Suspiré frente al espejo, me acomodé la pañoleta que condecoraba mí cuello, y por última vez el cabello.
Estaba nerviosa, en pocos momentos tendría mi entrevista con el director de uno de los hospitales más importantes de la zona.
Todo tenía que ser perfecto.
Crucé el pasillo, no sin antes fijar la vista en la habitación del idiota de Thomas, quien a pesar del frío estaba en posición fetal intentando mantener el calor y con todas sus cobijas tiradas a un lado de la cama.
Exhalé con amargura, devolví mis pasos hasta su habitación, agarré las mantas y lo arropé dejando un pequeño beso en su frente.
Había sido un completo imbécil, en parte quizás tenía la razón, y el estrés de un jugador no era cualquier cosa, pero aquello no dejaba el hecho que se había desquitado conmigo, aun qué tampoco quitaba el hecho de que aún era mi hermano.
Miré la hora apenas llegué a la cocina, abrí los ojos con mesura al darme cuenta que no estaba tan coordinada en la hora como yo creía, si no me apresuraba llegaría tarde.
Apenas terminé de digerir la última tostada, corrí al baño lavar mis dientes y salir disparada hacía la parada de taxis.
. . .
Ante el viaje me quedé en silencio sepulcral una vez que le di la dirección del lugar al conductor, en poco momentos habíamos llegado.
Bastantes veces cuando pequeña había visitado aquel lugar, pero ahora aquello parecía algo surrealista, sentí como tuve un deja vú, al acordarme de mi misma expresión al ver el estadio del Bayern Münich.
Inhalé profundó y luego exhalé, necesitaba estar lo más relajada posible con todo esto.
Entré sin antes admirar cada pequeño detallé de aquel lugar, el olor a desinfectante y la temperatura ambiente se sentían en el aire, avancé unos cuantos pasos más en el gran mesón de caoba que apuntaba varías chicas que recibían llamadas y tecleaban en varias computadoras.
Carraspee apenas me había acercado.
- Buenos días –por fin una chica peli-roja se dignó a mirarme, aunque su voz no sonó para nada amigable decidí ignorarlo. Quizás solo eran imaginaciones mías.
Volví a carraspear.
- ¿Si?
-Eh, tengo una entrevista –levanté los papeles –podría...
- 325, tercer piso.
- ¿Qué? –pregunté desconcertada.
- 325 tercer piso, director Thomson
Sacó una hoja de una carpeta marrón y me la tendió de mala gana.
- Gracias.
La tomé y me dirigí a uno de los elevadores presionando el botón "3".
Revisé la hoja que la chica me había dado mientras bajaba del elevador intentando percatarme de donde se encontraba la habitación 325. La hoja, básicamente, era una ficha de relleno de mis datos personales y petitorio.
Rebusqué en mí cartera un lapicero llenándolo antes de que la hora de mi entrevista se cumpliera, me senté en una de las banquillas visualizando a pocos metros de mí la famosa puerta del director Thomson.
El rechinido de una puerta abriéndose llamó mi atención, sorprendiéndome, la famosa y conocida figura de Manuel Neuer llenó mi visual, sus ojos cansados esta vez se veían peor, su figura estaba encorvada como si no tuviera ganas de la vida, aparté toda mi atención de la hoja para dársela a él. De inmediato la imagen de los vestuarios el día pasado vinieron a mi mente, especialmente cuando él estaba a un lado con su cara hundida entre sus manos.
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Warrior - Manuel Neuer
Fiksi PenggemarEn algún momento de la vida nuestros días serán helados, hagamos lo que hagamos, no podemos evitarlo.