"no sería la mujer que le desea solo con mirarle, por lo menos no por fuera"

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La encontré cuando dejé a Björn en el claro, apareció en la orilla de un riachuelo, con sus gatos bebiendo, con un vestido azul casi transparente no dejaba nada a la imaginación, era hermosa, miraras por donde miraras. Me habló de sus hijas las valkirias, las guerreras de Odín, el padre de todos, y cuidadoras de sus einherjars, soldados vikingos que morían en batalla aunque solo eran unos pocos y los más valientes los que eran elegidos por ellas y eran subidos al Valhalla, el cielo para un cristiano, para allí prepararse y cuidarlos hasta que llegara el Ragnarök, lo que yo conocía por apocalipsis. Pero de mi y de quién era no dijo apenas nada, yo no podía hablar, "era una diosa, ¿Qué demonios iba a decir?", sí recuerdo una frase relacionada conmigo, cuando me cogió la cara y mirándome como si realmente fuera su hija puso mi pelo largo y negro detrás de la oreja me dijo " te perdí una vez Hlökk, no volverá a pasarme, ellos te escondieron a mis ojos llevándote lejos de tu tierra, a parís, donde sabían que yo no te encontraría ni tus habilidades se mostrarían. Eras apenas una niña, ahora eres medio mortal, y no puedes volver al valhalla por ahora, aunque tu furia sigue siendo parte de tí y tu instinto de valkiria te hizo encontrarle antes, aunque nunca, aunque no sea consciente, no ha dejado de buscarte... las nornas a veces nos dan estos regalos... disfruta de lo que tus hermanas no pueden" se río disfrutando de una frase que solo entendió ella, me beso y desapareció. "¿Qué o quién no ha dejado dejado de buscarme? ¿es algo de lo que alegrarme o de lo que temer? ¿ a quién he encontrado? ¿ qué debo disfrutar? no quise preguntar por no ser impertinente con una diosa, pero demonios, hablaba para entenderse ella sola".

El hombre del cuervo y Björn me miraban curiosos, sedientos de mi historia, decidí confiar en ellos, como me dijo Freyja. Miré al centro de la casa, donde el fuego chispeaba y relaté todo cuanto recordaba, desde lo del rayo, hasta que hace un momento, intente matar al perro del infierno.

- ¿Hlökk...? ¿Hemos encontrado a la valkiria perdida? Ah, mi nombre es Ragnar soy el rey, por cierto y no "el calvo ese" - el hombre iba y venía andando de un lado a otro haciéndose preguntas a sí mismo, sin que nadie las respondiera

Bjön miraba al frente concentrado y me señaló la silla de su lado, en la que fui a sentarme y con la mirada perdida, empezó a contar mi historia.

- Hubo un día en el Vingólf, hogar de las valkirias, en el que los jounts, seguidores del dios Loki, secuestraron a una de ellas. Se decía que la pequeña Hlökk sería tan hermosa como su madre Freyja y que su furia junto su einherjar no tendría comparación con nada que se hubiera visto antes. Loki, temiendo que la valkiria y su soldado lograran ser lo que su leyenda decía, y evitar que él no trajera el Ragnarök al Midgard la escondió dónde su madre no la encontrara jamás, y sus poderes nunca llegaran a desarrollarse. Su escondite fué el útero de una mujer en el Midgard, y así nadie supo nunca dónde estaba Hlökk. Todos siguen esperándola ansiosos en el Valhalla. - relató con convicción, con un tono monótono, reviviendo la leyenda en su mente.

No recordaba haber vivido aquella historia pero algo me decía que era cierta, algo cálido en el centro de mi pecho, eso que se siente cuando recuerdas algo feliz. Mis días en el Vingólf. De repente Ragnar cortó el hilo de mis pensamientos.

- ¿A quién quisieron las nornas que encontraras antes de tiempo con tu instinto de valkiria? ¿Qué debes disfrutar que tus hermanas no puedan? - Dijo mirando un jarrón, pero sin verlo.

Levantó la cabeza y nos miro al Björn y a mi, su mirada era complicada de leer, estaba pensando y uniendo muchas cosas de las que yo no tenía ni idea, cuándo le cambió la cara, como si hubiera descubierto el misterio de la vida y empezó a reír, reír con ganas sin que nadie más lo entendiera. Cuándo paro, se limpió las lágrimas y se bebió su cerveza de dos tragos.

- Esta primavera no vendras a los saqueos, quédate, tienes mucho que enseñarle y ella tiene mucho que aprender. - dijo mirando a Björn y se fue.

Él se quedó plantado, mirando la puerta, sin comprender que acababa de pasar, yo me limité a mirar la escena ajena a si aquella frase era mala o buena para él. La verdad esque me supo mal que se tuviera que quedar aquí por mi culpa, yo podía vivir solita y sin ayuda de nadie perfectamente. Además, qué podía enseñarme él?

- Por mi no tengas problema y ves, llevo muchos años viviendo sola, no tienes ni quiero que cuides de mí, además así podré escaparme y dejarte algunas trampas alrededor de la casa, no me gustan los perros salvajes. - le guiñé el ojo mientras me levantaba. Quería quitarle hierro al asunto.- Por cierto, ¿tienes algo para dejarme? llevo demasiado tiempo con esta ropa, está demasiado rota. - fui hacia la cama peluda, en busca de algo que ponerme.

Sentí como se levantaba y como venía hacia mí sin necesidad de girarme, cuanto más pasaba en este lugar más sentía, más necesitaba, más ansiaba y más me confundía. Porque no entendía nada, no le conozco, " noooo solo te salvó la vida... o eso pretendía" me recordé.

- ¿Qué recuerdas de lo que pasó después del rayo? - susurró

Le sentí en mi espalda aunque no me tocara, "claro que recuerdo el beso perro estúpido, aunque prefiero olvidarlo". Me quedé plantada mirando al frente, con todos mis músculos en tensión, como si fuera un cervatillo y el un salvaje cazador.

- Me fui, ya os lo he dicho antes.

Tenía seca la boca e intentaba respirar a un ritmo normal, " estúpida, estúpida, estúpida" no podía dar más de mí en ese momento. Apartó el pelo de mi oreja, sentí como lo olía y tiró. El aire de mis pulmones salió en un gemido leve, ví su estúpida sonrisa desafiante aunque no le mirara. Quería huir, pero yo misma me mataría si me moviese.

- ¿No recuerdas esto? - susurró en mi oído.

Sentí sus labios rozarme, cerré los ojos y me odié por ser tan débil, pero sin poder evitarlo. No sabía que quería, todo y nada, matarle y besarle.

- No - fue todo lo que pude decir.

Sonó más un susurro que un intento de mostrar negación y carácter. Él no se rindió, río a mis espaldas y de forma rápida y brusca me giró y me presionó contra la pared que teníamos delante. Le miré decidida, no podía huir, mis músculos me lo negaban, pero no sería la mujer que le desea solo con mirarle, por lo menos no por fuera. Me miró. Le miré. El silencio era pesado y la tensión se podía sentir, pesada a nuestro alrededor.

- ¿Qué me has hecho? No comía, no dormía, no podía pensar en otra cosa que no fueras tú el tiempo que estuviste en el bosque. Me volví loco desde que me miraste por primera vez en París llena de furia. Recuerdo que pensé que tenías los ojos de una valkiria, expresivos y grandes, me atravesaron el alma. Y te odié por ello. Prohibí a todo el mundo que te tocara o hablara, quería matarte yo mismo por herirme y hacerme sentir débil solo con una mirada. Pero desde que estamos aquí, hay algo que me consume cuanto más tiempo pasa, algo que se agita y me quema por dentro algo que no me deja alejarme de ti. - dijo concentrado.

Me miraba los labios, a un milímetro de distancia de los míos, instintivamente me mordí el inferior, provocando que gruñera. Solo de imaginarme que aquello que decía fuera cierto, una parte de mi saltaba y bailaba de alegría, y otra parte sacaba el hacha y me decía " ¡aprovecha ahora, es el momento de sacrificarte perro!". ¿Qué se suponía que debía decir? me identificaba con sus palabras, pero no podía rendirme así, era una bestia de la noche que me secuestró y me convirtió en esclava, era un pecado mirarle y un imposible pensar en tocarle. Entonces alzó la vista y la clavó en mis ojos, fue ahí cuando pensar perdió sentido para mí.

- Perro estúpido, te odio. - susurré mirándole.

- Y yo valkiria, y yo. - contestó en un dulce susurro.

Los Ojos De La ValkiryaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora