Tuve un sueño cansado y intranquilo, con una mujer de extrema belleza, pelirroja, flanqueada por dos gatos gigantes que me repetía “has vuelto hija, te encontró, deja que te guíe”. Me desperté y todo estaba en silencio. Había amanecido en mi nueva vida, hoy era el comienzo de algo impensable para mi hace tres semanas y no sabía cómo llevarlo ni como portarme. Me levanté con cuidado de no despertar a lo que se supone que es mi amo, pero yo no le veo diferencia con una rata de cloaca. Mis pies descalzos tocaron el frio suelo, el fuego se apagó durante la noche y había dejado la casa con un filtro azul y sombrío. Andando de puntillas recorrí la casa, de una sola habitación, aunque grande, con las paredes hechas de gruesos y uniformes troncos que apenas dejaban entrar la luz entre sus huecos. En el centro, junto al fuego habían tablas con verduras y una olla colgaba estratégicamente sobre la hoguera, la piedra que daba forma a la hoguera tenía marcas extrañas, pero hermosas a su forma, me entretuve tocandolas y imaginando que significaban hasta que llegué a una en particular , una eme con dos líneas cruzando, al tocarla me recorrió un escalofrío extraño y desconcertante, decidí no volver a tocarla. En las paredes habían colgados telares con dibujos contando historias extrañas para mi, pero reconocí a alguien, la mujer del sueño, con los gatos enormes y todo “ nota mental: averiguar quién es.” Eran suaves al tacto, y supongo que protegían del frío, por la ventana solo había árboles y más árboles. Era perfecto. Me giré para comprobar que el perro seguía durmiendo, me acerqué, como un cervatillo que se acerca a un cazador que descansa, su pelo estaba rapado por los lados y arriba su pelo rubio y largo se recogía en una trenza que acababa en su nuca, tenía la barba larga y alborotada, la cara sucia y los labios entreabiertos eran gruesos pero no en exceso, tenía el torso descubierto descubriendo un cuerpo digno de un guerrero, “ de una bestia, no perdamos costumbres” me regañé, al descubrirme más cerca de lo que me gustaría y demasiado concentrada en mirarle, y de repente la frase de la mujer se repitió como un inparable eco en mi mente “deja que te guíe”, “de quién habla? De ella? Del perro? De la roca de la entrada?” sacudí la cabeza recordando que solo era un sueño. Giré sobre mis talones para tomar aire y seguí con mi expedición, toqué las armas que dejó la noche anterior, el filo estaba sucio y había sangre seca “ mamá serás tú?” me pregunté tocándolo. Vi algo sobre la mesita, un mapa extendido, un río con tierra en el centro me recordó a..
- Paris - dijo la bestia tras de mí con voz ronca.
Me sobresalte y me gire chocando contra él de forma torpe, estaba demasiado cerca. Llevaba una venda en el costado dónde estaban sanando mis heridas, le miré a los ojos sin saber como pedirle permiso en su idioma, pero esperando que me entendiera, él no se movió. Levanté mi mano insegura y la pase por las vendas manchadas, había que cambiarlas o se infectaria. Me aparté y rebusque por toda la estancia hasta dar con ungüentos y hierbas de las cuales conocía algunas, me acerque al fuego y lo encendí, la bestia se sentó junto a él y me miraba revolotear por su casa sin decir palabra. Me senté una vez tenía lo que buscaba y me arrodillé ante el costado malherido. Quité las vendas, estaba asqueroso, con un paño limpie la herida con cuidado, cuando hacía algun sonido de dolor dejaba descansar esa zona y seguía en otras.
- Trapo - dijo él señalandolo.
Entendí que sería la palabra en su lengua para definirlo y la memorizé. Mientras le curaba iba señalando cosas y él me iba diciendo la palabra en su idioma, incluso frases cortas, para mi sorpresa las absorbía como una esponja, como si ya hubiera hablado esa lengua antes. Señalé la mujer de los gatos del tapiz, él se sorprendió por lo concreto de mi pregunta.
- Freyja - contestó y señaló hacia arriba - diosa - dijo, entonces comprendí que acababa de soñar con uno de sus dioses. Decidí dejar el tema antes de emparanoiarme.
Le cambie las vendas, me levantó dejándome encima de otra silla frente a él y se puso la mano en el pecho.
- Bïjorn - dijo concentrado.
Entendí que sería su nombre y supuse que quería una respuesta, era nuestra primera conversación verbal directa. Así pues puse mi mano en el pecho y contesté.
- Adrienne - una mueca divertida se coló en mi cara al verle memorizar el nombre.
- Adrienne - repitió de forma en la que nunca había oído pronunciar mi nombre, con un acento tosco y exótico.
Por primera vez me gustó mi nombre. Antes de que mi parte racional y precavida reaccionara le puse la mano en el pecho desnudo y repetí.
- Bïjorn - sonó como un susurro, no sé por qué todo con él era tan intenso.
ESTÁS LEYENDO
Los Ojos De La Valkirya
RomanceFue una bestia, hasta que me di cuenta de que yo podía ser una bestia también.