4.-Una rima de la mañana

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Los rayos de Sol golpeaban nuestra piel, nuestros helados huesos comenzaron a calentarse, se sentía tan bien algo de calor en aquel sitio que parecía de la Edad de Hielo...

Estabamos mirando el mapa, para saber qué ruta teníamos que coger para llegar a la siguiente parada, pero tanto Sol era muy agradable para quedarse y tumbarse y que nuestra piel se tueste como granos de café, o simplemente para leer alguno de esos libros que habíamos dejado atrasados y que se encontraban en nuestras mochilas.

Decidimos pararnos un rato, yo me quité la camiseta para tomar un poco el Sol y María le dió por leer un libro de los que a ella le gustaban, de fantasía.
Estábamos en mitad de una playa, a unos pocos metros de donde vimos el mapa. Las olas golpeaban con suavidad la orilla y el maravilloso sonido que creaba recubría toda la zona. El cielo estaba azul y no había ni una sola nube, la verdad que hacía un tiempo perfecto.

Mi cuerpo no era precisamente para lucirlo, pero es lo que tocaba si quería ponerme algo moreno.

-Bueno Pablo, llevamos una larga caminata y te tengo que dar las gracias de corazón, sin ti no podría haber llegado muy lejos.-dice María sin apartar la vista de su libro, "darklord" creo que se llamaba-Una cosa que no me saco de la cabeza es como he podido llegar hasta aquí.

Eso también me lo preguntaba yo, cómo fue posible el hecho de haber llegado hasta un sitio que nadie conoce. Lo único que recuerdo es que alguien me empujó y perdí el conocimiento, acabando en este lugar, pero quién y por qué haría eso.

-Si es verdad que llegamos de alguna forma que no logramos recordar, pero al menos nos tenemos el uno al otro

-Pablo, siento decirte que tú solo molestas con tu presencia-dijo en una carcajada.

-Ahora venme con esas, a ver quien te lleva a cuestas la próxima vez

-Si sabes que lo digo de broma tonto-se me acerca y me echa agua de una botella que tenía escondida detrás suya-¡Picaste!-exclamó mientras se ahogaba en una carcajada.

-Tú te la has buscado.

Comienzo a perseguirla por la arena mientras ella corre y grita despavorida.

-¡Deja de correr, algún día te cogeré y te vas a enterar, pienso hacerte cosquillas hasta que no puedas más!

-¡Jamás, no podrás atraparme!

¿Por qué tiene que ser tan rápida?
Se me hacía imposible agarrarla.
Tras una media hora la alcancé, pero estabamos los dos tan cansados que nos acabamos tirando en la arena, riéndonos como si se nos fuera la vida en ello. La verdad que estar con ella es genial.

-Aún no me has contado nada de ti.

-¿No te dije que lo fueras descubriendo tú? Menuda exploradora-dije burlandome un poco.

-Bueno, ya se algo más de ti.

-¿El qué?

-Que corres muy poco.

-Que graciosa...

-Alguien de los dos tenía que tener sentido del humor. ¿Que te parece a ti todo esto? el paisaje, la temperatura, el sol...

-Pues si te soy sincero me recuerda a una "rima de la mañana".

-¿Qué estás diciendo? Es la primera vez que escucho eso.

-Eso es porque es mi idea, digamos que cuando era niño y estaba con mi madre en el huerto, un día muy parecido a este empezó a soplar un viento muy fuerte y el movimiento de las hojas creó una pequeña melodía que me susurró al oído estas rimas:
"Luz que alumbras aquellos ojos
que nos hacen ver mas allá.
Hombre que mueve las hojas,
canta al son de las gaviotas.
Porque cuando el Sol se oculta
la Luna protege el cielo"

-No sabía que escribías.

-Te dije que hay muchas cosas que no conoces de mí.

-Es bastante tarde, deberíamos de coger nuestras cosas y seguir el mapa hasta la segunda parada.

-Sí Maria, no perdamos más tiempo.

Cogimos nuestro equipamiento y surcamos rumbo a la segunda parada.

"Si la vida da mil vueltas, úsala como un método para conseguir energía".

Odisea De La VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora