" derrepente apareció y supe que no me iria nunca"

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Pensé, que quizá debería estar más afectada por lo que me estaba pasando, obviamente estaba enfadada, aunque siempre había querido irme de allí, pero la idea de elegir por mi misma me atrae más que el secuestro. Atrás se ha quedado mi familia, viva o muerta, me abandonaron a los 16, no era una buena hija según ellos. Supongo que la idea la formó el pueblo, que lejos de solo querer dejame huérfana, querían desterrarme por desobediencia. Yo simplemente no entendía por qué no podía opinar, ni elegir cosas de lo más simples, como, no querer ser violada y matar a mi agresor. Al final me recluyeron en una cabaña a las afueras del pueblo, sola y en un sitio que parecía un estercolero. Llevo alli 3 años, no he sido tan feliz en toda mi vida.

Habían hombres que hablaron con el resto de gente que secuestraron, hombres que se divirtieron con algunas de las mujeres que habían, sin embargo nadie me habló, sí me miraban con curiosidad, pero ni me intentaron tocar ni me dirigieron palabra. Bien es cierto que no hubiera podido entenderles pero no tienen pinta de diplomáticos la verdad. No comí ni bebí nada por más de dos días, no me molesto mucho, estaba acostumbrada a no comer en dias, aun asi estaba fuerte por el ejercicio y lo poco que podía cazar dentro de los muros de la ciudad, los perros eran lo mejor cuando no podía escapar por la muralla, nadie iba a darme trabajo claro. Las bestias reían, bebían, comían como animales y no sé porque tocaban lo robado como si fuera un ángel. Supongo que el oro pesa más que las familias y las casas destruidas para estos animales con piel y apariencia humana.

El paraje cambió de forma gradual hasta solo mostrar una vegetación de un verde tan intenso que me picaban los ojos, las aguas iban de un gris profundo a un azul hechizante que te invitaba a saltar y dormir allí para siempre. Vi ciervos en algunas costas con espesos y altos bosques, acantilados de piedras puntiagudas y afiladas, tan grandes como si el mar fuera vertical. Me enamoré del frío y húmedo entorno, era misterioso y oscuro, me vi reflejada en su alma.

Parecía un gato curioso y excitado, dando vueltas sobre mi misma para mirar y memorizarlo todo hasta que apareció, y supe que no me iría nunca. Un pequeño pueblo entre dos montañas, una pequeña costa de arena blanca y gruesa daba firmeza a casas de troncos grises y viejos, los corrales con cerdos y gallinas decoraban con color la estampa gris. Pero ante todo, no había murallas y un bosque se extendía alrededor del pueblecito hasta donde alcanzaba la vista. Casi olvido el hecho de que estoy secuestrada y lo más probable es que me maten o que acabe siendo la esclava de alguien a quien mataría, mi visión de aquel trocito de cielo cambió, aunque solo un poco.

El barco paró en un pequeño muelle lleno de niños gritando felices y de mujeres, aunque algo más apartadas, en su cara veía la personificación del alivio en unas y ojos inquietos buscando algo en otras. Entre ellas había una con ropajes más abultados, rodeada por algunos niños rubios, su rostro era serio pero en su mirada había alegría y miraba fijamente a uno de los que llevaban grandes capas en el barco. Era de complexión fuerte pero no exagerada como otros, su cabeza rapada estaba llena de tatuajes extraños y aparentemente inconexos, me llamó la atención un grupo de líneas que parecían ser un cuervo, unos ojos de un extraño azul hacía imposible olvidarse de él, la barba prominente y en general todo él era terrorífico. Pero cuando clavó los ojos en las cabecitas rubias que rodeaban a la mujer de ropajes anchos, una sonrisa tan ancha apareció en su rostro que casi, casi pienso que es humano y siente. La gente lo aclamaba por donde pasaba intentando tocarle, o pegarle, no logré averiguar que era. Llegó a la mujer y le dio un beso rápido y le dedico una mirada cómplice y paso su energía en los pequeños. Deduje que era el que daba las ordenes.

A todos los secuestrados o "la parte humana del botín", como me gusta definirlo, nos llevan a una especie de cobertizo, nos dejan de pié, en línea contra la pared y atados con una cuerda que me pica en la piel.

- Aquí no sois nada, sois menos que nada, da igual quien fueseis en Frankia, aquí no valeis ni una gallina. Que nadie abra la boca a no ser que se le pregunte algo. La pena por desobedecer será mi hacha. - dijo un hombre delgaducho y anciano rozando el filo del hacha que sujetaba.

Era la primera persona a la que entendía hablar desde que me llevaron, " para transportar esclavos cada vez que saquean tendrán que aprenderse la amenaza de turno en varios idiomas" pensé y solté una risa corta en el peor momento de mi vida, sin darme cuenta de que acababan de entrar la bestia a la que tumbé, el hombre del cuervo en la cabeza y la que deduje era su mujer.

Los Ojos De La ValkiryaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora