Capítulo 7.

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-¡¿Qué?!-Salté de la silla sin poder contenerme-. ¡Yo estoy comprometida con Dylan! ¿Qué hay con eso?

-Siéntate y cállate-dijo mi padre entre dientes-. Deja que te explique.-Yo me volví a sentar con la sangre hirviéndome en el rostro.

-No te casarás con él-dijo mi padre intentando tener paciencia-, pero fingiremos que sí para que te mantengas cerca de él y así puedas averiguar la fecha de un evento al que vaya el rey que sea propicio para derrocarlo y acabar con el círculo corrupto que controla Inglaterra. Ellos necesitan nuestro ejército y el poder que la casa Mowbray posee. Por eso te ha pedido en matrimonio, sospecho que es porque tienen que acabar con la amenaza que Escocia representa, antes de que invadan el reino. Y no tengo dudas de que eso ocurrirá si no hacen nada pronto. Sin embargo, tampoco tengo dudas de que ellos no sobrevivirían ni un día en el campo de batalla. Vivieron rodeados de lujo, comodidades y placeres toda su vida, apenas habrán aprendido a usar la espada. Su padre era un buen guerrero, pero el rey es un completo incompetente: se ha quedado sin nobles que defiendan la frontera por él. Necesitamos quitarle la corona antes de que perdamos a Inglaterra.

-¿Pero por qué yo? Seguro que has tenido muchos problemas con que tus compañeros aceptaran poner en los hombros de una mujer una misión tan importante como la mía. ¿Qué hay de mi hermano? Él puede hacerse amigo de Edgar y de el rey Guillermo acompañándome a todos lados. Después de todo, es mi hermano, es más sociable y simpático que yo, y es un hombre, tiene el doble de privilegios.

-Porque todos sabemos que una mujer no podría hacerlo, salvo que esa mujer fueras tú. Tienes un talento asombroso para hacer que las personas hagan lo que tú quieres, un talento especial para meterte donde no te llaman. Ellos jamás sospecharían de una mujer, jamás te creerían capaz de ser una espía: ese es el principal motivo por el que tú eres la elegida. Ellos no dejarían que un hombre como tu hermano presencie sus conversaciones privadas, eso nunca. En cambio tú, puedes ganarte su favor, utilizando tus dotes de mujer, y además los podrás espiar sin problemas si sabes cómo ganarte a los sirvientes y a todos los que rondan por el castillo.

La sangre me subió al rostro por la humillación que sentía. Aún así, no podía acotar nada en mi defensa.

-Pero...-Tenía una mezcla tan confusa de pensamientos y sentimientos dentro de mi mente, que no sabía expresarlos de manera coherente en palabras-. ¿Cómo podría espiarlos yo sin que me descubrieran?

-Vamos, Elwine-dijo mi padre con una sonrisa-, no hay ninguna conversación que hayas espiado y en la que te descubriéramos.

-¡Pero esto es diferente!-traté de controlar mi tono-. Es cien veces más peligroso: un error, un ínfimo error y me enviarán a la horca, a mí y a usted, y a toda la casa Mowbray. ¿Cómo puedes enviarme a convivir con ellos, esa gente tan despreciable y llena de vicios, que me has hecho odiar desde pequeña? ¿Cómo puedes obligarme a vivir con nuestros enemigos, a vivir esa vida, que es la que tanto despreciamos? ¡Ahora tendré que fingir ser una de ellos, algo que claramente no soy!

-Te ayudaré, te daré todas las indicaciones que debes llevar a cabo. Y con respecto a eso, sólo tendrás que fingir un tiempo: ellos lo hacen toda su vida, Elwine. No es tan complicado.

-¡Sí que lo es!-exclamé-, ¡Yo quiero seguir con mi vida! Tenía una vida perfecta hasta el momento en que a usted se le ocurrió la idea de la conspiración...

-¡No te atrevas a hablarme así!-rugió mi padre. El miedo me paralizó el cuerpo, pero mi furia era más poderosa, no sé de dónde saqué el valor para seguir protestando, pero desafiando todas las leyes, lo hice.

-Quiero vivir, y casarme con Dylan, y...-suspiré.

Mi padre respiró hondo. Estar discutiendo con su hija ya le debía de parecer bastante humilante, y más aún si yo estaba gritando: le estaba gritando. Gritando a mi padre. Y lo hacía solamente porque sabía que no tenía otra opción. Mi padre mandaba. No importara cuánto llorara o gritara. Él no me lo estaba consultando, me lo estaba anunciando: la decisión ya había sido tomada, y nada la cambiaría. Pero a pesar de eso yo quería soltar toda la impotencia que tenía, quedarme vacía: no me podía infrigir un castigo peor al que me estaba dando en ese momento. Ya todo estaba perdido.

La conspiraciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora