Capítulo 7 - Colapso

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Cada paso le daba más incertidumbre de qué o quién era ese hombre. A pesar de sus miedos, Ele siguió caminando tras de él.

Era curioso, pues Ele estaba experimentando por primera vez la preocupación. Su cabeza estaba llena de preguntas y ninguna de ellas se había respondido en estos cinco días que llevaba siguiéndolo sin descanso.

Ya aquel hospital había quedado para el recuerdo, tan lejos estaban que ni la ciudad se veía ya. Pero el lugar en el que estaban no se veía nada mal, relajaba a Ele pasar sus desnudos pies sobre el pasto de la pradera que transitaban.

La relajante atmosfera del lugar le dio a Ele la valentía de preguntarle algo al hombre. No hablaba ninguno de los dos desde que se fueron del hospital.

- ¿Adónde vamos?- preguntó temblorosa.

El hombre movió un poco la cabeza y miró hacia arriba, a un perfecto cielo azul. Se demoró un poco en responder pero lo hizo.

- A ver tu planeta, Ele.

- ¿Esto es La Tierra?

El hombre no respondió, pero Ele ya lo sabía. Lo verde del pasto y los distintos y tan llamativos colores de las flores ya respondían por él. Ele sólo había visto videos de lo que fue La Tierra alguna vez, y aún así, se sentía como en casa.

Allá a lo lejos, frente a ellos, se alzaban los edificios de una ciudad. Ele ya no esperaba ver humanos. Y tampoco quería verlos. Un sólo ser humano junto a ella le parecía más que suficiente.

De hecho, ya extrañaba a sus amigos y familiares saomomos. Los seres humanos tal vez sean iguales a ella, pero sus vínculos los había construido con los saomomos, a pesar de no saber si todo eso fue real o no. Ahora mismo dudaba de si se encontraba en la realidad o si ya no estaba en ella.

Lo único que podía hacerla ver que sí estaba en la realidad era sólo una cosa. Un recuerdo que le había dejado una marca a la joven, algo que ella sabía que había sido real, porque ¿qué es más real que el dolor? Y efectivamente, la marca que la mantenía en la realidad había sido su recuerdo del mayor dolor sufrido en su vida.

Pero no podía ver su marca ahora, ¿cómo comprobaría si estaba o no en la realidad? La idea que le surgió habría sido brillante, si no lo hubiera sentido. Sí, se lesionó. Con ambas manos se pegó en el estómago, y ¡vaya dolor aquél! No era ni de lejos como el otro, pero sí que se sentía. Ahora con suerte podía caminar.

Y en eso la mirada del hombre se fijó en algo a su izquierda. Por curiosidad miró ella también y, tal vez, no debió haberlo hecho, pues lo que vio la sorprendió muchísimo. Casi llegó a asustarla.

Lo que en lo alto del cielo se alzaba y parecía no detenerse era una enorme grieta que se volvía más grande y con más ramificaciones a cada segundo. Ele miró al hombre y ahí sí que se le erizaron los pelos, pues estaba con terrible cara de asustado mirando la grieta, pero no se daba cuenta de la que se estaba formando en él. Tan grande era la grieta que se había formado en su cara que parecía que se iba a partir en dos.

De pronto, él miró a Ele y le dijo con cara de pena:

- Quédate Ele...- Mientras le extendía su mano.

Ella atinó a agarrarlo pero el mundo comenzó a derrumbarse y cayó al vacío sin siquiera rozarlo. El negro y oscuro vacío, ¿qué le espera allí? 

#EleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora