10.-La aldea

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María se acordó de un pueblo. El pueblo del que hablaba era parte de su infancia y allí vivía su abuela.

Le vino a la mente aquellos guisos que preparaba para comer, siempre que la comida estaba preparada ella estaba persiguiendo gallinas por el porche.

Cada vez que ella se lastimaba estaba su abuela allí, con todo tipo de vendajes para sanarla.

Me di cuenta rápidamente de que ella amaba a su abuela con todo su corazón y no podía aguantar la lágrima que le surgía cuando recordaba los llantos de su abuela, que echaba de menos a su esposo ya difunto.

El camino se hacía cada vez más duro y ninguno de los dos estaba preparado para un viaje tan largo como aquel que comenzamos varios días atrás.

En el punto de nuestra extenuación alcanzamos a ver un pueblo, al cual corrimos a buscar refugio y abastecimiento, pues estábamos hambrientos.

-Pablo, parece que es un pueblo desértico, algo tiene que haber ocurrido, ¿ves bien quedarnos aquí?-dijo María con un tono de preocupación.

-Tranquila, nosotros podemos protegernos mutuamente.

El mal augurio de María no iba mal encaminado, pues aquel sitio se asemejaba mucho a los recuerdos que ella tiene de su campo. 

Encontramos una granja y entramos allí a recostarnos en la paja.

Allí nos acurrucamos el uno en el otro y dormimos hasta el día siguiente.

Al despertar nos dimos cuenta que no amanecía, resulta que no pasaba el tiempo. Eso me hizo preguntarme si lo que había era gente paralizada de alguna manera...

Fuimos a la casa de al lado de la granja donde nos resguardamos y yo fui corriendo al dormitorio.



Me quedé allí parado, espectante.

María subió al ver que no contestaba. Y lo que se encontró lo dejó tan callada como a mi, resulta que había una persona allí dormida. Y la mayor sorpresa fue cuando María se desmayó.

Me di toda la prisa del mundo en ir a cogerla, y la tumbé en el suelo.

Esperé a que ella despertara y una vez despierta le pregunté que le había ocurrido.

-Esa persona es mi abuela, está... ¿muerta?-dijo con voz temblorosa.

-No creo que sea eso, tiene que haber una explicación a todo esto, vamos a seguir investigando.

Nos recorrimos todas las casas  del pueblo y lo mismo pasaba en su totalidad, todos estaban como paralizados.

-Esto debe de ser otra prueba-pensé en voz alta.

Recogí un cuaderno que había en el suelo:

"29 Febrero 2015, el día de hoy parecía estar algo más tranquilo en el pueblo, por lo que puedo ir a dar una vuelta con el coche a la gran ciudad. Hoy he quedado con un chico bastante guapo que conocí en una parada de autobús, parecía bastante majo. M."

Aquello que recogí era un diario, de alguna chica que vivía en ese pueblo.

De todas maneras me impresionó lo bien conservado que estaba aquel cuaderno. 

Proseguí la búsqueda de pistas y algo que me resultó bastante interesante es que la fecha de todos los calendarios era 30 de Febrero, justo un día después de la última nota del diario de aquella chica.

Volví al punto de partida, allí en la casa de la granja... al lado de la cama se encontraba María, observando el supuesto cuerpo de la abuela. Justo en la cabecera de la cama me di cuenta de que había una especie de inscripción. Era una M, como en el diario.

Al tocar dicha letra todo comenzó a temblar, los días pasaban muy rápidos y ante nuestros ojos, como una película a cámara rápida empezaron a aparecer personas, que iban a la cama. No podía ver qué hacían exactamente, pero juraría que se estaban despidiendo de ella... hasta que se la llevaron.

Entonces algo vino y nos golpeó a María y a mi, dejándonos inconscientes... solo recuerdo oscuridad y unos pies acercándose a nosotros... 

"Recuerdos infantiles que jamás se olvidan"

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⏰ Última actualización: Oct 16, 2016 ⏰

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