que hacer?- pues, me he peleado con Raúl- dijo triste.

-¡Valla novedad! - dijo riiendo.

-Pero.. es que esta vez ha sido distinto- dijo volviendo a llorar.

-¡Oh! Cariño.. sh..- la tranquilizó- haber, cuéntame... ¿Qué ha hecho ese idiota?- suplicó.

-Llevo unos días, algo ¿Malos? Ya que... bueno, me duele mucho la cabeza y a veces tengo imágenes raras por mi cabeza que hacen que sienta un fuerte dolor en el pecho- Amanda palideció.- y.. últimamente no podía dejar de llorar por las noches, aparte de eso... están mis padres, vosotros y... las continuas peleas con Raúl.- se acorrucó a su amiga buscando consuelo- ¿Por qué nos tenemos que pelear tanto...? ¿Por qué me tiene que odiar de esa manera?- “Si tu supieras” pensó Amanda.

-Veras... Raúl es como una cebolla- Diana rió ante la comparación- tiene varias capas- “Las cuáles en su día... tu las conociste todas...” recordó divertida.- y a ti.. pues te ha tocado la de arriba, pero estoy segura, de que si escarbas... encontrarlas de una bonita amistad- Esa situación le hizo gracia a Amanda... ya habían vivido todo eso. Los mismo llantos, los mismos motivos, solo que unos años antes.

-¿Pero por qué yo? No te ofendas... la primera vez que lo ví- “Si... claro, la primera” contradijo su amiga a su amiga en su mente- creía que os llevarías, bueno.. como yo me llevo con él. Pero en serio es que ¡fue conocerlo y yo me empecé a poner de mala leche! Me duele que nos peleemos, no se por que.. pero me duele, pero es que.. ¿Esas ganas de cortarle la cabeza y desmontarlo a pedazos? Esas ganas, son las que yo tengo cada dos por tres cuando lo veo.

Amanda empezó a reir. Ahí estaba su amiga, la animada de nuevo. Caminaron hacía la casa de Diana, mientras hablaban y reían. Por suerte, Diana ya estaba mucho mejor. Al final... hablar con ella había sido una de las mejores opciones.

-Bueno.. yo creo que me voy- susurró Amanda en la puerta- ¡Suerte!- dijo mientras caminaba en dirección contraria- y por favor.. no lo mates.- bromeó.

-Si... claro, ya veremos.- Continuó con la broma.

Suspiró cuando miró a la puerta. ¿Raúl le iba a pedir explicaciones de esta tarde? ¡Que más da! Si lo hacía no le iba a contestar... además estaba demasiado cansada por el trabajo y el berrinche que había pillado como para quedarse a discutir con él. Abrió la puerta sin pensar, y caminó por la entrada hasta llegar a la cocina, abrir el frigorífico y coger la botella de agua.

-¡Diana!- gritó mientas la abrazaba. Esta escupió el agua, incómoda por tanta cercanía.

-¿Qué haces, fiera?- dijo escondiendo su incomodidad, alejándose un poco.- Mi espacio personal- dijo notando que todavía estaba muy cerca- gracias- agradeció cuando ya se había alejado.

Subió a su habitación dejando a Raúl algo confundido ya que, claramente, estaba esperando una respuesta, o una explicación. Explicación, que por Diana, no llegaría.

Llegó a su habitación, se tiró en la cama y miró al techo recordando todo el día de hoy. De pronto una nueva escena le vino a la mente.

-Gracias por venir- dijo una voz conocida.

-De nada- Dijiste sonriendo.- No podía esperar a verte- canturreaste algo avergonzada.

-¡Te quiero tanto! - te abrazó un rostro vestido de negro mientras tú te sentías segura y cada vez más contesta de estar a su lado.

-Yo también te quiero... mucho- susurraste, emocionada por como brillaba esa noche el mar.

Eso fue lo último que asaltó en su mente antes de que el dolor de cabeza se posara fuertemente. Gritó ante las punzadas que sentía ¿Quién era ese rostro negro? ¿Qué había sido eso? Escuchó unos pasos acercándose a la habitación mientras se tumbaba en el suelo entumecida por el dolor.

-¿Qué te ocurre?- Gritó Raúl, completamente asustado.

-Mi cabeza, me duele muchísimo.- lloró.

-Ttranquila- la levantó del suelo y la tumbó en la cama.- Ahora vuelvo, no te preocupes- te susurró mientras te acariciaba. Al cabo de unos segundos volvió con un paño de agua fría y una toalla blanca. Gracias a la frialdad de la toalla el dolor se te pasó un poco.

-Gracias- hablaste, rompiendo el incómodo silencio que había en la habitación. Sabía que él quería preguntarle, pero como siempre, no se animaba.

-Oye... Diana- habló dulcemente, para allanar el camino- ¿Qué ha pasado?- te preguntó con un brillo triste en los ojos.

-He visto algo- suspiró- y he sentido como si me estuvieran atravesando la cabeza con un cuchillo. Siento haberte asustado- sonrió en muestra de agradecimiento.- Y por venir corriendo.

-Neh- dijo para quitarle importancia- En realidad, creí que te habías caído en la ducha- dijo bromeando- y quería reírme de ti... o verte desnuda- continuó con la broma.

Diana le respondió con un flojo golpe en el brazo. Raúl fingió que le había dolido muchísimo, hasta el punto de que sus lágrimas se le habían saltado. “Idiota” pensó riendo Diana.

-¿Qué era lo que veías en esa imagen?- preguntó de repente rompiendo las risas- Digo... si me lo quieres contar- dijo dándose la vuelta para no mirarla a los ojos.

-Yo...- no sabía que hacer- pues... he visto una sombra vestido de negro, no se quién es, y nos decíamos 'te quiero' mientras me abrazaba. Me sentía segura y agusto... acabemos tumbados en la arena mirando las estrellas reflejadas en el mar.- susurraste.

-Oh- dijo con una pequeña sonrisa escondida- Sea quien sea, esa 'sombra de negro'- hizo comillas ante esas palabras- Seguro que era muy feliz en tu imagen.- sonrió y salió de la habitación- Hasta mañana. Descansa.- Dijo con voz algo entrecortada.

¿Qué le pasa?” pensó Diana algo triste y preocupada. “¿He dicho algo malo?” Y con esos pensamientos se quedó dormida. “¿Quién es esa sombra negra?... ¿Y por qué me sentía tan bien con ella?”

Lo que nunca me imaginé.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora