3.-Primera parada: dolor ciego

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A medida que avanzábamos María y yo el ambiente se humedecía, el frío nos calaba los huesos y la niebla se hacía más densa.
Ambos estábamos asustados, pero por el bien de los dos tenía que estar relajado y tranquilizarla.

-¿Estás seguro que es por aquí Pablo? Tengo miedo.

-Sí María, estamos llendo por el buen camino, solo tenemos que seguir recto hasta toparnos con la primera parada del autobús, entonces podremos descansar un rato.

Para ser sincero, María estaba siempre hermosa, la forma en la que me miraba con los labios temblorosos, la forma de recogerse el pelo...

-¿¡Pablo me estás escuchando?!

-Eeh... sisisi-dije aún sabiendo que me había pillado-sigue contandome eso tan importante.

-Pero si estaba preguntandote una cosa y de repente te has quedado embobado mirando a la nada.

-Vaya... se me ha debido de ir la cabeza, qué querías decirme.

-No, ahora te aguantas.

Siempre igual, cómo odio que me dejen con la intriga.
Era sofocante la presión que ejercía en mí la niebla que me impedía ver más allá de mis pensamientos.
Y allí estaba, sentado en el sillín, con un chupete en la boca.
Espera, ¿que está pasando?
Realmente veo mi pasado...
Me encontraba en la peor época de mi vida, fue esa vez en la que un gran cúmulo de cosas me pasaron.
Perdí a muchas personas, resulta que en la zona donde vivía lanzaron muchas bombas... desértica siempre quedará, pues soy el único que salí vivo de aquel lugar.
Estaba viviendo de nuevo ese horrendo panorama, sintiendo el mismo dolor, ver como mis padres mueren quemados por las llamas y mis mejores amigos explotan como confeti al ser alcanzados por una granada.
Que alguien me saque de aquí, estoy llorando, noto mi piel ardiendo, se me rajan los brazos, comienzo a sangrar...
Empiezo a gritar pero nadie me escucha, están todos muertos.

Un aroma... un dulce aroma a vainilla se vino a mi nariz. Era María, es verdad, tengo que vivir el presente. Me desperté, miré a mi lado y allí estaba ella, pero... ¿que le pasa? Está teniendo convulsiones y está llorando. Deja de llorar, mírame, deja de sentirte mal. Sus brazos se llenaron de cicatrices y empezó a sangrar a borbotones.
Empecé a buscar algo para ayudarla desesperadamente y lo ví. A lo lejos una masa de nube blanca con una mandíbula aterradora del tamaño de un perro, con los dientes afuera y unos ojos rojos.
Controlaba la mente de María y antes la mía. Fui corriendo a él y cuando se percató de mi presencia se desvaneció, un surruro inundó mi oído: "enhorabuena, parece que eres lo bastante fuerte".
No llegué a entender muy bien qué quería decirme.
Fui corriendo a por María, la miré a la cara.

-Menos mal, me temía lo peor. ¿cómo estás?

-P-P-PPablo... -dijo con una voz claramente desgastada- gracias por sacarme, no podía más... tanto dolor...
No podía más.

Yo la abracé y le dije que no le iba a pasar nada, que yo estaba allí.
Ella sonrió y se calmó un poco en mi regazo.
La llevé a hombros un buen trecho hasta que dimos con la parada, corriendo llegamos a ella y una nota en la esquina pudimos encontrar: "enhorabuena, podéis proseguir, a por el siguiente reto"
Fue entonces cuando nos dimos cuenta que esto era algo mucho mayor, alguien nos estaba poniendo a prueba.
La niebla comenzó a disiparse y pudimos ver un gran mapa señalando la segunda parada, nuestro próximo destino.

"Vive el presente y no remuevas los fantasmas de tu pasado"

Odisea De La VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora