5.-Ahogado

37 3 0
                                    

Nos dirigíamos al Norte, donde se encontraba la segunda parada, eran unos 15 km los que debíamos recorrer.
Cuanto más pensábamos en la cantidad de espacio que teníamos que andar más nos desesperábamos.

El camino era soleado, y bastante verde, habían muchos árboles muy frondosos, que daban algo de sombra. A nuestra derecha se encontraba el mar azul y cristalino y en él se podía ver un barco a lo lejos y a la izquierda había una gran llanura repleta de girasoles, que la hacían ver de color amarillo.

-Veo veo.

-María, no entiendo cómo puedes tener ganas de jugar en este momento.

-No entiendo por qué no podemos, así se hará más llevadero el camino.

-Bueno... ¿qué ves?

-Una cosita.

-¿Y qué cosita es?

-Empieza por la letra B

-Con la B... ¿Barco?

-No, está más cerca.

-Mmm... no se María, no se me ocurre nada.

-¡Burro!

-Pero si yo no veo ningún burro María.

-Pues mira que sólo tienes que mirarte al espejo.

-Me parto contigo, ya decía yo que te notaba muy risueña.

-Admite que te ha encantado.

Yo simplemente asentí con la cabeza y me puse a pensar en mis cosas.
Empecé a preguntarme si en mi vida habría estado enamorado alguna vez y si así era, qué se sentía al estarlo.

María me sacudió bruscamente y desperté de mi ensoñación. Mire a María para ver qué quería decirme.

-Pablo, ¿estás viendo lo mismo que yo?-dijo muy agitada.

Miré al frente y por poco me caigo del asombro, todo el precioso espectáculo de color verde donde antes estábamos estaba desapareciendo, y estábamos entrando lentamente en un lugar donde todo era blanco, no había nada, ni siquiera parecía que hubiese salida.

Veía a María que se estaba asustando demasiado, y decidí sacar mi acordeón.

Cuando me disponía a tocar la primera nota noté que mis zapatos estaban mojados, miré hacia el suelo y estaba emergiendo agua de él.
En unos escasos segundos nos llegó a la altura del tobillo.
Me puse a improvisar una pieza.
Me inspiré en el agua, que chocaban en mi piel a un ritmo constante, la sensación de que el agua recorrierra mi cuerpo hacia arriba lentamente.
El nivel no dejaba de subir y yo seguía tocando, estabamos a punto de ahogarnos. El agua ya nos llegaba al cuello y yo seguía tocando.

-Pablo, ¿es este el final?

-No existe un final para nosotros.

La tomé de la mano y la miré a la cara muy cerca de ella.
Ella escuchaba el sonido de las notas traspasar la barrera del agua hasta llegar a su oído.

-¿Escuchas la curiosa acústica que hace mi acordeón debajo del agua?

-Sí.

-¿No es como si estuviera ahogado?
Cada nota, fíjate, sale al exterior para llegar a su destino, y nosotros la escuchamos, pero es un sonido muy lejano, se está muriendo.

-¿Nosotros moriremos?

-Aún nos queda mucho por descubrir, me niego a que este sea nuestro último día.

Me acerqué a María y la abracé, el agua seguía subiendo y acabó inundando nuestros cuerpos pegados uno al otro. Ya nos había hundido la cabeza entera. Y nos quedábamos sin oxígeno...

-"Esta sensación... me suena de algo... me estoy asfixiando y a penas puedo seguir... ¿será esto lo que tanto estaba intentando recordar? ¿esto es a lo que se le llama amor? No... ahogarme y ser este mi último pensamiento... desamor, eso era..."

Cierro los ojos y dejo de respirar.

-"María... donde está María... veo un brillo al fondo..."

Todo comenzó a brillar de una manera exagerada, el agua desapareció, y solo estábamos nosotros dos, abrazados en medio de aquel paraje verde.

Lo primero que hace María es darme un enorme beso en la mejilla.

-Gracias por salvarme, siempre lo haces.

-No es realmente para tanto.

-Para mi lo es todo.

Fue quizás en ese momento que vi a María por primera vez como algo más que una amiga, pero quiero conocerla un poco más.

-Por cierto, ya se algo más de ti.

-¿El qué?

-Te gusta tocar el acordeón.

Le contesté con una sonrisa tonta y proseguimos el trayecto.
Ya solo quedaban unos 2 km.

"Podemos sentirnos ahogados sin necesidad de estar en el agua"

Odisea De La VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora