Parte 19. Arrepentido

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Arrepentido: adj. Persona que lamenta haber hecho o haber dejado de hacer alguna cosa.

“Para qué sirve el arrepentimiento si eso no borra nada de lo que ha pasado. El mejor arrepentimiento, es, sencillamente, cambiar.”
–José Saramago
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—Suéltame... ¿Qué quieres? —Lo miré con desprecio

—Esta madrugada estuve recordando la tarde del parque... Tengo algo para ti...

—No me interesa nada de ti —me zafé de su agarre

—Por favor, acéptalo —me dio unos manuscritos—. La compuse para ti

La hoja venía titulada como "She Does the Woods"

—No la quiero. Cámbiale el nombre y dásela a alguna de tus amantes

—Al menos leela —me ofreció la hojas.

Las tomé, hice una bola de papel con ellas y la arrojé a sus pies. Me di la vuelta y continúe hacia la salida.

—Erin... Te amo.

Me detuve. Me volví a verlo. Desde que llegué no lo había observado con detalle. Lucía descuidado y muy triste. Me impresionó verlo así.
Cerré los ojos y vino a mi cabeza la imagen de él y la mujer de la noche anterior. Me llené de ira.

—Si así lo demuestras, ahora veo porqué estás solo

Apretaba su quijada mientras me observaba con los ojos cristalizados.

— ¿Por qué me miras así? ¿Pensaste que iba aguantar todo lo que viniera de ti, siempre? Tengo otras cosas que hacer en mi vida, además de estar enamorada de ti, Alex

—Lamento todo lo que pasó

—Con exactitud ¿Qué lamentas?

Me miró en silencio. Lo miré inquisitivamente esperando su respuesta.

— ¿No dirás nada? ¿Lamentas burlarte de lo que siento o lamentas casi abusar de mí?

Su expresión cambio. No esperaba que lo planteará con esas palabras

—No quería hacerte daño. No te hubiera obligado a...

— ¿No? Seguro, por eso me llevaste a la fuerza hasta tu habitación. Te subiste sobre mí para que no pudiera moverme

—Me detuve —alzó la voz

— ¿Y tengo que agradecerte?
¿Sabes? Hubiera dejado que me hicieras lo que quisieras aquella noche, si tus intenciones no hubieran sido las de darme una lección sobre el amor.

No me miraba, tampoco decía nada.

—Incluso me sentí mal por ti, Alexander, pensaba qué, que te sintieras orillado a hacer eso era mi culpa, pero hoy ya no. Deseo con toda mi fuerza no sentir nada más por ti... Ni siquiera compasión. Mi corazón se derritió en el calor ayer, justo como el tuyo.

Le di la espalda y salí azotando la puerta. Caminé por el sendero hasta avenida, estaba muy molesta, pero también me dolía todo lo que había sucedido. A pesar de eso, recordaba su beso y el sabor de sus labios.

—Maldita sea ¿Por qué tenías que besarme? Después de ese día, mi vida se puso de cabeza

Necesitaba olvidarlo pero ¿cómo? Continúe sin rumbo. Unas cuadras después, encontré un bar y entré. Puse el estuche de mi guitarra en el suelo y ordené un bourbon.
Miré el vaso y me quedé pensando:
Jamás en mi vida había querido abrazar tanto a una persona como a él, quería lanzarme en sus brazos para que me protegiera como una niña pequeña, aferrarme a su cuerpo y a su aroma para sentirme segura. Pero no eramos ni fuimos novios, tampoco amantes. Ni siquiera amigos. Eramos un pequeño intermedio qué dolía en el corazón. Además ¿cómo podía querer que me protegiera la misma persona cuyo objetivo era dañarme?

—Ay, Alex ¿Qué hiciste con mi vida? ¿Por qué estoy enamorada de un idiota como tú? —murmuré

Le dí un gran sorbo al whisky haciendo una mueca de desagrado otra vez. Bebí algunos tragos más... Muchos más, estaba mareada y todo me daba vueltas.

—Hey, cariño ¿Cómo te llamas?

—No te importa —articulé a medias y le di la espalda

—Vamos, eres muy linda para estar sola aquí

— ¿Sí? Deberías invitarme un trago

—Los que quieras, cielo

El hombre, le solicitó al barman un par de tragos de whisky. Cuando se los entregó, puso uno frente a mí. Me ofreció un brindis, que concluí, chocando mi cristal con el suyo. Lo bebí hasta el fondo y observé vagamente el vaso por varios segundos.

— ¿Qué haces aquí sola?

—Supongo que querrás algo a cambio de este whisky —dije levantando el vaso e ignorando sus palabras

—Quizá...

—Bien, pues sólo obtendrás una cosa

— ¿Qué cosa? —me sonrió picaramente

—Un beso

— ¿Un beso?

—Sí, bésame

Sin dudarlo, se acercó y me dio un apasionado beso. Nos separamos, lo miré, no dije nada y me levanté del asiento, dejando algunos billetes sobre la barra. Salí del lugar y zigzagueé por la acera.

Había probado otros labios ¡PERO JODER! cómo deseaba qué hubieran sido los suyos otra vez.

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—Ella estuvo aquí hoy, vino por su guitarra

— ¿Hablaste con ella?

—Ni siquiera leyó la canción, la arrugó y la aventó a mis pies. Por fin logré que me desprecie

—Dudo mucho que sienta desprecio por ti

— ¿Por qué, Miles? Al final, sólo soy un maldito fraude, ella me dio su amor y yo se lo completé con odio... Aún tengo clavada en la mente la manera en que lloraba esa noche. Me desgarró el alma.

—Cometiste un error pero...

—Ella tiene razón. Mi corazón se derritió ayer, cuando cometí la más grande estupidez de mi vida: El proponerme lastimarla. Soy un maldito imbécil

—Alex, tienes que decirle que la amas

—Lo hice, pero esto ya no tiene sentido...

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