Salir a cazar bajo la lluvia era reconfortante. El agua refrescando su cuerpo ardiente y agitado mientras los pies tocaban la tierra mojada era una sensación renovadora. Ver que arroyuelos y ríos iban recuperando su caudal era un alivio para el alma.
Poco a poco, la vida de los Rumerautes volvía a ser como la recordaban adultos y ancianos. La extensión de tierra en la que se encontraban establecidos volvía a verse verde, llena de vida. Los peces regresaron del mar a los ríos, campo adentro y comenzaron a multiplicarse. Las aves volvieron, las semillas de la vegetación renovada se esparcían con el viento, expandiendo las zonas habitables.
Lahnen arrancaba por aquellos días con una energía renovada cada jornada de caza. Nunca había conocido la prosperidad, ni aun cuando era pequeño y los que cazaban eran otros. Desde que los cielos comenzaron a llorar, el reino animal también estaba ampliando su expansión y el cazador podía notarlo sin dudas. Antes del cambio en los cielos, podía pasar días sin conseguir una presa apta para alimentarse y cuando lo lograba con mucho esfuerzo, recorriendo grandes distancias y pasando largas horas de sigilo, solo conseguía piezas raquíticas. Pero ahora cruzaba su camino con venados, nutrias, vizcachas y demás animales con mucha frecuencia. Salir de caza ya no significaba volver a la aldea de mal humor, culpable por el hambre que pasaba su pueblo, echando pestes a la sequía que los azotaba desde que él tenía uso de razón.
Era extraño, pero desde el nacimiento de Magena las cosas habían mejorado significativamente. Hubo muchos cambios buenos, aunque también había excepciones. A Lahnen le hubiera gustado que Wenai siguiera sus pasos, poder pasarle todo el conocimiento que había adquirido de su padre tiempo atrás, cuando tenía la edad de su hermano. Pero Wenai no seguiría sus pasos: se presentó ante Ahdik con el pedido de ser entrenado como guerrero. Sin embargo, no era eso lo que más preocupaba al cazador y a su madre. Desde la llegada de Elora a la aldea, se había vuelto parco, serio, malhumorado la mayor parte del tiempo. Dejó de compartir momentos con Napayshi y Equiro y, al principio pensaron que era porque estaba creciendo, pero luego dejó de dirigirles también la palabra y, cuando Lahnen preguntó a los pequeños, Equiro le respondió que la última vez que habló con ellos fue luego del nacimiento de Magena y ya nunca más les prestó atención. Daba pena ver la tristeza en los ojos de los niños, que habían aceptado con dolor que habían perdido a un hermano y a un amigo al mismo tiempo y lo peor era que ni siquiera conocían la razón, puesto que tiempo después le preguntaron por qué no les hablaba y Wenai solo los miró con desdén y les dijo que no había nada que pudieran compartir. Pero Lahnen sabía que no se trataba solo de un desencanto de niños, ya no era el mismo con él ni con su madre. Había intentado mediar palabras, pero rehuía a su presencia y pasaba todo el tiempo posible entrenando.
Por eso, cazar aplacaba las sombras que oscurecían su alma. Estaba lejos de lo que lo preocupaba y que no podía resolver porque Wenai no quería aceptar ayuda alguna. Sentía que la naturaleza le devolvía todo el respeto que él le profesaba y eso le daba la paz que necesitaba. Por aquellos años, Lahnen era joven y prefería evadirse de los problemas que enfrentarlos.
A medida que iban sucediéndose los días, se iba aventurando más allá del territorio Rumeraute, conociendo nuevos parajes. Por lo general, se había dirigido hacia el Norte, en dirección a las otras aldeas. Pero ese día decidió encaminarse en dirección Oeste, ya que la última vez que vio el mar fue huyendo de los Chará-wisúes y su cólera. Ese día no había buscado ninguna presa en especial puesto que, con las presas conseguidas durante los tres últimos días, estaba cubierto de sobra el alimento de su gente. Pero quería sentir el viento en su cuerpo y de todos modos cargaba con su arco y su carcaj rebosante de flechas. Lidiar con los Chará-wisúes lo había vuelto más precavido, si acaso era posible. No temía morir, pero se había vuelto orgulloso y no moriría sin dar batalla. Además, su familia lo necesitaba con vida.

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Libro I - Abismo
FantasíaNO FANFICTION - La identidad de todo un pueblo descansa en estos escritos. Quien se atreva a recorrer sus palabras, estará aventurándose hacia un mundo diferente al conocido. Es momento de surcar las aguas y descubrir lo que la historia nos ha n...