Capítulo 1 : Un día común

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Era mi segundo año en la Universidad, el recibimiento fue terrible, para empezar, me toco el peor horario del mundo, además en la Universidad estaban haciendo arreglos y todos los salones estaban llenos con gente de diferentes facultades, el salón que por la mañana era de ingeniería, pasaba a ser de contabilidad en la tarde y terminaba en la noche con los chicos de derecho, era un verdadero desorden. Regresando al tema de horario, el día de las matriculas llegue algo tarde y la cola era terrible, para cuando al fin me atendieron, ya se habían llenado dos cursos, tuve que aceptar llevar un curso en la tarde y uno en la noche, lo cual iba a ser complicado, ya que no solo debía conservar mi beca, sino que debía de cambiar mi horario de trabajo, por suerte era en la cafetería de la universidad y el jefe era comprensivo, claro que debía tomar más horas extra y sin paga.

La primera semana con el nuevo horario era la prueba de fuego, pude cumplir con mis clases del día, luego iba a trabajar a la cafetería, y con mi buena suerte me toco entrenar al nuevo empleado, si es que se dignaba a venir, su turno había empezado hace una hora y el chico no llegaba, mi jefe había sido muy claro, me pidió que le tuviera paciencia, después de todo él sería quien cubriría mi turno cuando yo fuera a clases, lo malo era que ya era hora del almuerzo y el local estaba empezando a llenarse, necesitaba que ese chico llegara pronto.

De algún modo mis compañeros y yo nos dimos abasto para atender a todos, pero tardamos un poco, así que no hubieron buenas propinas, mi turno ya iba a terminar y el nuevo no llegaba, no podía esperarlo, debía de correr a la biblioteca en busca de unos libros, aun no me habían dejado trabajos pero me había quedado con algunas dudas de la clases de la mañana, así que apenas termine mi turno, me despedí y salí corriendo; en mi apuro choque con alguien en la puerta, fue como darme con un muro, el chico con el que choque era alto y con un cuerpo ligeramente fornido, el aroma de su perfume era tan... pero tan ... , no tenía tiempo para eso, me disculpe y seguí mi marcha. Cuando comencé a trabajar en la cafetería, me di cuenta porque tantas chicas habían solicitado ese empleo, aquel lugar era el centro de la pasarela, el lugar ideal para deleitar los ojos, los chicos que de la universidad eran muy simpáticos, debo aclarar que las chicas no se quedaban atrás, muchas de ellas eran rubias (naturales o no), de ojos claros ( quizás lentes de contacto), siempre con ropa de marca, niñas ricas, pesadas, antipáticas, con un gusto extraño por el agua y la lechuga.

Para cuando llegue a mi habitación ya estaba agotada, así que me di una ducha y me metí a la cama, con la esperanza de que mañana sería un día más tranquilo, es una pena que no fuera así, para empezar mi jefe me comunicó que el chico nuevo empezaría la próxima semana, así que tuve que pedirle a una compañera que me cubriera mientras iba a mis clases de la tarde.

Mientras esperaba que iniciara la clase, llego una chica, ya la había visto antes, en la cafetería, al parecer ella también era nueva en ese salón, le señale el asiento libre a mi lado, ella me sonrió, se dirigió a ese asiento y me hablo.

· Hola, me llamo Sandra - me estiro la mano para saludarla, me pareció algo extraño pero le seguí el juego.

· Yo soy Daniela - estreche su mano y luego seguí hablando con ella - ¿también te cambiaron de horario?

· Si, dos cursos en la tarde y el resto en la noche.

· ¿En la noche?

· Sí, mi turno regular era en la noche, trabajo en la mañana en una tienda de ropa, hasta las tres, por suerte esta clase empieza a las cuatro.

· Ya veo, así que terminas esta clase y empiezas con tu turno regular; debe ser agotador.

· Ni tanto, en el trabajo estoy parada así que me va bien estar sentada - ambas reímos, luego me mira y parece querer preguntarme algo, pero no se atrevía, pero casi estaba segura de lo que le intrigaba.

Quédate Conmigo ... Así De SimpleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora