Capítulo 3

88 11 1
                                    

NARRA BILL KAULITZ :

Me sentía asustado desde ése momento que Tom quiso tocarme de una manera no usual. Todo había ocurrido cuando accedí a la propuesta que planteaba en mi mente. Ésa noche después del club, donde un taxi nos trajo a nuestra casa. Con mi hermano totalmente en estado de ebriedad diciendo incoherencias, tenía que pensar en algo rápido. No era fácil sacarlo de un ambiente ruidoso con luces destellantes a uno calmado y en plena oscuridad.
Su voz estaba siendo seductora para mí.
Me habia dado cuenta que nuestros padres no estarían por horas, la hoja de papel estaba sobre la mesa de la cocina, bien a la vista con un aviso en letras claras y perfectas me lo daban a entender. Di un suspiro de alivio, ésta era mi oportunidad.
Cada vez que sus ojos me miraban directamente, cada vez que la punta de su lengua paseaba seductoramente contra ése piercing, me podía en gran manera. Su coqueteo era demasiado, él era muy tentador. Por otro lado
admiraba de Tom ésa capacidad de comprenderme, de aconcejarme, de estar conmigo cuando se lo pedía a rodillas. Porque él era un maldito caliente, siempre iba detrás de las zorras con prominentes pechos y trasero. Y yo, yo quedaba sólo sin nadie más mientras él se divertía con sus prostitutas.
Desde que habíamos llegado a la casa me aseguré que todo estuviera en orden. Lo había guiado hacia la habitación de él, aunque siempre era un desorden, no me inculparían.
La habitación estaba a oscuras, yo dejé que me posea por completo, que me tenga en sus manos, que me tocara como lo hacia con todas ellas.
Surtió efecto, tanto que sus labios me besaron todo mi cuerpo, las bruscas caricias me recorrieron dejándome completamente idiota.
Sus caricias y besos me colmaron, cada beso y respiración suya chocaba contra la mía. Aquellos que deseaba, cada beso y caricia era especial si se trataba de Tom. De repente me sentí incómodo, Tom estaba llendo demasiado lejos. No quería ésto, no lo deseaba, no era como quería, como lo pensaba. Un nudo en mi garganta me dejó sin hablar, me quedé helado y unos escalofríos intensos recorrieron mi cuerpo a penas Tom rozó sus dedos cerca de mi intimidad. No estaba siendo cariñoso como pensaba. Me iba a follar. No tenia en mente éso, ni siquiera sabía a qué extremo llegaría. Así que lo quité y como no podía lo empujé a la cama donde cayó completamente a penas con el pantalón por las rodillas. A penas había una tenue luz , salí corriendo hacia mi habitación completamente asustado. Tenía miedo.
¿Porque tenía miedo? Era mi primera vez en ésto, sobre lo que mi hermano sabía demasiado y yo no comprendía nada. Él sabía cómo follarlas a penas su adolescencia. -¡Maldito seas Tom!-. Comencé a pensar sobre todas las veces que habíamos intentado abrazarnos sin sentirnos incómodos, las veces que me quedaba despierto sólo porque tenía miedo a la oscuridad, porque tenia pesadillas y necesitaba de sus abrazos, ésas palabras tranquilizadoras que traspasan el límite. Necesitaba de Tom cada vez que me sentía perdido en mí mismo o cuando recibía un golpiza en el colegio, cuando él se iba detrás de alguna muchacha fácil. Necesitaba de él sea cómo sea.
Me resguardé entre las mantas, me meti entre las mismas cubriéndome completamente hasta la cabeza. Tenía muchas dudas, muchas preguntas, pero sobre todo, sentía miedo. Me sentía completamente asustado y culpable por haberme aprovechado de la situación, por haber pensado en cosas absurdas, por desear que Tom me entregara su cariño, estaba totalmente equivocado.
La clase de cariño no era la adecuada, para él era un estúpido cuerpo, uno sin sentimientos. Me negué a acceder, aunque mis instintos me decían que lo haga, que no me arrepentiría.
Me senté en el borde de la cama, mirando la oscura habitación, encendí la pequeña lámpara así ponerme de pie para caminar muy lentamente hacia la puerta. Caminé hasta la habitación de Tom para saber cómo estaba, no era la primera vez que nos dejaban salir sino que anteriormente íbamos a fiestas.
Me asomé a su puerta, veía un cuerpo sobre la cama, estaba dormido o éso creía. Lo primero que hice fué entrar sin más, guíe su cuerpo en el centro de la cama con algo de dificultad pero en éso noté que unos brazos me rodearon la cintura. El aire se me detuvo al instante cuando me atrajo hacia él, no podía contra ésta nueva tentación.
Su aroma a alcohol me pegaba a la cara, me quería tocar y abrazar cosa que se lo impedía. De repente comenzó a decir uno de los nombres de las chicas con las que estuvo y me alejé lo más que podía, no podía creerlo. Me alejé de él le tiré las mantas encima y corrí hacia mi cuarto. Me sentí idiota por un momento. A ellas las recuerda perfectamente, éso no podía estar pasando. Las pequeñas gotas de lágrimas comenzaron a salir lentamente, empapando las mejillas al instante. En ése instante no deseaba existir.

Arthur... Are you there?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora